A las cinco de la tarde del 24 de marzo, la comunidad universitaria de la UCA se dio cita en la capilla del campus para conmemorar con una misa el XXX aniversario del martirio de monseñor Óscar Arnulfo Romero.
La eucaristía fue oficiada por el P. Jon Sobrino, quien inició la ceremonia señalando que "esta misa se une a las otras muchas que se han desarrollado y se desarrollan en todo el país y otros lugares del mundo en memoria del mártir, de modo que no estamos solos".
Así, con todo dispuesto para celebrar a "la voz de los sin voz", se comenzaron a escuchar los cantos, los salmos y las lecturas. Además, de manera simbólica, se recordaron las últimas palabras pronunciadas por monseñor, durante la misa en la capilla de la Divina Providencia: "Que este cuerpo inmolado y esta carne santificada por los hombres nos aliente también a dar nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor, como Cristo, no para sí, sino para dar conceptos de justicia y de paz a nuestro pueblo".
Este espíritu de entrega, de solidaridad para con los más pobres, y el anhelo de justicia que caracterizaron a Romero fueron comentados por Sobrino en su homilía. Resaltó que para la UCA es un honor haber estado presente en las palabras del mártir. "En 1980, respecto al primer ataque perpetrado contra la Universidad, monseñor dijo que condenaba lo sucedido y expresó su solidaridad con nuestra institución", explicó.
Considera el teólogo que este vínculo de la Universidad y los jesuitas mártires con monseñor Romero fue el acicate para que estos volcaran su atención y trabajo académico en una opción preferencial por las mayorías empobrecidas.
Román Mayorga e Ignacio Ellacuría, los rectores que estuvieron a la cabeza de la Universidad a finales de los setenta e inicios de los ochenta, respectivamente, pusieron los recursos de la UCA a disposición del arzobispo. "Monseñor venía a dar charlas a las aulas magnas porque entonces todavía no se contaba con auditorios", reseñó Sobrino.
Pero el servicio que se le daba iba más allá de facilitarle espacios e infraestructura. Y es que la relación entre Romero y Ellacuría estaba marcada por un ejercicio constante de compartir experiencias y puntos de vista que eran útiles a ambos para formar sus posiciones frente a la realidad de aquellos años. No obstante, estaba muy claro, precisó Sobrino, que era el arzobispo quien más enseñaba al entonces Rector de la UCA.
"Por seguir el legado de Romero, ahora hay seis hermanos nuestros enterrados en esta capilla; por la misma causa: la búsqueda de la justicia y la paz (...) Ojalá sintamos que monseñor Romero sigue pidiéndonos que lo ayudemos", concluyó el P. Jon, al tiempo que animó a los presentes a luchar cada día por ser el pueblo del buen pastor que pasó por El Salvador.
La eucaristía fue parte de los eventos que se realizaron en la Universidad para homenajear y recordar la vida de monseñor Romero.