Discurso de la representante de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades

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Blanca Tobar
06/06/2017

Respetables autoridades, docentes, graduados, familiares y amigos, queridos compañeros y compañeras, reciban un cordial saludo. Es para mí un honor poder dirigirme a ustedes en este día tan especial, lleno de alegría, que marcará nuestra historia y la de nuestra familia.

Este acto de graduación es el fin de uno de los caminos más importantes que hemos tenido la mayoría; es el fin de un camino lleno de éxitos, pero también de sacrificios, luchas, desvelos y angustias. Durante todos estos años, la formación de la UCA nos ha permitido crecer a nivel profesional, y también vivir y compartir experiencias inolvidables que nos acompañarán por siempre.

Sé que ahora estamos presentes los que contra viento y marea decidimos continuar. Sin embargo, muchos compañeros y compañeras se quedaron en el camino, algunos por razones que ni siquiera estaba a su alcance resolver. Por ellos y por nosotros, pido que agradezcamos al Creador, para que nos ilumine donde quiera que estemos y podamos culminar nuestros sueños y anhelos.

El título que ahora recibimos nos acredita como nuevos profesionales de El Salvador. Estamos felices de tenerlo en nuestras manos y sentir que es nuestro y que ha valido la pena todo el esfuerzo. Sin embargo, ahora empieza una responsabilidad aún mayor: debemos saber poner en práctica y al servicio del pueblo salvadoreña la valiosa formación recibida. La realidad actual de nuestro país exige profesionales competentes y humanos, comprometidos con buscar soluciones justas y verdaderas a los problemas que nos aquejan.

Les animo a que juntos y juntas, como decía el P. Ignacio Ellacuría, hagamos una apuesta por la transformación de la realidad salvadoreña y construyamos “un modelo de sociedad en el cual todos los hombres, no solo unos pocos, puedan disfrutar de las condiciones mejores para ser más hombres, más felices, más humanos, para que (…) vivan dignamente como hijos del mismo Padre y hermanos entre sí (…) para que el mundo y la sociedad (…) llegue a ser una nueva ciudad (…) en donde predomine el espíritu de las bienaventuranzas”.

Les animo a llevar en nuestro compromiso diario estas palabras y a poner nuestros dones al servicio de un El Salvador donde todos y todas tengamos oportunidades de acceder a una educación universitaria, donde los jóvenes no tengan que emigrar para encontrar oportunidades de desarrollo, donde los salvadoreños tengamos empleo con salarios dignos y justos, donde tengamos acceso a un sistema de salud igualitario y donde podamos vivir sin miedos y ataduras.

Por todo ello lucharon los mártires de la UCA, monseñor Romero y otras tantas personas que entregaron su vida por un mejor país. Esta tarde, quiero recordar especialmente al padre Jon Cortina. Me siento dichosa de pertenecer a su rebaño y ser parte de los frutos de su lucha. Desde que llegó a Guarjila en 1988, cuando aún estábamos en guerra, el padre Jon se preocupó porque los niños, niñas y jóvenes de las comunidades repobladas del nororiente de Chalatenango tuviéramos acceso a educación. Era consciente de que la educación es una herramienta fundamental para el desarrollo de nuestras comunidades. Por ello, recibir hoy este título es para mí un homenaje a su lucha y entrega por la justicia y la defensa de los derechos humanos, especialmente de los más desposeídos.

Para finalizar, quiero agradecer a la UCA, especialmente en nombre de los graduados del Profesorado en Educación Básica a distancia de Chalatenango y Morazán, por acercar la educación a nuestros pueblos, donde estudiar una carrera universitaria, más que un derecho, es un privilegio. Quiero decirles que pertenecer a esta gran familia universitaria es un orgullo que se lleva en el corazón.

En nombre de todos los graduados, doy gracias a cada uno de los que estuvo presente en nuestra formación, que poco a poco con grandes o pequeños actos ayudaron a que este día sea una realidad. Gracias, profesores, por marcar nuestro camino y ayudarnos a ser mejores personas; gracias, padres y madres, esposos, hijos, hermanos, abuelos, tíos, suegros y amigos; e infinitamente a Dios, que puso a nuestro paso a estas personas.

Felicidades a todos y todas por el logro de concluir su carrera. Les animo a seguir aprendiendo y superándose, y como dice el papa Francisco: “Buscando para los demás las mismas posibilidades que deseamos para nosotros”.

Muchas gracias y que Dios nos ilumine donde quiera que nos encontremos.

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