Discurso del representante de la Facultad de Postgrados

Estimadas autoridades, catedráticos, graduados, familiares y amigos, es un honor dirigir estas palabras para ustedes.

Un antropólogo colocó a varios niños detrás de una línea. A veinte metros puso una canasta llena de frutas. Les dio la siguiente instrucción: “Aquel que llegue primero ganará toda la canasta de frutas”. Contó hasta tres y los niños, sorpresivamente, se tomaron de las manos y corrieron juntos, llegaron a la canasta y se sentaron a su alrededor. Cuando el antropólogo les preguntó por qué habían corrido de esa manera si uno solo podría haber ganado todo, le contestaron: “¿Cómo uno de nosotros podría estar feliz si todos los demás están tristes?”.

Cada reconocimiento, cada logro, cada meta cumplida nunca puede encapsularse en algo individual, nunca es autorreferencial. Me explico: hoy día estamos celebrando un rito de paso. Después de esta ceremonia, saldremos de aquí como maestros, como especialistas en alguna materia, con conocimientos y métodos que antes no teníamos. Pero ese rito de paso no es vivido por nuestros familiares, amigos y profesores presentes solamente porque queremos que sean testigos de nuestro éxito, sino más bien porque, en nuestro logro, reconocemos su participación y apoyo.

En este sentido, nuestro logro tiene historia y futuro. Tiene historia porque lo hemos obtenido gracias a nuestro círculo cercano: algunas veces nos financiaron los estudios (o nos ayudaron a pagar alguna mensualidad), otras nos motivaron cuando estuvimos desanimados, muchas veces creyeron en nosotros y nos inspiraron para dar un extra cuando el trabajo de tesis se hacía tedioso, cuando las evaluaciones nos agotaban o cuando queríamos desistir y hasta renunciar. Espiritual y materialmente se hicieron presentes, y hoy lo reconocemos. Debido a la historia, a su vez, es menester ser personas agradecidas. La gratuidad es un paso a la humildad, es oportunidad de reconocer cómo las otras personas nos humanizan; es, en último término, profunda convicción de que los demás nos ayudan a lograr la excelencia.

Por otra parte, nuestro logro tiene futuro. El futuro que le pertenece dependerá de la dirección que le demos cada uno de nosotros. Si el futuro de nuestro logro está dirigido a llenarnos los bolsillos de dinero, de reconocimientos unívocos, de enaltecimientos nimios, de preocupaciones o de conocimientos infértiles, entonces el futuro proyectado del logro de este día será un eslabón más en el engranaje de la automatización del ser humano. Esta automatización hace caer en la deshumanización, en el hiperindividualismo, en la soberbia y en el egoísmo. Sin embargo, si nuestro futuro lo cubrimos de mutualidad, será un futuro donde se mostrará la magnanimidad (alma grande) de nuestra generación.

Cuando nuestros conocimientos y métodos contribuyan al desarrollo de la sociedad y de nuestro círculo cercano, le haremos honor al título adquirido. Cuando la maestría se muestre no solamente en una experticia intelectual y académica, sino en una densidad y calidez humana, que acompañe procesos, estaremos validando el reconocimiento que hoy se nos hace. Cuando vivamos con dignidad y hagamos que se reconozca la dignidad de los demás, sobre todo la de aquellas personas que frecuentemente se les niega, entonces mostraremos que somos la mejor versión de nosotros mismos, pues habremos profundizado en la finalidad de este grado académico.

Debido al futuro, es necesario ser personas responsables. Eso significa, sencillamente, la capacidad que tenemos de responder. Hemos adquirido competencias para responder profesionalmente y hacer de este mundo, con lozanía y valentía, un mejor sitio para convivir.

Finalmente, debemos buscar la felicidad. Esto no significa que no hay y habrá frustraciones, problemas, situaciones difíciles, pues en todo proyecto de vida existen tales realidades. Sin embargo, en el fondo debe prevalecer la felicidad, la motivación interna de que esto es bueno y que mi opción realizada es con motivaciones verdaderas, auténticas y válidas.

Gracias y buenas noches.