Impuestos y futuro

5

La subida de impuestos propuesta por Mauricio Funes en sus últimos días de gobierno ha despertado muy diversas opiniones. Pero más que hablar sobre la conveniencia u oportunidad de este incremento, conviene de una vez por todas hacer los cálculos de lo que necesitamos para salir del subdesarrollo. Y para salir también de este progreso falso, en el que se estratifica como si entre nosotros existieran castas: salud de primera para la casta superior, salud deficiente o pésima para la casta inferior; educación de buena calidad para el 20% afortunado, educación de insuficiente calidad para el resto, especialmente para el 20% más pobre; y así con las pensiones o incluso dentro del Seguro Social, diversificando entre campesinos, trabajadoras del hogar y demás empleados. Alcanzar el desarrollo tiene costos. Es dinero que hay que invertir en la gente de nuestro país. Y calcular los costos, así como pensar de dónde se puede obtener ese dinero, es indispensable si queremos realmente lograr el desarrollo. Y es importante hacer el ejercicio para poder responsabilizarnos todos de la cuota de sacrificio o de aporte que nos toque, así como para poder pedir cuentas con claridad. Si el aporte nacional es menos de la mitad de lo que se necesita invertir para salir del subdesarrollo, es difícil criticar a los Gobiernos. Si encima hay corrupción, gastos inadecuados, etc., el panorama se vuelve realmente oscuro.

Saber cuánto costaría universalizar el bachillerato, e implementarlo, es básico si queremos salir del subdesarrollo. Los técnicos suelen decir que es necesario que un 70% de la población tenga este nivel de estudios para poder alcanzar el desarrollo. Nosotros estamos logrando que aproximadamente un 40% de las personas de entre 20 y 30 años lleguen al bachillerato. Demasiado lento para salir de esta situación que nos aflige. Calcular lo que nos costaría un sistema universal de salud de la categoría del Seguro Social es otro elemento. Sin salud eficiente, tampoco iremos muy lejos. La propiedad de una vivienda digna da seguridad y mejora las relaciones familiares. Necesitamos duplicar el número de universitarios que terminan su grado entre los 20 y 30 años (solo un 8% de la población en esa edad lo termina, según un estudio reciente de la Cepal). El proceso de universalización de derechos económico-sociales debe ir acompañado de una intensa política de seguridad ciudadana y paz social. Resulta indispensable estimular, apoyar y facilitar el primer empleo juvenil de calidad. El salario debe dignificarse para que el trabajador pueda salir de niveles de simple subsistencia. Y debe dedicarse una parte del Presupuesto a fomentar el empleo y la producción. Sumar los costos de un plan de este estilo es más que necesario.

Y hecho esto, ver nuestras posibilidades. Hay personas que dicen que primero hay que producir riqueza para poder repartirla después. Pero ese cuento nunca ha sido cierto. Es precisamente el esfuerzo de universalizar bienes el que acaba creando más riqueza. Crear riqueza a base de bajos salarios es continuar con el sistema actual, que enriquece desmesuradamente a unos y crea desigualdades generadoras de migración, violencia y frustraciones. Cuando se habla de un plan de nación, hay que comenzar por calcular los costos y establecer los aportes correspondientes a cada sector. Los más sacrificados han sido siempre los más pobres, que proporcionalmente pagan más. Y generalmente son los que están más dispuestos a pagar un poco más, con tal de ver que las cosas avanzan. Y hablamos de ver progreso sistemático, no de ese con el que tan fácilmente nos contentamos diciendo que hace cincuenta años no había vacunación universal. No hay que equivocarse. Decir que en un pacto fiscal debe pagar más el que tiene más, nunca es cierto del todo. En el caso del IVA, el que tiene un salario de simple subsistencia siempre pagará proporcionalmente más que el que gana 100,000 o más dólares al año. Y eso aunque a este último, además del IVA, se le pusiera un impuesto sobre la renta del 40%. Pero aun así, sabiendo el pobre que puede ser que le toque pagar un poco más, está dispuesto a hacerlo si sabe que saldrá de la pobreza. Porque en general confía más en el apoyo mutuo y suele ser más generoso que el que tiene. Por eso mismo es también más fácil engañarlo con promesas.

Los nuevos impuestos puede que sean necesarios. Pero no bastan. La necesidad es evaluar, cuantificar el costo de un plan global orientado a un desarrollo equitativo y justo, y poner aportaciones y recursos dirigidos a ello. Porque ciertamente lo que ahora recogemos con impuestos es insuficiente para salir del subdesarrollo. Y no es a cucharaditas, un impuesto hoy y otro mañana, que vamos a componer el asunto. Ni tampoco sin revisar los gastos del Estado, o sin impulsar la austeridad de sus instituciones y el buen uso de los recursos. En algunos de los municipios más pobres, desde hace varios meses, se ha dejado de pagar la pensión compensatoria y el bono solidario. Los nuevos impuestos pueden ser un respiro momentáneo, y bien por eso si el dinero llega a los que más lo necesitan. Pero El Salvador demanda algo más: un deseo entero y decidido que apoye el desarrollo y las oportunidades de todos, y un obrar en consecuencia, calculando costos y poniendo esfuerzo y sacrificio, capital y trabajo al servicio de ese fin.

Lo más visitado
0