Durante la vigencia de las medidas extraordinarias, el discurso oficial ha sido triunfalista al repetir obsesivamente que los asesinatos disminuyeron en los últimos 18 meses. Sin embargo, la tranquilidad está lejos de llegar las comunidades más pobres. Peor aún, otra cara de la violencia ha emergido: los abusos que cometen policías y soldados en nombre de la guerra contra las pandillas.