Del lado de las mujeres y niñas violentadas

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Editorial UCA
01/12/2015

Un signo claro del desarrollo de una sociedad es la disminución de la tolerancia hacia la desigualdad y la violencia de género, y el irrespeto a los derechos humanos. En El Salvador, aun con las muchas dificultades que existen y la persistencia de la cultura machista, se ha avanzado a ese respecto, y en gran medida gracias a las organizaciones de mujeres, que han encabezado las luchas por la erradicación de la violencia de género y la plena vigencia de los derechos humanos para toda la población. Un paso fundamental en ello han sido la exigencia y aprobación de un marco normativo a favor de las mujeres, del cual forman parte la Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres y la Ley de Igualdad, Equidad y Erradicación de las Discriminación contra las Mujeres. Sin embargo, estas leyes son poco conocidas por la población y no cumplirán su cometido mientras no se conviertan en instrumentos formativos. Educar a los niños y niñas desde temprana edad desde una perspectiva de equidad y no violencia es una de las condiciones para superar la problemática.

Según cifras del Ministerio de Salud, en 2014 se registraron 4,833 casos de violencia contra las mujeres, y hasta octubre de este año se contabilizan 4,686. Si bien estas cifras ya son altas y preocupantes, con toda certeza se puede afirmar que no reflejan la realidad, pues muchos incidentes de violencia contra mujeres y niñas se dan en el ámbito doméstico y no son denunciados. Este es un aspecto de obligada reflexión. No se debe tolerar ningún tipo de violencia en ningún ámbito. Tomar consciencia del daño que la violencia doméstica hace, tanto a las víctimas y victimarios como al resto de la familia, es de fundamental importancia. Este tipo de violencia suele ser recurrente y si no se enfrenta con decisión, se convierte en un círculo vicioso del que nunca se sale. Está comprobado que denunciar los hechos y alejar al victimario de sus víctimas es el único camino para liberarse de este flagelo.

Pero la violencia contra mujeres y niñas no es exclusiva del hogar; se da en todos los ámbitos, y en especial en lugares públicos como las calles, los mercados y los sistemas de transporte, donde, tal y como afirma Alicia Bárcenas, de la Cepal, tiene lugar “una de las formas más minimizadas y naturalizadas de la violencia contra las mujeres”. Si bien las cosas han cambiado desde la situación de abuso y acoso de hace una década, aún queda muchísimo por hacer en lo que a conciencia social sobre la necesidad de erradicar estas prácticas se refiere. Este no es un problema personal o familiar, sino de toda la sociedad, y requiere de un importante esfuerzo de concienciación y de transformación de hábitos y actitudes. Lo que debe ir acompañado, por supuesto, de un esfuerzo por mejorar los registros administrativos de los casos de violencia y la atención integral a las víctimas.

Por desgracia, en El Salvador se sigue encubriendo a los agresores de mujeres y niñas; aún hoy en día, figuras públicas acusadas de acoso sexual o violencia de género se valen de sus cargos para bloquear las denuncias en su contra, utilizan el poder o la influencia que ostentan para impedir que se apliquen las leyes y se les castigue. Para combatir este flagelo social es necesario ponerse del lado de las mujeres y niñas violentadas, de las víctimas, y estar siempre a favor de la verdad y la justicia, por doloroso o complicado que sea. Y esa opción debe reflejarse de forma clara en los programas educativos y, por supuesto, en toda acción de prevención, apoyo y reparación de las víctimas.

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Anónimo
01/12/2015
21:29 pm
Exigir trato especial e igualdad al mismo tiempo. Ésta es la ironía de la que tenemos que darnos cuenta. Sigue la narrativa que resalta la mínima violencia que existe en contra de las mujeres y hace caso omiso del grave problema de violencia en contra de los hombres. En El Salvador las mujeres deberían estar felices de la poca violencia que hay en contra de ellas. No hay nada tan peligroso como ser un hombre en El Salvador y sin embargo no leo ningún editorial acerca de eso. Mientras siga esta frialdad hacia el sufrimiento de los hombres, nos seguiremos oponiendo a todo esto. Queremos igualdad de género no \"un marco normativo a favor de las mujeres\".
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