Los datos recabados por el Instituto Universitario de Opinión Pública a lo largo de los últimos tres años muestran que la inmensa mayoría de salvadoreños ha mantenido durante ese periodo una percepción favorable del presidente Nayib Bukele. Es parte de la naturaleza humana prestar más atención a lo que confirma nuestras ideas preexistentes, y cabe suponer que muchas de estas personas se han enfocado en observar las acciones gubernamentales que les permiten mantener intacta su buena opinión sobre el presidente, restándole importancia al deterioro democrático que su gestión ha acarreado. Pero, ¿qué pasa cuando esta falta de objetividad se extiende a un nivel mayor, y la imagen que los ciudadanos tienen del mandatario llega a permear su visión sobre otros aspectos de la coyuntura?
Precisamente, los resultados de la última encuesta del Iudop, cursada en diciembre de 2022, muestran que las opiniones de los ciudadanos sobre la delincuencia en el país no solo difieren a partir de que hayan experimentado un hecho objetivo en materia de seguridad, como la exposición a delitos, sino que además varían dependiendo de valoraciones subjetivas, como la calificación que le otorgan al presidente.
El cuestionario de este reciente sondeo permitió registrar dos formas de victimización: una modalidad directa, en caso de que la persona encuestada reportara haber sufrido un hecho delictivo; y otra indirecta, cuando quien hubiera sufrido el hecho delincuencial hubiese sido alguna persona que vivía en la misma casa del encuestado. Los resultados indicaron que 86 de cada 100 salvadoreños no habían sufrido ningún tipo de victimización en 2022, mientras que 14 de cada 100 habían experimentado alguna modalidad de victimización (ya fuese directa, indirecta o de ambos tipos).
Resultó interesante conocer la opinión que tuvieron sobre la delincuencia las personas que no habían sido víctimas de algún delito durante el año 2022, y compararlas con el punto de vista de quienes sí habían sufrido una o ambas modalidades de victimización. Curiosamente, los datos revelan que sus percepciones no fueron muy distintas: entre quienes no habían sufrido ningún tipo de victimización, 91 de cada 100 dijeron que la delincuencia en el país había disminuido durante 2022; y dentro del grupo que sí estuvo expuesto a una o más modalidades de victimización, 84 de cada 100 señalaron que la delincuencia se había reducido en dicho año.
Gráfico 1: Percepción de la delincuencia según experiencia de victimización
Sin embargo, cuando se le suma a este contraste la calificación que las personas le otorgan al presidente, las opiniones sí varían de manera significativa, como se muestra en la Tabla 1.
Tabla 1: Opiniones sobre la delincuencia según experiencias de victimización y calificación otorgada al presidente (en porcentajes)
Tal como se observa, dentro del grupo de personas no victimizadas que reprueban la gestión del presidente, un 68% sostiene que la delincuencia disminuyó en 2022. En contraste, entre aquellas personas no victimizadas que aprueban al presidente, un 93.4% opina que la delincuencia se redujo.
¿Qué pasa, en cambio, con quienes sí sufrieron vulneraciones a su seguridad e integridad física, dado que ellos o los miembros de su hogar fueron víctimas de delitos? Entre las personas victimizadas que reprueban al presidente, solo el 48.3% opina que la delincuencia se redujo en 2022. Mientras que, cuando las personas victimizadas aprueban al mandatario, la proporción que percibe un descenso en la delincuencia llega a ser del 91.5%.
Estos datos indican que dos salvadoreños que hayan tenido experiencias similares en su exposición a hechos delictivos pueden expresar opiniones muy distintas sobre la delincuencia en el país, siempre y cuando difieran en la valoración que hacen sobre el trabajo del presidente. En particular, la percepción de que la delincuencia se ha reducido en el país pareciera ser aún más usual cuando las personas hacen una evaluación favorable del mandatario, que cuando han tenido una experiencia favorable en su seguridad.
Ciertamente, no es posible aspirar a que los ciudadanos lleguen a conclusiones sobre cómo está el país solo a partir de datos o vivencias directas; la subjetividad siempre juega un rol importante en la construcción de los puntos de vista de la población. Sin embargo, que la imagen de un presidente condicione la valoración que la gente hace de aspectos concretos de la coyuntura nacional no es algo que pueda tomarse a la ligera, cuando esto ocurre en un país cuyo mandatario goza de una popularidad tan elevada. En estas condiciones, el entusiasmo por la figura presidencial puede hacer que los logros de su Gobierno sean sobrevalorados, confundiendo las apariencias con los hechos, y disolviendo cada vez más la línea entre ilusión y realidad.
* Instituto Universitario de Opinión Pública (Iudop). Artículo publicado en el boletín Proceso N.° 118.