Los eventos ocurridos en la noche del 1 de mayo y madrugada del 2 de mayo en la Asamblea Legislativa de El Salvador son una muestra metafórica de cómo una casa puede ser desmantelada por bandidos. Los diputados de Nuevas Ideas actuaron con sigilo y en horas en las que la oscuridad y la sorpresa les dio cobertura. El 1 de mayo, temprano en la mañana, hubo una marcha con motivo del Día Internacional de los Trabajadores, a la que muchas personas se habrían sumado para ir a la Asamblea de haber sabido lo que se estaba tramando.
Actuaron cuando la ciudadanía estaba descansando, y amanecimos con la casa, nuestra casa El Salvador, sin techo y sin paredes que brinden protección y garantías. Ahora hay otras estructuras que simulan proteger, pero que están diseñadas para ser opresivas. Todo apunta a que los bandidos no se detendrán; solo pueden esperarse atracos mayores. Están tomando algo que no les pertenece y que no les ha costado construir; por lo tanto, saquearán con oportunismo lo que falta.
En adelante, no hay excusas para la inacción ciudadana. Debemos recordar que el poder no reside en los gobernantes, sino en los gobernados. Gobernantes sin gobernados que obedezcan solo serán caricaturas autoritarias. En ellos no se puede confiar, tarde o temprano terminarán afectando a quienes no actúen, y entonces será demasiado tarde.
Luego de las “destituciones” o remociones realizadas y las que estén por venir, la famosa refundación anunciada por la bancada de Nuevas Ideas no es una refundación económica que conduzca a la erradicación de la exclusión de los grupos sociales vulnerables, que sería lo esperado con base en el discurso populista que han utilizado. Tampoco tiene el propósito de restituir la institucionalidad supuestamente violada por los antecesores, sino remover los cimientos de la institucionalidad de toda sociedad moderna: el respeto a la separación de poderes, el respeto a los procedimientos de derecho, el respeto al derecho de disentimiento y oposición.
La búsqueda del control total del Estado no es un fin en sí mismo, no tiene sentido; es un medio político para destruir toda oposición ante medidas económicas y sociales que continuarán exacerbando la exclusión de la población. Las acciones económicas del Ejecutivo así lo evidencian. Ese es el sentido: una refundación política para continuar haciendo lo mismo con discurso nuevo. La corrupción es parte del ADN del Gobierno y de la legislatura de Nuevas Ideas; ella corre ya por las venas de esa refundación. Pruebas abundan en el manejo de la pandemia. No será sorprendente que encuentren aliados en los partidos corruptos de siempre y en los sectores empresariales nacionales e internacionales que saldrán beneficiados con la exacerbación de la exclusión de la mayoría del pueblo.
Es una responsabilidad, científica por parte de los académicos y ciudadana, tomar posiciones claras en la defensa activa de lo que, como dice la UCA, aun siendo débil, ha costado tanto sacrificio construir. Si nos hacemos los desentendidos, nos pasará lo que advirtió Bertrand Russell sobre la condescendencia política ante el avance del nazismo en Europa. Si no lo impedimos, el bukelismo destruirá nuestra casa-país, en la que tenemos derecho a vivir en democracia, y todos los que la habitan.
* Mario Zetino Duarte y Augusto López, director y gestor de procesos de la Dirección de Investigación, respectivamente