Discurso de la representante de las facultades de Ciencias Económicas y Empresariales, y Ciencias Sociales y Humanidades

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Marta Escamilla
05/12/2016

Buenas tardes, honorables autoridades que presiden la mesa de honor, estimados catedráticos, queridos compañeros, familiares y amigos. Es un verdadero honor para mí representar a todos mis compañeros graduados en este día. Un día que, sin duda alguna, todos recordaremos como uno de los más especiales de nuestras vidas: hoy nos hemos convertido en profesionales.

Por este logro, quiero, en primer lugar, agradecer a Dios, el artífice de que hayamos podido culminar nuestra carrera. Siempre es Él quien determina todos y cada uno de nuestros logros, todas y cada una de nuestras experiencias; gracias a Él hemos recibido nuestro tan ansiado título de esta prestigiosa universidad.

Gracias a nuestros familiares y seres queridos, quienes han sido el mayor pilar para cumplir este tan anhelado sueño, quienes siempre nos animaron en nuestras noches de desvelos, y que seguramente continuarán apoyándonos para vernos convertirnos en hombres y mujeres de bien.

También agradecer a nuestros catedráticos por su gran paciencia y pasión por enseñar, por nunca perder la esperanza de cambiar la sociedad. Al culminar este largo recorrido, podemos comprender que todas sus exigencias fueron con el único propósito de construir la base de conocimientos necesarios para resolver problemas y aprender el significado de trabajar en equipo, ser líderes y confiar en los demás para el logro de los objetivos. Muchísimas gracias, maestros; maestros no solo de universidad, sino también de vida.

Gracias a ustedes, compañeros, por las muchas experiencias inolvidables. Juntos corrimos de aula en aula, contra el tiempo, para la entrega de trabajos; juntos esperamos nerviosos nuestros parciales, rogando a Dios que lo estudiado fuera lo suficientemente sólido para obtener una buena nota. Reímos, lloramos, nos enojamos juntos; pero no hay duda de que al final ganamos una gran amistad que durará toda la vida. Más que compañeros, amigos.

Sé que más de alguno se sentirá identificado si digo que a mitad del camino sentimos que no terminaríamos el recorrido y que incluso se nos cruzó por la cabeza renunciar. Pero como todo logro, este requería de un gran esfuerzo; aquello que no cuesta no se valora. Que esto nos quede como una de las mayores lecciones de vida: lo que se puede soñar, se puede lograr.

Compañeros, los animo a que nunca abandonen sus metas y sus sueños, ya que por más dificultades que tengamos a lo largo del camino, el resultado siempre será positivo si vivimos abiertos a nuevas posibilidades. Lo más importante en nuestra vida es vivirla con integridad, no abandonar el reto de ser la mejor versión de nosotros mismos. Vivamos como personas honestas, compasivas, retribuyéndole siempre algo a nuestra sociedad. Sigamos lo que nos apasiona, no perdamos la curiosidad, seamos ambiciosos. No tengamos miedo de arriesgarnos para cumplir nuestras metas. No dejemos que los temores acaben con nuestros deseos. Dejemos que las barreras a las que nos enfrentemos sean externas, no internas.

La fortuna favorece a los audaces; nunca sabremos de qué somos capaces hasta que lo intentemos. El trabajo llena ya o llenará gran parte de nuestras vidas, y la única forma de estar realmente satisfechos con él es amar lo que hacemos. Si aún no hemos encontrado un trabajo así, sigamos buscando. No nos conformemos. Dejemos nuestra huella en este mundo; una huella de la cual podamos sentirnos orgullosos.

Que Dios los bendiga a todos. Felicidades, compañeros, colegas. Muchas gracias.

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