Estimadas autoridades de la UCA, compañeras, compañeros, padres de familia y amigos, tengan todos muy buenas noches.
Este es un día muy esperado por quienes decidimos hace dos años y medio estudiar una maestría en la UCA, una de las mejores universidades a nivel latinoamericano, con alto nivel de exigencia y calidad académica. Todos los que estamos aquí tuvimos una razón para empezar a estudiar, es decir, algo que nos inspiró, ya sea un requisito del trabajo para ascender, autosuperación, ganas de aprender algo nuevo o bien alguien nos motivó a hacerlo: nuestros padres, nuestra pareja, un amigo o amiga, nuestro jefe… Creo que podríamos pasar toda la noche hablando de las circunstancias o personas que nos inspiraron a tomar la decisión de estudiar un postgrado. Sin embargo, también es importante que tomemos en cuenta todos los esfuerzos que realizamos para hacer realidad esta graduación, ya que sacrificamos tiempo con la familia, con los amigos, recursos económicos, enfrentamos sobrecarga laboral y estrés, sin dejar de lado las horas de sueño, ya que los desvelos estuvieron a la orden del día. Es claro que todos vivimos el significado del sacrificio y del desapego al estudiar nuestra maestría en la UCA.
Estar aquí significa que no desfallecimos a pesar de las adversidades y del duro trabajo, y que aquello que nos motivó finalmente dio frutos. Esta noche es una oportunidad para celebrar juntos y agradecer lo afortunados que somos al culminar nuestros estudios de posgrado, ya que alcanzar este nivel académico es un privilegio en nuestro país, donde la escolaridad promedio a nivel nacional es de apenas séptimo grado.
Espero que todos estén conscientes de que hoy nos llevamos más que un título para colgar en la pared, ya que lo aprendido es para toda la vida. Además del conocimiento técnico que se nos ha impartido en la maestría, aprendimos a crecer como personas, conocimos nuevos compañeros y compañeras de diferentes carreras y universidades que nos compartieron su modo de ver la vida, de hacer las cosas y nos recordaron que no lo sabemos todo y que necesitamos de los demás; maestros que nos ayudaron a derribar paradigmas y ver la realidad de una manera más crítica y objetiva. Fortalecimos nuestras habilidades para trabajar en equipo y desarrollar nuestro liderazgo. No hay que olvidar que nos enseñaron a no “desaprender”, porque el aprendizaje es un proceso continuo que no debemos descuidar.
Si bien es cierto graduarnos de una maestría representa una satisfacción personal, no perdamos de vista que trae consigo la responsabilidad de contribuir a nuestra sociedad, asumiendo el compromiso de convertirnos en agentes de cambio en los diferentes entornos en los que nos desenvolvemos. ¿Qué implica ser agentes de cambio? Significa hacer que la gente mejore, apasionarse por lo que uno hace e inspirar a los demás a que también vivan con pasión; significa no conformarse y actuar de acuerdo a una visión de futuro cada vez mejor.
También es importante tomarnos el tiempo de agradecer: en primer lugar, a Dios, por ser nuestra fortaleza y nuestra guía en este camino lleno de retos; a nuestra familia, por su apoyo incondicional; y a todas aquellas personas que contribuyeron con su presencia en nuestras vidas a que cosecháramos este éxito.
Para finalizar este discurso, solo quiero compartirles una frase de Nelson Mandela que en lo personal me inspira mucho y que espero que a ustedes también lo haga: “Lo que cuenta en la vida no es el mero hecho de haber vivido; son los cambios que hemos provocado en las vidas de los demás lo que determina el significado de la nuestra”.