El 9 de junio de 2011, Tania y Katerina, dos mujeres transgénero y trabajadoras del sexo, fueron secuestradas en San Salvador. A la mañana siguiente, el cadáver de Katerina fue encontrado boca abajo en una zanja lodosa; había sido golpeada y estrangulada. Tania continuaba desaparecida. Cuando sus amigos la llamaron al teléfono celular, una voz desconocida amenazó: "Ella va a morir, es lo que se merece". Siete días después, se encontró su cadáver; estaba parcialmente desmembrado. Tania tenía 17 años de edad.
Hasta la fecha, los asesinatos no han sido investigados y constituyen una muestra de la suerte que han corrido decenas de personas de la comunidad de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, conocida como LGBT. En El Salvador, la Asociación entre Amigos reportó 11 asesinatos de miembros de la comunidad en 2008, 23 en 2009 y 10 en 2010. En muchos de estos casos, los cuerpos de las víctimas revelaron signos de tortura, incluyendo desmembración, apuñalamientos, palizas y disparos múltiples. De acuerdo a estadísticas recopiladas por instancias defensoras de los derechos de la comunidad LGBT en El Salvador, desde abril de 1998 hasta febrero de 2011, 128 de sus miembros fueron asesinados. Y según esas estadísticas, solo una quinta parte de los casos tuvo eco en los medios de comunicación y solo uno, el del asesinato de tres personas, ha sido investigado por la Policía, pero sin que se castigara a los responsables.
En el país, una orientación sexual distinta a la validada socialmente puede costar la vida. La comunidad LGBT sufre por partida doble: sus miembros no solo son invisibilizados de las dinámicas de la sociedad, sino que sufren abuso y discriminación. Los niveles epidémicos de crímenes violentos y las tasas alarmantes de impunidad para tales actos son el telón de fondo de la violencia y hostigamiento que padecen. Los ataques contra personas de esa comunidad son perpetrados por actores privados, en particular las pandillas. Pero, de acuerdo a un estudio publicado en noviembre de 2012 por la Clínica Legal de Derechos Humanos Internacionales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Berkeley, también por personal de la Policía. Los miembros de la comunidad LGBT creen que son un blanco particularmente fácil para la violencia porque los perpetradores saben que es menos probable que la Policía investigue los crímenes. Además, el fracaso del sistema de justicia para reconocer e investigar los delitos motivados por el odio hacia la comunidad aumenta su vulnerabilidad y desamparo.
Es en este difícil contexto que la comunidad LGBT en El Salvador lucha por su reconocimiento y el pleno goce de sus derechos, los cuales les son negados con regularidad desde muy temprano. Para la mayoría, la discriminación e incomprensión comienzan en la propia familia. Después, viene un rosario de discriminaciones en la escuela, el empleo y el sistema de salud. Y eso es grave, porque la homofobia contribuye al debilitamiento del Estado de derecho. Los abusos cometidos contra personas por su distinta orientación sexual e identidad de género no cesarán hasta que sea un valor cultural el respeto incondicional a la humanidad y dignidad de todos los salvadoreños, sin distinción alguna.
Para abonar a ello, el 14 y 15 de marzo, la UCA será la sede del Encuentro por la Felicidad y la Diversidad Sexual como Derechos Humanos. Por muchos años, la comunidad LGBT ha luchado por obtener un espacio abierto para contar sus historias y tener una conversación seria acerca de sus derechos. El evento será un momento propicio para hablar sobre esto, en especial porque la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos acaba de lanzar una mesa permanente sobre derechos humanos de la población LGBT en El Salvador. Abrir la discusión de este tema a una audiencia salvadoreña más amplia puede dar un impulso al movimiento local de derechos LGBT y fortalecer los vínculos entre los activistas de la comunidad.
En El Salvador es urgente emprender acciones para el respeto de la vida, especialmente la de aquellos de nuestros hermanos que son blancos de ataque y discriminación. Y ahora que la palabra "tolerancia" está de moda, lo primero que deberíamos propiciar es que a nadie, absolutamente a nadie en nuestro país, se le acose o se le niegue el derecho a vivir por su opción sexual e identidad de género. Por eso, el Encuentro por la Felicidad y la Diversidad Sexual como Derechos Humanos es, ante todo, un espacio para la defensa de la vida frente a quienes irracionalmente la violentan y un llamado de atención para quienes permiten que se haga con impunidad.