Discurso del representante de los graduados de las facultades de Ingeniería y Arquitectura, y de Postgrados

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Estimados todos, hoy es un buen día para dar gracias: gracias a Dios todopoderoso por darnos vida, fortaleza y sabiduría; a nuestros seres queridos, por su apoyo y cariño; a nuestros maestros, por su empeño, dedicación y confianza; a nuestros compañeros de estudio, por la paciencia y la perseverancia. A cada una de las personas que durante estos años han sido parte del proceso formativo que hoy culminamos, sinceramente gracias.

Eventos como este nos llenan de alegría y de satisfacción. Hoy avanzamos un peldaño más en nuestra formación profesional. Celebramos una conquista, un objetivo logrado. No dudo que se han presentado dificultades y vaivenes, pero aquí estamos.

En nuestro país, ser profesional calificado es una bendición, un privilegio, pero también un compromiso que nos debe hacer reflexionar sobre la responsabilidad que asumimos frente a la nación. Hoy, con empeño, debemos orientar las competencias adquiridas hacia la búsqueda de la calidad y la excelencia en lo que haremos o ya hacemos en nuestros lugares de trabajo.

Desde las diferentes carreras aquí representadas, hoy debemos avanzar hacia el logro de mejoras sustanciales en nuestro entorno laboral, social y familiar. El Salvador requiere de profesionales capaces, comprometidos y, ante todo, éticos. La realidad actual nos interpela y nos pide volver sobre ella con propuestas nuevas, ideas frescas, horizontes por descubrir, todo ello orientado a construir un mejor país. No podemos quedarnos pasivos ante tal demanda.

Lo que hoy sabemos mañana será superado por nuevos saberes o procedimientos. No debemos ser conformistas, debemos seguir actualizándonos, investigando, generando conocimientos para compartirlos con nuestro entorno y desarrollar cambios innovadores que rompan esquemas y que permitan la mejora de todos y todas. En esto radica la grandeza de la educación; en posibilitar que nuestro país crezca, avance y se desarrolle.

Nosotros, educadores, ingenieros, psicólogos, arquitectos, economistas, informáticos, filósofos, juristas, en fin, hombres y mujeres muy bien preparados, queremos decirle esto a la nación: juramos poner nuestro esfuerzo para colaborar en el desarrollo de un país más justo, una sociedad más humana, un presente y un futuro mejor.

Estimados y estimadas, veamos el porvenir con esperanza. Trabajemos solidariamente por hacer realidad ideales nobles e imperecederos como los de monseñor Romero, que con su ejemplo de vida nos invitó y nos sigue invitando a pensar más allá de nuestro pequeños círculos de influencia, a orientar la mirada y el trabajo hacia las mayorías más necesitadas, los que día a día buscan vivir en un país más justo, democrático y con oportunidades para todos. Hoy, como profesionales, tenemos la oportunidad de construir estos sueños.

Sigamos adelante, y muchas felicidades.

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