Buenas tardes, señor Rector y autoridades de la UCA, señores invitados especiales, queridos padres de familia y familiares de los graduados, apreciados compañeros, amigos todos.
Me siento sumamente honrado de haber sido delegado para tratar de expresar los sentimientos que nos embargan a los graduados que hoy nos titulamos como arquitectos e ingenieros eléctricos y mecánicos de la más prestigiosa universidad del país. Los seres humanos tenemos individualidad, es decir, cada uno tiene su forma de ser; pero somos profundamente colectivos en cuanto interdependientes unos de otros. Hablamos, entonces, de sentimientos que abarcan tanto el ámbito personal como nuestra realidad de seres sociales. Es importante recalcar que el prestigio de nuestra querida UCA no solo corresponde a la excelencia académica que la caracteriza, sino al fundamento de los valores cristianos y de compromiso social con nuestra nación. Permítanme, pues, compartir con ustedes nuestro sentir.
Toda persona tiene sueños y metas; los jóvenes de nuestro país no somos la excepción. Este día en especial, levantamos nuestra mirada al Creador para agradecer su protección, la fortaleza y orientación que supo brindarnos en la realización de este sueño ahora convertido en realidad. Vemos de frente a nuestros profesores, para extender nuestra mano y reconocer su abnegada labor, que le permite a El Salvador contar con nuevos profesionales que contribuyan al desarrollo del país. Abrazamos a nuestros padres y familias para reconocer el cariño y el soporte que nos han brindado durante todos estos años de lucha y esfuerzo. Y compartimos entre nosotros la inmensa felicidad de haber convivido en amistad, solidaridad y entrega; una convivencia que nos permitirá como profesionales aportar a la construcción de un país más humano y más justo.
Inspirados en nuestro Padre Celestial, aspiramos ser constructores de paz, solidaridad y justicia. Respaldados en las enseñanzas y motivación de nuestros profesores, queremos ser agentes de cambio para nuestra sociedad. Nuestros maestros no han sido ajenos a la frase de Bob Talbert que señala que "el profesor excelente inspira". Ustedes, queridos maestros, han sabido inspirarnos en la tarea de perseguir una mejor patria para todos.
A nuestros padres y familias, un reconocimiento de todo corazón por su apoyo constante. Ninguno de nosotros habría logrado este éxito por sí solo; todos encontramos en el seno de nuestro hogar las palabras y los gestos que contribuyeron a mantener el ánimo y la constancia para conseguir lo que este día hemos obtenido. Dios derrame bendiciones sobre cada uno de nuestros familiares y nos permita reconocer en la familia la base que sustenta a una sociedad más unida y en mejores condiciones para enfrentar los retos.
Tampoco podemos pasar por alto el valor solidario del compañerismo. Los objetivos hoy alcanzados no se hubiesen logrado sin la compañía oportuna del compañero y amigo de estudios, aquel que no dudó en compartir, aquel que no dudó en ofrecer su tiempo, su conocimiento, su respaldo, su cariño y muestras de afecto. Esos momentos, recuerdos y experiencias estarán en nuestras mentes y corazones por siempre. Que esta amistad y compañerismo se proyecten al futuro como muestra de que la unidad hace la fuerza, la fuerza de una juventud que unida puede heredarle un mejor destino a las generaciones que nos sucederán.
Debemos reconocer el privilegio de contar con una formación profesional y científica. Este privilegio, del cual muy pocos gozan en nuestro país, nos obliga a tomar mayor conciencia de compromiso. Albert Einstein escribió: "La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa". Los invito, compañeros graduados, a que no seamos espectadores de la realidad, sino actores para la dignificación del ser humano, actores para un futuro próspero y justo.
Hoy concluimos una importante etapa de nuestra formación académica; sin embargo, continuaremos formándonos en la vida, esa vida que no es tarea fácil, esa vida que alberga lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, el deber ser y el ser, el amor y el odio, el pensar en el otro o el anteponer el yo. Invito a todos a darle cabida al compromiso cristiano y humano de reconocer que podemos hacer mucho por los demás.
Permítanme concluir con una oración: "Señor, henos aquí al final de un camino y en el inicio de otro. Gracias por la oportunidad de vivir y estar aquí para dar un paso más en nuestras vidas. Ayúdanos a ser gente de bien, luchadores incansables de nuestros sueños. Danos tu bendición y tu guía para hacer de nuestras vidas algo digno y especial".
Compañeros, mantengamos la energía y persistamos en alcanzar un mejor mañana. Benjamín Franklin dijo: "Energía y persistencia conquistan todas las cosas". Vamos a conquistar un mejor país. Que Dios nos bendiga.