Buenas tardes, estimadas autoridades, compañeros graduados, familia y amigos. Es un honor para mí expresarles brevemente el significado de nuestro recorrido como estudiantes de la UCA.
Concluimos hoy una de nuestras metas más anheladas: graduarnos de nuestra carrera en esta universidad. Salir de la UCA es un compromiso. Desde el primer momento, en el Curso Preuniversitario, se nos explicó la visión, misión y proyección de esta institución, escritas y selladas con la sangre de nuestros mártires, que nos cuestionan e interpelan a seguir luchado por conocer la realidad para transformarla.
Algunos hemos pasado aquí 3 o 5 años preparándonos, especializándonos en nuestra carrera. Han sido muchos días de desvelos, de tensión, de preocupación. Más aún cuando se acercaban los períodos de evaluación. Pero a la vez han sido días de aprendizaje, de felicidad, de compartir. Y también días de responsabilidad. Me atrevo a decir que algunos no nos queremos ir.
Nos hemos sentido a gusto en nuestra universidad, con espacios disponibles para estudiar, investigar, analizar; con el ambiente adecuado para un buen aprendizaje; y sobre todo, con personas que nos han atendido amablemente y nos han brindado su amistad. Con nuestros compañeros de carrera hemos compartido muchos momentos que llevamos grabados en nuestros corazones; nos hemos sentido como en familia, compartiendo conocimientos, preocupaciones metas e ilusiones.
Agradecemos profundamente a nuestros padres por su apoyo, porque nos impulsaron y motivaron a cumplir nuestro sueño. También a cada uno de nuestros catedráticos, pues nos compartieron su sabiduría y nos animaron a dar lo mejor de nosotros. Agradecemos a todas las personas que han hecho posible esta celebración.
Estoy segura de que entre más preparada está una persona, mejor puede servir a los demás, ya que su trabajo es más eficiente y eficaz. Por eso, compañeros graduados, nuestro estudio no debe terminar aquí hoy, debemos iniciar un nuevo aprendizaje. La pasión por el conocimiento que hemos adquirido debe continuar desde la realidad, desde el contacto con las personas que nos encontremos en nuestros lugares de trabajo. No debemos perder nunca la esperanza de que nuestro país puede ser mejor, más justo, más fraterno, más humano. Una sociedad en la que todos busquemos soluciones a nuestra realidad de pobreza, de exclusión, de violencia. Debemos, compañeros, enfrentarnos a la sociedad con un pensamiento crítico y transformador, tal como nuestros mártires quisieron para todos los graduados de esta universidad.
No olvidemos nunca que “la UCA forma personas competentes y comprometidas con la justicia social”. Esa era la idea de Ignacio Ellacuría. Eso es lo que nosotros hemos aprendido y ese es hoy nuestro reto: poner al servicio de los más necesitados nuestros conocimientos, siendo así agentes de cambio. No debemos tener miedo de enfrentarnos a los poderosos y de desenmascarar la mentira, la corrupción, la injusticia. Hoy, como profesionales, desde los conocimientos y herramientas que hemos adquirido, debemos seguir buscando la verdad, para que desde ella nuestro pueblo sea libre y viva dignamente.
Gracias.