Preguntas a la hora de votar

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Editorial UCA
29/01/2014

La elección está ya a la puerta. En pocos días estaremos depositando nuestro voto, mirando hacia el próximo quinquenio. Las voces que recomiendan votar responsablemente son múltiples. Otras plantean dilemas absurdos, ridículos, diciendo que hay que elegir entre libertad y autoritarismo. Absurdo porque la verdadera disyuntiva es continuar en un modelo de desarrollo que mantiene la desigualdad o sustituirlo por otro que garantice el desarrollo equitativo, basado en los derechos humanos económicos y sociales, y promotor del desarrollo pleno de las capacidades de todos los ciudadanos. Los que más hablan de libertad han sido generalmente los más autoritarios en la historia del país, despojando de tierras a los indígenas en el siglo XIX, masacrándolos en el XX y favoreciendo la acumulación de capital en pocas manos. La libertad, como patrimonio de todos, debe estar orientada a ofrecer oportunidades de alcanzar el máximo de realización de las capacidades de cada uno, y no ser una excusa para que unos pocos acaparen la riqueza y dejen a los demás solo la libertad de buscar su desarrollo personal en otras tierras, como migrantes.

En ese sentido, es indispensable hacerse y hacer a los políticos algunas preguntas, cuya respuesta sea la que nos lleve a votar responsablemente. A todos los partidos debemos preguntarles si están dispuestos a hacer los sacrificios que el desarrollo equitativo exige. No puede haber desarrollo en El Salvador sin algunos sacrificios. La pregunta al final es sobre quién caerán los costos del desarrollo. Y aunque se pueda decir que todos tenemos que aportar, también en justicia hay que afirmar que los mayores costos tienen que pagarlos quienes tienen más. Si se quiere poner la mayor parte del esfuerzo y el sacrificio sobre los hombros de los pobres, como se ha hecho hasta ahora, el crecimiento desigual seguirá acumulando vulnerabilidad, pobreza, resentimiento, migración y violencia.

También debemos preguntar y preguntarnos por la capacidad de resolver los problemas de convivencia a través del diálogo. Los políticos, aunque han ido progresando desde los Acuerdos de Paz, tienden a enfrentar los problemas de la vida ciudadana desde el autoritarismo y la falta de diálogo. Se ve claramente en las maniobras políticas, en el uso del poder del Estado en beneficio propio, en los insultos y descalificaciones mutuas, que la tendencia al autoritarismo sigue viva en El Salvador. Las políticas de mano dura contra el crimen, descalificadas por sus constantes fracasos en toda América Latina, son el rostro particular del autoritarismo desfasado que permanece en nuestra cultura. Solamente tendrá éxito el partido que pueda dialogar con todos los sectores y sepa impulsar proyectos de desarrollo inclusivos, desde acuerdos orientados al bien común.

El Salvador necesita justicia social. La migración, la desigualdad, la pobreza y la violencia son el reflejo de la injusticia existente. Algunas instituciones están funcionando, de hecho, al servicio de los que tienen más, y no al servicio de todos y con una preocupación mayor por los más vulnerables. Es cierto que el crecimiento económico es importante para tener los recursos necesarios para invertir en la población. Pero si el crecimiento económico no va acompañado de desarrollo social inclusivo, los problemas terminan agudizándose cada vez más. También es cierto que hay diversos modos de aspirar o de buscar la justicia social en el amplio campo del pensamiento político. Pero más allá de las simpatías ideológicas, lo que debe considerarse al votar es qué partido ofrece mayor seguridad de avanzar con energía y velocidad hacia la justicia social, sin frenar dinamismos creativos y emprendedores. Y, así mismo, a quién se le puede exigir que avance hacia ese desarrollo social equitativo que ofrezca la posibilidad de desarrollar plenamente las capacidades sin verse obligado a emigrar.

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