Bienestar y malestar de las madres

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El Índice de las Madres de Save the Children evalúa anualmente el bienestar de las madres y la infancia en 178 países, 46 desarrollados y 132 en desarrollo. El Índice depende exclusivamente de la información publicada por organismos internacionales reconocidos y está basado en una puntuación compuesta de cinco indicadores relacionados con el bienestar de las madres. Estos son salud materna, vinculada al riesgo de mortalidad materna a lo largo de la vida (ninguna madre debería morir al dar a luz); bienestar de la infancia, es decir, índice de mortalidad de niñas y niños menores de cinco años (el bienestar de una madre está íntimamente ligado a la salud y el bienestar de sus hijas e hijos); realidad de la educación, en tanto número previsto de años de escolarización formal (la educación es un derecho humano fundamental y un factor determinante de la calidad de vida); situación económica, entendida como ingreso nacional bruto per cápita (las madres tienden a usar los recursos disponibles para atender necesidades de hijos e hijas); y situación política: participación de las mujeres en el Gobierno (cuando las mujeres tienen influencia en la vida política, es más probable que los temas de su interés tengan prioridad).

Los datos recopilados en el informe 2014 documentan las tremendas diferencias entre los países ricos y los pobres. Entre el bienestar del que gozan las madres que viven en el mundo de la riqueza y el malestar de las que sobreviven en la pobreza. Por ejemplo, el contraste entre el país clasificado en primer lugar, Finlandia, y el situado en último lugar, Somalia, es chocante. En Finlandia, la muerte materna es poco frecuente (una de cada 12,000); en Somalia, una de cada 16 mujeres tiene probabilidades de morir en algún momento debido a una causa relacionada con la maternidad. Prácticamente, toda la infancia finlandesa disfruta de buena salud y buen nivel educativo. Sin embargo, la somalí debe enfrentar graves dificultades; un 15% no sobrevive a su quinto cumpleaños. En Finlandia, este porcentaje corresponde al 0.3%.

Con estos índices, casi todas las madres de Somalia tienen probabilidades de perder una hija o un hijo menor de cinco años, mientras que en Finlandia solo una mujer de cada 181 enfrenta esas probabilidades. La infancia somalí recibe menos de 2.5 años de educación formal; por el contrario, en Finlandia la escolaridad promedio es de 17 años. Somalia también es uno de los países más pobres del mundo. La riqueza nacional de Finlandia es 380 veces superior a la del país africano. Además, las mujeres finlandesas ocupan tres veces más escaños parlamentarios: el 43%, frente al 14% en Somalia.

Los datos mundiales también señalan grandes diferencias e inequidades. Por ejemplo, al nacer, los niños más pobres del mundo tienen tres veces menos posibilidades que los ricos de ser atendidos por un especialista en obstetricia, lo que aumenta el riesgo de que tanto ellos como sus madres tengan complicaciones relacionadas con el parto. En 2012, murieron unos 6.6 millones de niños menores de 5 años, la gran mayoría por causas evitables, lo que constituye una violación al derecho fundamental a vivir y desarrollarse. Un 15% de los niños del mundo se ven obligados a desempeñar trabajos que comprometen su derecho a la protección contra la explotación económica e infringe su derecho a aprender y a jugar.

En lo que respecta al Índice de las Madres en la región centroamericana, el Informe reporta las siguientes posiciones: Costa Rica, 39; El Salvador, 78; Nicaragua, 95; Honduras, 107; Panamá, 109; y Guatemala, 126. Como puede notarse, también hay marcadas diferencias al interior de la región. Los países clasificados en los primeros lugares se encuentran, en general, entre los que cuentan con las mejores condiciones de salud, educativas, económicas y políticas para las madres, las niñas y los niños. En cambio, los países clasificados en los últimos lugares tienen resultados muy bajos en todos los indicadores. El Salvador, aunque no tiene una posición privilegiada (pero tampoco totalmente desastrosa), muestra haber dado pasos importantes en salud materna: logró una reducción del 40% en el riesgo de muerte por embarazo durante los últimos años. En todo caso, Latinoamérica y el Caribe presentan tasas de mortalidad consideras altas. El Salvador no es la excepción; aunque sus registros son incompletos, se estima que la mortalidad materna es de 57.1 por cada cien mil nacidos vivos. La meta para 2015 es llevar esa relación a 52.9.

Ante este panorama, Save the Children exhorta a los Gobiernos a que asuman compromisos en la transformación de las condiciones en las que viven las madres del mundo pobre. En este sentido, se señalan como aspectos ineludibles dar asistencia especializada antes, durante y después del parto; asegurar que todas las madres y recién nacidos que padezcan los efectos de una crisis tengan acceso a una atención médica de buena calidad; incrementar los presupuestos y la inversión en las mujeres y en las niñas a fin de garantizar, promover, respetar y proteger sus derechos humanos; crear instituciones más fuertes y promover una acción temprana de protección social, reducción del riesgo de desastres y sistemas de salud que provean una cobertura universal, con atención especial a los más vulnerables.

Dicen que los datos estadísticos, en sí mismos, no cambian el mundo, pero sí posibilitan el cambio, porque ayudan a detectar las necesidades y evaluar los avances. Y sobre todo, ayudan a que los responsables de tomar decisiones los utilicen para impulsar los cambios necesarios. El documento presenta no solo datos, sino también medidas concretas, que pueden y deben traducirse en políticas públicas de desarrollo para las madres que enfrentan las peores dificultades. De esta manera, los discursos grandilocuentes que suelen hacerse sobre las madres dejarán de ocultar la realidad y darán paso a la construcción de nuevas condiciones que, en efecto, las dignifiquen.

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