En toda la Iglesia latinoamericana ha sido noticia el fallecimiento de don Samuel Ruiz, ocurrido el pasado 24 de enero en México. Don Samuel murió por causas naturales a los 86 años de edad; fue obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas en el estado de Chiapas durante cuarenta años. Se le nombró de muchas maneras, desde "el obispo de la liberación" hasta "el obispo de los indígenas". Pero posiblemente el apelativo que le quede mejor sea "tatic", que quiere decir "padre de los indios y defensor de sus derechos".
Para la Iglesia latinoamericana, la muerte de don Samuel es una pérdida emblemática. Aunque es probable que a las personas menos entradas en años el nombre no les resulte tan conocido. Por ello, es necesario señalar que Samuel Ruiz perteneció a una generación de obispos que guiaron a nuestra Iglesia desde la Conferencia Episcopal de Medellín en el año de 1968. Es decir, don Samuel pertenece de la generación de obispos entre los que podemos incluir también a monseñor Romero.
A esa generación de obispos se les llamó precisamente "padres de la Iglesia de América Latina" por su papel en el acercamiento de la Iglesia a los pobres desde el evangelio de Jesucristo. Allá por los años sesenta, algunos obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos y laicas descubren una realidad de Latinoamérica desconocida y se desvinculan de los partidos conservadores. Así surgió una pléyade de obispos que se instalaron en medio de los pobres y vivieron un mensaje cristiano renovado.
Al término del Concilio Vaticano II, a fines de 1965, un grupo de cuarenta obispos reunidos en la catacumba de santa Domitila firmó el "Pacto de las catacumbas de la Iglesia sierva y pobre". Estaban pensando en una Iglesia de los pobres y en función de ello entendemos algunos de los compromisos que hicieron: vivir como el pueblo; no poseer bienes ni cuentas bancarias; rechazo a los nombres y títulos que signifiquen grandeza y poder; en las relaciones sociales, evitar lo que confiera privilegios; dedicarse al servicio apostólico y pastoral; y sustituir la beneficencia por la caridad y la justicia.
Don Samuel Ruiz queda enmarcado en esta generación de "padres de la Iglesia", y el mundo puede dar fe de que esos compromisos adquiridos en 1965 fueron llevados a la práctica por don Samuel a lo largo de su vida apostólica de entrega a los indígenas de su Chiapas querida. Las incontables muestras de pesar, venidas de una diversidad tan variopinta que incluye a sectores gubernamentales y al mismo Ejército Zapatista de Liberación Nacional, son una muestra del legado que nos deja un obispo ejemplar; un obispo que puso la vida de los indígenas en el primer lugar de su dedicación a Dios.