Discurso del representante de las facultades de Ciencias Sociales y Humanidades, y de Ingeniería y Arquitectura

0
Ariel Romero
14/11/2017

Estimadas autoridades de la Universidad, compañeros y compañeras graduados, familiares y amigos, tengan todos muy buenas tardes. Es para mí un verdadero honor tener el privilegio de representar a nuestra promoción en este acto de graduación.

Hoy coronamos un camino largo y, sin duda, difícil. El recorrido ha estado lleno de aventuras, temores, sueños, logros. Este título que recibimos hoy es símbolo de nuestra abnegación y perseverancia. Es cierto que lleva nuestro nombre, pero detrás están los nombres de todas esas personas que han estado con nosotros durante el proceso. Siempre estaremos en deuda con ellos.

Para muchos, este logro significa la consecución de un reto. Para otros, un sueño cumplido. Pero sin duda, para todos representa una de las victorias más grandes. Y en esta victoria hay que ser conscientes de que la realidad de nuestro país nos exige, nos demanda, respuestas y soluciones a los problemas sociales. Es nuestro deber ser agentes de cambio y propugnar por las causas que benefician a los grupos desfavorecidos, a nuestros hermanos salvadoreños. Esta atención al prójimo y esta construcción de un mejor futuro pasa por la preocupación por la realidad, por cargar con ella, como afirmaba el padre Ignacio Ellacuría.

Para conseguir esos objetivos, ya tenemos bases sólidas. Pero ser graduado UCA es más que tener un título de una universidad prestigiosa. La mística de la UCA exige no solo vocación universitaria, sino un compromiso muy especial con las mayorías. Como afirman los documentos fundacionales de la Universidad, para responder auténticamente a las exigencias de esas mayorías es necesario un acto creador permanente, lo cual implica una gran capacidad intelectual colectiva y, sobre todo, un gran amor, un indeclinable fervor por la justicia social y cierto coraje para sobrellevar ataques, incomprensiones y persecuciones.

Y cito a continuación al rector mártir: “Esto requiere la mayor excelencia académica posible y sin ella poco contribuiríamos como intelectuales a problemas de tal complejidad. Requiere también una gran honestidad que no es solo vocación de objetividad, sino pretensión de máxima autonomía y libertad. Requiere, finalmente, un gran coraje en un país como el nuestro”. Cuando Ignacio Ellacuría pronunció estas palabras que acabo de leer, no sabía que ese sería su último discurso. Tampoco sabía que su legado llegaría tan lejos y que un día como hoy sus palabras nos inspirarían.

Ahora, nosotros le tomamos el testigo al padre Ellacuría y a nuestros mártires, y como graduados UCA nos comprometemos con ustedes y con la sociedad a ser personas de bien, profesionales para el cambio social.

En medio de nuestras victorias, también debemos recordar a aquellos que perdimos en el camino. En mi caso, la pérdida más sentida ha sido la de mi padre, hace un par de meses. Y aunque lo extraño, sé que él habría estado orgulloso. Sé que algunos de ustedes también han afrontado pérdidas y que otros las enfrentarán. Pero ante eso, diré lo que mi papá siempre me repetía: “Sigue adelante, no te rindas”.

En nombre de todos los graduados, quiero agradecer profundamente a las madres, padres, abuelos, abuelas, tíos, tías, familiares, amigos, compañeros de trabajo, jefes, a la UCA y sus profesores, y, en fin, a todas las personas que de una u otra forma contribuyeron con este logro.

Compañeros y compañeras, lo hemos logrado. ¡Sí se pudo! Ahora vamos ahí afuera a demostrar de qué estamos hechos y mejoremos el mundo.

¡Felicidades a todos!

Lo más visitado
0