Un viaje contra el camino dorado mortal*

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Carlos Padilla
29/03/2017

Al pueblo salvadoreño.

Queridos conciudadanos en este planeta Tierra, espero que esta carta sirva para compartir nuestra experiencia en torno a la minería, tanto en mi provincia como en nuestro país.

Una y otra vez nos hemos dedicado a buscar avances para un desarrollo sostenible que respete al medioambiente, pero parece que nuestras leyes y acciones se contraponen a este ideal. Hoy, además de las preocupaciones por el cambio climático, enfrentamos realidades alarmantes en torno al tema de la minería. La minería ha sido una preocupación de larga trayectoria en nuestro país y en el mundo entero. La alegación famosa de que la minería puede ser un factor sustancial de crecimiento económico siempre ha sido un tema para el debate. La minería promete generar ingresos, crear oportunidades de empleo y desarrollar infraestructura. Pero la verdad es que genera enormes riesgos. Afecta todos los aspectos de nuestra sociedad: lo económico, lo humano y el medioambiente. Con todas las preocupaciones y los argumentos en contra, las empresas extractoras de minerales se vieron obligadas a cambiar algo. Por ello, hoy en día, promueven lo que ellas llaman la “minería responsable”.

Con sus argumentos de minería responsable, las empresas logran establecerse en muchos lugares con mayor facilidad. No obstante, a pesar de las afirmaciones de “responsabilidad”, siguen apareciendo los mismos problemas de siempre. Las leyes nacionales, líderes políticos, poderes económicos y hasta organizaciones privadas respaldaron los proyectos en Filipinas, facilitando el acceso para la extracción de minerales. En este impulso, no se aseguró la divulgación y consulta necesaria con las comunidades ni los estudios científicos para validar las promesas de minería responsable.

Encima de todas estas preocupaciones, la batalla entre los que apoyan y los que rechazan la minería no gira solamente en torno a la pregunta de si es minería responsable o no. La verdadera pregunta es si esta industria vale la pena. Tenemos que decidir cuál es nuestra prioridad. Como dice el famoso adagio: "Ningún siervo puede servir a dos señores". Ya es tiempo de que aclaremos nuestras prioridades y actuemos claramente sobre ellas. Debemos escoger entre la minería y el medioambiente. Hemos estado promoviendo el progreso económico, pero las estadísticas todavía no logran demostrar que la minería realmente sea un aporte vital para este desarrollo. De hecho, la evidencia muestra que la minería ha causado impactos negativos al medioambiente y a nuestro pueblo. Después de todo, el fin superior del desarrollo económico es mejorar la calidad de vida para todas las personas. Así que déjenme compartirles nuestro lado de la historia en Nueva Vizcaya, Filipinas.

Los beneficios de la minería son mínimos. Oceana Gold ha contribuido con 131.8 millones de pesos filipinos (2.61 millones de dólares) a nuestra economía local. En comparación, sus ganancias en el país desde el inicio de sus operaciones comerciales han sido de 45.6 mil millones de pesos (900 millones de dólares). En nuestra economía nacional, la minería ha contribuido solo el 0.6% del PIB. Sus proyectos de “desarrollo social” para la comunidad son anticipos de la empresa minera para el gobierno nacional; el costo de sus proyectos sociales se restará posteriormente del total de los pagos que hace la empresa minera al Gobierno. En ese sentido, la empresa minera actúa solamente como un agente del Gobierno para la implementación de sus proyectos sociales. Pero, para nosotros, los daños provocados por la minería en las personas y el medioambiente pesan mucho más que las ganancias a corto plazo.

La minería contribuye enormemente a la degradación de la tierra. La huella de la minería en Nueva Vizcaya cubre unas 975 hectáreas, donde se ha generado la pérdida de pastos, bosques, hábitats para la biodiversidad y buenas tierras agrícolas. La provincia de Nueva Vizcaya es rica en biodiversidad. Un estudio reveló que nuestra provincia se categoriza como una región de importancia biológica muy alta, con áreas de prioridad muy altas para la conservación de plantas terrestres, artrópodos, anfibios y reptiles y de prioridad alta para mamíferos terrestres.

Nueva Vizcaya es una cuenca crítica. La provincia fue categorizada como un área ambiental de importancia nacional. El proyecto minero de Oceana Gold es amenazante para el medioambiente, incompatible con la zona donde se realiza. Agota los recursos hídricos y reduce la calidad del agua. El manto acuífero se está agotando por la extracción constante de agua de la mina en su sitio de cielo abierto y en sus operaciones subterráneas. En 2015, el volumen de agua extraída por el proyecto de Oceana Gold en la provincia fue de 6,612,319 metros cúbicos o 209,675 litros por segundo, lo que equivale a la descarga de un arroyo relativamente grande. A consecuencia de esta extracción, las bombas y los pozos en la comunidad dejaron de funcionar y las fuentes de agua que alimentaban los sistemas de riego para la producción de arroz se secaron.

El proyecto minero de Oceana Gold ha provocado brotes de problemas sociales, incluyendo divisiones en las comunidades, mayor incidencia de robos y hurtos, y enfermedades pulmonares entre nos residentes. Además, la empresa ha violado los derechos humanos. Una comisión de derechos humanos, que investigó reportes de violaciones cometidos por Oceana Gold contra la comunidad anfitriona, concluyó que la empresa violó los derechos a la residencia, a una vivienda digna, de propiedad, de libre circulación y libertad de interferencia arbitraria, de seguridad e integridad personal, y el derecho de la comunidad indígena de manifestar su cultura e identidad.

Queridos salvadoreños, comparto nuestra experiencia para que la puedan tomar en cuenta en sus deliberaciones sobre el futuro de la minería en su país. Aunque Filipinas está a más de 14,000 kilómetros de El Salvador, habitamos el mismo planeta. Recordemos que sin importar dónde estemos en esta tierra, sin importar cuál sea nuestra raza, de alguna forma compartimos las mismas maravillas y catástrofes. Estamos inevitablemente conectados. Dice un proverbio filipino: “Cuando el dedo pequeño se enferma, lo siente el cuerpo entero”. Al final del día, lo más importante consiste en hacer lo que sea mejor para las personas que vivimos en el presente, sin poner en riesgo las generaciones que nos siguen.

* Versión editada de la carta del Gobernador de Nueva Vizcaya, donde opera Oceana Gold, al pueblo salvadoreño.

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Anónimo
03/04/2017
06:41 am
Buenos días! Supimos que el Gov. Carlos Padilla dio charla sobre minería. Hay algunos Filipinos aqui en El Salvador y queremos saber si todavía va a tener otras charlas y a donde nos podemos comunicar con el. Saludos
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Anónimo
29/03/2017
09:45 am
Lástima que los burros de nuestros diputados comen del heno de sus señores. Señores del capital, de la mentira. Y con el perdón de los animalitos orejones, que son más civilizados y honestos, me estaba refiriendo directamente a los diputados, que son insensatos y tercos; hipócritas corruptos, vendidos al mejor postor. Ya se ha dicho con anterioridad que la sociedad civil debería negociar directamente el voto contra estos rufianes, amenazándolos con hacerles perder sus curules si no aprueban leyes de beneficio popular, como ésta de prohibir toda clase de minería metálica, o la del agua. Pero el pueblo es individualista e indiferente ¿Cuándo despertaremos? ¿Hasta cuando renunciaremos al fatuo placer que nos dan con gotero los amos del consumismo egoísta y narcisista? ¿Cuándo se verán surgir las afamadas dignidad y valentía cuscatlecas? No hay tal valentía ni tal dignidad. Los rufianes están tranquilos, porque ya contaron sus votos duros ¿Hasta cuándo, mi pueblo?
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