En energía, ¿somos viables como país?

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Willian Marroquín
24/04/2009

Uno de los estudios pendientes en nuestro país es aquel que nos permita responder a preguntas como las siguientes: ¿qué recursos naturales tenemos a nuestra disposición?, ¿cuánta tierra fértil tenemos?, ¿cuánta energía podemos generar?, entre otras. Este tipo de estudios se realizan en los países desarrollados desde principios del siglo pasado; en especial, se realizan con frecuencia estudios de evaluación de tierras que tratan de equiparar los requerimientos para producir alimentos para una población dada con los recursos disponibles, como clima, suelo, agua y tecnología disponible. No es extraño, entonces, que en los países del Primer Mundo la agricultura sea subsidiada para garantizar la seguridad alimentaria de sus poblaciones y que sus recursos energéticos y del planeta sean considerados como temas de seguridad nacional.

En general, ¿cómo los recursos están distribuidos en el planeta?, ¿dónde están?, ¿cuál es su extensión?, ¿quiénes son los dueños o tienen derechos? y ¿cómo pueden usarse mejor? Son preguntas de geopolítica que escapan a mi especialidad. Sin embargo, el fortalecimiento de las relaciones entre Japón, Estados Unidos y Brasil en el tema de biocombustibles tiene a la base la cantidad enorme de recursos naturales de los que dispone Brasil. De igual manera, la profundización de relaciones de China con África o las relaciones entre China, Irán, Rusia y Venezuela tienen sus explicaciones en la disponibilidad de recursos naturales. En este último caso, es la energía el tema central de importancia estratégica.

Incluso las guerras en Iraq y Afganistán, y las actuales tensiones de los países desarrollados con Irán y antes con Siria, tienen sus explicaciones en el tema de recursos naturales. Esto se hace evidente cuando se examina la disponibilidad de reservas de petróleo en estos países, las cuales se muestran en color verde en el mapa. También es importante mencionar que alrededor del 50% de la producción de petróleo en el planeta la realiza la OPEP constituida por países del Tercer Mundo: Argelia (que ingresó en la Organización en julio de 2007), Angola (enero de 2007), Nigeria (julio de 1971), Emiratos Árabes Unidos (noviembre de 1967), Indonesia y Libia (diciembre de 1962), Qatar (diciembre de 1961), Iraq, Irán, Kuwait, Arabia Saudita y Venezuela (septiembre de 1960), Ecuador (entre 1973 y 1993, y nuevamente a partir de noviembre de 2007), y Gabón (entre 1975 y 1995).

 

 
El petróleo será siempre motivo de tensiones. Por un lado, los países desarrollados basan gran parte de su bienestar en el consumo de petróleo y sus derivados; y, por otro lado, los productores de petróleo (en su mayoría del Tercer Mundo) no gozan del bienestar que desean, aun siendo dueños del recurso. Aparentemente, Irán quiere proteger sus reservas de petróleo (un derecho legítimo) usando energía nuclear; sin embargo, para algunos países desarrollados Irán representa una amenaza nuclear para la humanidad.

En El Salvador, la producción de energía eléctrica atiende una demanda de 5,292,689 GWh al año con una participación por fuente de recurso energético de la siguiente manera: 25.9% geotérmica, 24.4% hidroeléctrica, 49.4% térmica y 0.3% por importación netas (datos del primer semestre de 2008). Con el desmantelamiento de la CEL (proceso ocurrido en los últimos 20 años), perdió sentido tener una política energética nacional, se abandonaron las fuentes de energía renovables, se abrió la gestión de la energía al sector privado, privatizando la distribución, generación y transporte de la energía y todo lo que se pudo. Esto, obviamente, dio lugar a inversiones del sector privado, principalmente en fuentes térmicas cuya instalación toma un tiempo corto de 0.75 hasta 1.5 años, y garantiza un retorno rápido de la inversión realizada en un mercado casi monopólico. De esta forma, se crea en el país una dependencia alta de derivados de petróleo que no es sostenible a mediano plazo.

Como estrategia de país, la CEL debe potenciarse, y no eliminarse como han querido los neoliberales. En este sentido, las apuestas en geotermia, hidroeléctrica y fuentes alternativas de energía deben ser una prioridad. No solo porque disminuyen la dependencia del petróleo, sino porque de lo contrario el país no será viable en el corto plazo. El desarrollo de proyectos hidroeléctricos y geotérmicos toma de 5 a 10 años, y deben iniciarse lo antes posible a fin de reducir la participación de las plantas térmicas, que ahora ya casi llegan al 50%. Los proyectos del Chaparral (65.7 MW), el Cimarrón (261 MW), río Paz (139 MW) y El Tigre (704 MW) agregarían 1169.7 MW a la capacidad instalada del sistema de potencia del país, que actualmente tiene una capacidad instalada y disponible de 1371.9 y 1258.4 MW, respectivamente. Con estos proyectos hidroeléctricos, el incremento de la producción geotérmica, la repotenciación de algunas plantas en operación y la construcción de pequeñas centrales hidroeléctricas podríamos duplicar la capacidad instalada en MW en un periodo de 10 a 15 años, y reduciríamos drásticamente la dependencia de derivados del petróleo. Esto implica adelantarnos a las exigencias del mercado, que avanza a un ritmo de crecimiento del 4.5% anual en la capacidad de generación.

Es claro que en el tema energético, cuando funciona normalmente (bien planificado), aplica la frase "la mejor inversión es posponer la inversión en la instalación de plantas de energía". Esto apela al hecho de que, ante todo y en todo sentido, el ahorro de energía es una de las mejores estrategias energéticas. Esto será posible si hay incentivos para el ahorro de energía en todos los sectores de la economía. En una economía de libre mercado como la que funciona en el país, se fomenta más bien el consumo, y las recomendaciones que puedan hacer las instituciones del Estado y las empresas distribuidoras de energía para el ahorro de energía se quedan simplemente en buenas intenciones.

Finalmente, en el reporte de energía de 2005, elaborado por Ismael Sánchez de la UCA, se estima que el potencial nacional en MW para el recurso hidráulico es de 2015.14, y el potencial explotado es de 472 (actualizado a 2008); es decir, el porcentaje explotado actualmente corresponde a un 23.4%. De manera similar, para el recurso geotérmico se tiene un potencia nacional en MW de 644 ( ± 248) y el potencial explotado es de 204.4, que corresponde a un porcentaje explotado de 31.7%. En ambas fuentes de energía renovables se tiene un margen importante de explotación que el país no puede descuidar ni ceder a privados, ya que el recurso energético es estratégico para el desarrollo de la economía del país. Es importante destacar que algo positivo de la gestión actual del presidente de la CEL fue su negativa a ceder la explotación mayoritaria de la geotermia a manos privadas, su negativa a continuar subsidiando el consumo de energía con fines políticos, el apoyo a la realización de proyectos hidroeléctricos y su apoyo al desarrollo de la generación eólica. Todos estos pasos han sido acertados y congruentes con las necesidades del país.

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