Discurso de la representante de los graduandos de las facultades de Ciencias Sociales y Humanidades, y de Ingeniería y Arquitectura

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En este día tan emotivo tengo el agrado de saludarles como colegas, en compañía de las personas más importantes de nuestras vidas.

Me gustaría empezar con un enorme agradecimiento a los que han sido nuestro apoyo durante este proceso de formación: nuestros padres, nuestros hermanos y amigos, nuestros compañeros y catedráticos. Algunos iniciaron y terminaron este camino a nuestro lado y otros tuvieron que partir, sabiendo en su corazón que este día llegaría y los llenaría de orgullo.

Durante nuestra carrera universitaria hemos tenido miles de experiencias; con independencia de que hayan sido buenas o malas, nos han ayudado a convertirnos en las personas que somos ahora. Todos alguna vez tenemos dudas; nos preguntamos si tomamos la decisión correcta, si de verdad somos buenos, si lo que hacemos nos llena auténticamente. Pero llegó el día en que nos convencimos que lo que hacemos y haremos no es solo un trabajo, sino una vocación.

Además de agradecer a las personas que amamos, también es importante agradecer a Dios por todas las oportunidades que hemos tenido. La oportunidad de formarnos, de alimentar nuestra sed de conocimiento, de adquirir buenos hábitos y de desechar los malos. Hay que agradecer por la educación que recibimos, por cómo y de quién la recibimos. Debemos agradecer a la Universidad por contagiarnos de su responsabilidad social, por invitarnos a cuestionarnos y criticar, por retarnos constantemente y por permitirnos ser los principales autores de nuestra formación.

La lección más importante que aprendimos es que el éxito depende de nosotros, de qué tanto queremos aprender, qué tanto queremos influir, qué tanto queremos cambiar y, sobre todo, qué tanto queremos ayudar. Como dijo Ignacio Ellacuría: "La verdad de la realidad no es lo ya hecho; eso es sólo una parte de la realidad. Si no nos volvemos a lo que está haciéndose y a lo que está por hacer, se nos escapa la verdad de la realidad".

Los invito a que estemos siempre atentos a nuestra realidad, a que nuestro trabajo responda a las exigencias de nuestra gente y nuestro tiempo, a que reconozcamos que para lograr soluciones integrales necesitamos completar nuestro conocimiento con el de otras personas igual de comprometidas con la causa. Los invito a que sigamos formándonos tanto intelectual como emocionalmente, a que viajemos, conozcamos, nos equivoquemos, inventemos y desechemos.

Esto lo lograremos trabajando de cerca con la sociedad, no siendo profesionales de escritorio, sino personas comprometidas, trabajadores de campo y estando cara a cara con la ciudadanía que necesita ser escuchada y atendida en sus necesidades.

Los invito a experimentar y no aferrarse a las primeras ideas, a no depender del dinero, a tener muchas metas y siempre trabajar por cumplirlas, a no desaprovechar ninguna oportunidad, a trabajar en las diversas ramas de su disciplina, pues ningún conocimiento ni experiencia está de más. Los invito a transmitir nuestro saber a las generaciones futuras y a permitir que eventualmente nos superen sus ideas innovadoras.

Este día representa el fin de una etapa relativamente corta y el inicio de una muy larga e importante. Ahora nos comprometemos a trabajar de forma responsable, a mantenernos actualizados en nuestros conocimientos técnicos y de nuestra realidad social, a respetar el medio ambiente, nuestra historia y la diversidad de opiniones. Nos comprometemos a compartir lo que sabemos, a dejar huella en nuestro tiempo, a buscar hacer grandes obras en lugar de buscar volvernos grandes nosotros mismos.

Finalmente, les hago un llamado para que trabajemos juntos construyendo el futuro que soñamos, a que la sed de conocer y experimentar sea insaciable, a que salgamos y volvamos a nuestro país, a que devolvamos todas las oportunidades que tuvimos la dicha de vivir, a que formulemos y escribamos nuestras propias teorías, ya sean correctas o incorrectas, a que jamás nos falte la ética que tanto nuestros padres como nuestros formadores nos han inculcado. Les hago un llamado a que sirvamos, a que aprendamos de los más humildes y que nuestros servicios no se conviertan nunca en un lujo, sino en una alternativa de cambio, accesible para todo aquel que necesite de nosotros.

Sin más que agregar, debo decir que confío plenamente en que seremos grandes profesionales y ciudadanos comprometidos. ¡Felicidades, graduados!

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