Autoridades de la UCA, personal administrativo, catedráticos, queridas familias, compañeros y amigos, tengan muy buenas tardes. Es en verdad un honor estar ante ustedes en este día de celebración y reflexión, en el que vemos materializado el esfuerzo y el sacrificio de nuestras familias y de nosotros mismos.
Nada debe emprender el ser humano sin elevar su corazón a Dios. Por eso, en primer lugar, quiero agradecer al Ser Supremo por permitirnos alcanzar este importante logro, conscientes de que sin su guía no hubiera sido posible alcanzar esta meta.
Me gustaría, además, reconocer a las personas que han sido nuestro apoyo durante este proceso de formación: nuestras familias, amigos, docentes y compañeros. Algunos iniciaron y terminaron este camino a nuestro lado; otros tuvieron que partir, sabiendo en su corazón que este día llegaría y los llenaría de orgullo.
También agradecer a la Universidad por la oportunidad de continuar nuestro proceso de formación y alimentar nuestra sed de conocimiento; por la educación que recibimos; por cómo y de quién la recibimos; por retarnos en las aulas a cuestionarnos y criticar la realidad.
Recordemos que el éxito en nuestros propósitos solo depende de nosotros. Los invito a mantenernos atentos a nuestra realidad, que nuestro trabajo supere siempre las expectativas, que reconozcamos que para lograr soluciones integrales necesitamos completar nuestro conocimiento con el de otras personas igual de comprometidas. Esto lo lograremos trabajando de cerca con la sociedad, no siendo profesionales de escritorio, sino personas proactivas, trabajadores de campo, gente que escucha y atiende las necesidades de la ciudadanía.
Los animo a mantenernos constantes en el proceso de formación, tanto intelectual como espiritualmente; a que viajemos, conozcamos, inventemos, experimentemos, nos equivoquemos; a no aferrarnos a las primeras ideas; a tener muchas metas y siempre trabajar por cumplirlas; a no desaprovechar ninguna oportunidad; a transmitir nuestro conocimiento a las siguientes generaciones de manera que nos superen con sus propuestas innovadoras.
Finalmente, les hago un llamado a que sirvamos activamente, a que aprendamos de los más humildes y a que nuestros servicios no se conviertan nunca en un lujo, sino en una alternativa de cambio, accesibles para todo aquel que los necesite.
Sin más que agregar, debo decir que confío plenamente en que nos esforzaremos por obrar siempre de la mejor manera y buscaremos perennemente la mejora continua. ¡Felicidades, maestros!