El 6 de octubre se conoció que el Premio Nobel de Física de este año está dedicado a innovaciones tecnológicas de tipo breakthroughs en fibra óptica y fotografía digital. Estas innovaciones tecnológicas se produjeron por investigaciones realizadas en 1966 y 1969, es decir, hace más de 40 años.
La primera investigación fue realizada por el Dr. Charles Kao. Aunque ya existía la fibra óptica y el láser en los años sesenta, el problema era que los pulsos de luz viajaban por la fibra únicamente 20 metros y decaían. Los científicos de la época pensaban que este problema radicaba en que la luz se dispersaba por las pequeñas imperfecciones de la fibra (huecos y grietas). Sin embargo, el Dr. Kao, en 1966, presentó sus investigaciones que indicaban que la falla no estaba en el proceso de manufactura de la fibra, sino en el material de la fibra (el vidrio), el cual no era lo suficientemente puro. Para solucionar el problema, el científico propuso utilizar cuarzo fundido.
La segunda investigación fue realizada en 1969 por los doctores Willard Boyle y George Smith, quienes se reunían en las mañanas para discutir cómo idear un nuevo tipo de memoria electrónica. La discusión se desvió y los llevó a usar el efecto fotoeléctrico de Einstein como un dispositivo de imagen que derivó en la invención de un sensor a base de semiconductores llamados CCD (charge coupled device). Los arreglos de CCD sirven para almacenar y reconstruir una imagen, dando lugar al surgimiento de las cámaras digitales que usamos hoy en día.
Lo que hay que destacar es que las innovaciones tecnológicas se producen por uno de dos fenómenos: el "empujón" de la ciencia o el "jalón" del mercado. La investigación científica, aunque lenta, lleva a innovaciones radicales o de tipo breakthroughs, es decir, el tipo de innovaciones que cambian el curso del desarrollo de la industria. En las ahora premiadas por el Nobel, el adecuado aprovechamiento de la luz llevó a la producción de nuevos productos: la fibra óptica y las cámaras digitales. En contraste, las innovaciones producidas por el "jalón" del mercado son en su mayoría de tipo incremental: pequeñas mejoras en productos o procesos. El primer tipo no solo requiere de más dinero, sino que tiene más riesgo y sus aplicaciones no son inmediatas; el segundo es todo lo contrario.
En el caso salvadoreño, la investigación no ha sido privilegiada por ningún Gobierno. Por su parte, las empresas nacionales compran el conocimiento para innovar en sus modelos de negocios, no en su tecnología. Con este esquema, seguiremos sumidos en el subdesarrollo por los siglos de los siglos. ¿Qué hacer? Poner las cosas en su lugar y cambiar paradigmas. Todas las innovaciones surgen de ideas, y el lugar donde fluyen estas ideas (entran y salen) con mayor amplitud y diversidad es la universidad, no la empresa. Entonces, hay que apoyar a las universidades en la formación de doctores y con el financiamiento adecuado para la investigación.
En relación a los paradigmas, hay que cambiar dos que hacen mucho daño al país: "no se puede inventar aquí" y "siempre lo hemos hecho de esta manera". El primero se desvirtúa cuando vemos el desarrollo estupendo de científicos salvadoreños en el extranjero; y superar el segundo nos implica abandonar la posición cómoda que se ha adoptado en el país de dejar que otros piensen por nosotros.