A segunda vuelta

Después de una larga campaña electoral, que en las dos últimas semanas se volvió asfixiante y muy agresiva, el domingo se celebró la elección con un alto nivel de madurez política y con una paz y tranquilidad admirables. El pueblo salvadoreño merece un reconocimiento por su comportamiento cívico y maduro durante todo el proceso electoral. En los centros de votación se vivió un ambiente muy agradable, en el que primó la voluntad de ayudar, ya sea indicando la ubicación de las juntas receptoras de votos, ofreciendo ayuda a las personas que tenían dificultades para movilizarse o buscando, con buena voluntad y respeto de la ley, facilitar la votación a los que tenían alguna dificultad para hacerlo. La votación fue ágil, sencilla y transcurrió sin incidentes.

Este comportamiento ejemplar de la población contrastó con el de algunos candidatos cuando fueron a las urnas. Llevaban barras multitudinarias que, a pesar de la prohibición expresa, hicieron llamados a votar por su partido, cantaron sus himnos al interior de los centros de votación y se mostraron agresivos con los militantes de otros institutos políticos. Señalamos esto porque es lamentable que los que pretenden gobernar el país tengan menos respeto por las leyes que aquellos a los que pretenden gobernar. En la observación electoral que la UCA realizó, esos abusos se identificaron principalmente en Arena; concretamente, al momento de la votación de su candidato a vicepresidente, Portillo Cuadra, quien llegó a votar rodeado de simpatizantes que hicieron gala de agresividad y prepotencia. Además, en general, Arena abusó más de la presencia de miembros partidarios en los centros electorales, por encima de lo que permite la ley. Y esto es una nueva muestra del doble discurso que los caracteriza: se llenan la boca diciendo que son la opción democrática y en la práctica brillan por sus conductas autoritarias y cerriles.

Finalizada la jornada, el conteo preliminar arrojó una clara victoria del FMLN, con una diferencia de 10 puntos sobre Arena, pero que no fue suficiente para que se resolviera en primera vuelta. Es necesaria, pues, una segunda, en la que ambos partidos volverán a medirse en las urnas el 9 de marzo. De estos resultados y de todo el proceso previo podemos obtener algunas lecciones importantes. En primer lugar, el electorado no concurrió masivamente a las urnas. Una buena parte de la población decidió no ir a votar, superándose así el índice de abstención registrado en anteriores elecciones presidenciales. De acuerdo con el padrón electoral, la participación fue del 56.97%, casi seis puntos más baja que la de 2009, cuando se registró un 62.92%. Aun así, el número de votos emitidos fue similar al de esa elección presidencial. Esta baja participación debe hacer reflexionar a los partidos; ojalá la tengan en cuenta en la campaña para la segunda vuelta.

A nuestro juicio, una buena parte de la población no fue a votar porque ningún candidato la convenció; y otra parte, porque no cree en el proceso. El incumplimiento de las promesas hechas, la campaña sucia, el abuso de propaganda política, el irrespeto a la institucionalidad son algunos de los aspectos que defraudan y cansan a la gente. En lo que viene, tanto el FMLN como Arena tendrán que ver cómo consiguen granjearse la simpatía de los ciudadanos que votaron por otros partidos o que se quedaron en sus casas. La tarea no es fácil, pero es posible con una campaña inteligente, un proyecto claro de lo que se propone para el país, sin acusaciones, con propuestas que respondan a los problemas de la población y que sean viables. No es posible seguir con campañas de costo astronómico que no dicen nada nuevo, que solo benefician a publicistas y enriquecen a las empresas de comunicación. También es importante que en esta segunda vuelta se deje de gastar el dinero público en lo que no es esencial. La propaganda gubernamental ha llegado a un nivel insoportable por su frecuencia y reiteración. En un país con tantas necesidades, es fundamental que los fondos públicos se dediquen a satisfacerlas, y no a hacer propaganda de lo trabajado. Ya sabemos lo que el Gobierno de Funes ha hecho en estos 5 años; no es necesario que lo sigan repitiendo.

Ojalá que en esta segunda vuelta la campaña y las actitudes cambien de rumbo, que cesen la agresividad y las acusaciones mutuas, que no se siga prometiendo lo imposible. Es esta una oportunidad para que los candidatos respondan a las demandas de una población que, como quedó en evidencia, está informada y tiene madurez política. Es necesario que se presenten propuestas claras de cómo el futuro Gobierno enfrentará la violencia, impulsará el crecimiento económico, invertirá en el desarrollo humano, creará fuentes de empleo, construirá una sociedad con igualdad de oportunidades y hará de El Salvador el país de paz, bienestar y solidaridad que todos deseamos. Solo así valdrá la pena esta segunda vuelta; de lo contrario, se perderá más tiempo y dinero, y se impondrá una segunda ronda de castigo para la ciudadanía y la democracia.