Una enfermedad que desnuda nuestras carencias

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Idhuca
15/07/2009

El 6 de junio, un buen grupo de salvadoreños y salvadoreñas se pusieron mascarillas en un evento público. Se jugaba el partido de fútbol de El Salvador contra México y algunos aficionados tuvieron esa desafortunada idea. Entonces, México sufría a sus 97 muertos por la influenza A y buscaba la forma de disminuir el número de contagiados, que para el 2 de junio había llegado a más de cinco mil.

Para los aficionados y aficionadas que consideraron válido ese gesto de insensibilidad ante el dolor del pueblo mexicano, el virus de la influenza A (H1N1) era algo lejano, ajeno a su realidad. Ha pasado un mes y diez días, la enfermedad está ahora en estas tierras y ya se han confirmado 452 contagios, 66 sospechas y tres niños muertos.

La influenza A (H1N1) ya no es ajena a la realidad de quienes el 6 de junio se pusieron mascarillas. Tan cercano es el peligro que no sería raro ver otra vez las mascarillas, pero ahora en las calles, los centros educativos, las iglesias y los lugares de trabajo. Las medidas sanitarias tomadas en México podrían implementarse aquí. ¡Qué ironía!

El Salvador ya está en el mapa de la epidemia y deben tomarse medidas para enfrentarla. Hubo tiempo para prevenir y se desaprovechó. Las cámaras infrarrojas se instalaron tarde en el aeropuerto, los controles migratorios fueron tímidos y no se monitorearon adecuadamente las fronteras terrestres.

Es cierto que se suspendieron las clases para evitar la propagación del virus, pero había que hacer más. Buena parte de los jóvenes que no acudieron a sus escuelas, colegios, institutos o universidades estuvieron en centros comerciales, salas de cine, discotecas y otros espacios en los que se reúne gran cantidad de personas; además, en los hospitales nacionales y del Seguro Social todavía hay personal que trata con pacientes y no usa mascarillas.

Los médicos señalan la posibilidad de que la situación se agrave si se continúa como hasta ahora. Seguramente, en algún momento se tomará la decisión de prohibir todo espectáculo público, de cerrar restaurantes y de repartir mascarillas como se hizo en México. Quién sabe por qué hasta hoy eso no ha pasado; ojalá que no sea por presiones empresariales. Debería importar poco que se afecten las ventas y el comercio si se logran salvar vidas.

La influenza A (H1N1) está mostrando las carencias que el nuevo Gobierno debe considerar y solucionar. Faltan camas, falta personal médico, falta trabajo en la prevención de enfermedades y falta, también, conciencia ciudadana acerca de su responsabilidad frente a la salubridad.

Ya con este virus en las narices deben tomarse todas las medidas que sean necesarias para garantizar la vida. Una vez se haya salido de la emergencia, hay que trabajar para cambiar lo que se ha hecho mal. Debe recordarse que las enfermedades gastrointestinales y respiratorias, así como el dengue, siguen cobrando se víctimas. Urge trabajar en la salud preventiva.

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