La campaña negativa aumentará el abstencionismo en 2018

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Willian Marroquín
09/05/2017

El ambiente electoral en el país ha empezado a “calentar” a tal grado que ya se conocen algunos sondeos de opinión -de medios de comunicación y universidades- sobre las preferencias partidarias de la población y sus percepciones sobre los problemas del país. El manejo mediático de la información producida sigue siendo el de presentar el proceso electoral como una “carrera de caballos” destacando quién va arriba y quién va abajo. Desperdiciando así una buena oportunidad para incentivar la participación electoral que brinde legitimidad a nuestra incipiente democracia. Los procesos electorales son más complejos y su análisis requiere de considerar qué pasa con los votantes en tres etapas que mueven el proceso electoral: (1) la formación de las preferencias en la población por un partido, (2) la elección o selección del partido por el que se decide votar y (3) la movilización de electores para que efectivamente terminen votando. La influencia de los diversos actores políticos y sus campañas electorales -en cada una de estas etapas- es lo que termina definiendo cómo las preferencias electorales de la población se convierten efectivamente en votos reales o, en el peor de los casos, terminan incidiendo para que la gente se abstenga de votar.

En la formación de preferencias por un partido influye principalmente el grupo familiar, sus creencias religiosas, la educación escolar temprana y el clivaje o fractura social a la que el grupo familiar pertenece. Es decir, poca influencia ejerce la campaña electoral en esta etapa principalmente cuando se trata de votantes fieles o duros, que votan rutinariamente por el mismo partido. La concentración electoral del 76%, es decir, la suma de los votos de los dos partidos mayoritarios (Fmln y Arena) en las elecciones legislativas del 2015 indica que los votantes tienen preferencias partidarias fuertes y, muy poco influyen las campañas electorales para configurar preferencias partidarias.

En la segunda etapa, en la que se elige el partido por el que se está dispuesto a votar, la campaña electoral influye más en el llamado votante de opinión, el cual se ve influido por su cercanía a los temas o cuestiones de las campañas electorales (como la inseguridad, los problemas económicos, la corrupción entre otros) y a las propuestas de los partidos y sus candidatos. En esta etapa y con votantes de opinión -usualmente de débil identificación partidaria- surge el llamado voto estratégico, el cual consiste en que el votante termina seleccionando un partido a votar que no coincide con el de su preferencia primera; pero que dada la coyuntura electoral, tiene más probabilidades de ganar.

La etapa más importante del proceso electoral es la movilización de los electores para que efectivamente vayan a votar. En esta etapa es crucial estudiar el tipo de campaña electoral desarrollada por los partidos políticos. Arena siempre le ha apostado a las campañas electorales negativas y de miedo para hacer que sus votantes terminen votando por este partido. Como parte de esta estrategia los militantes ejercen una presión social fuerte sobre sus votantes con su eslogan “presente por la patria” y, por otros mecanismos de presión social como lo es el de asociar al partido rival con las maras. Por su parte, el Fmln apela más por una campaña más racional, de contacto personal con la gente y, de tipo retrospectiva que hace referencia a la corrupción y a la mala gestión de los recursos financieros en los gobiernos anteriores de arena.

¿Son efectivas estas campañas negativas y de miedo usadas por los medios de comunicación y por los partidos? Pues los niveles altos de abstencionismo del país, en elecciones legislativas (ver figura), estarían indicando el fracaso de estas campañas electorales de ambos partidos ya que para elecciones de este tipo el promedio de participación electoral de las últimas cuatro elecciones fue de 51.69 %. En la elección del 2015 solo votaron 2.3 millones de electores de un padrón que tenía casi 5 millones de votantes potenciales.

Es interesante preguntarse si ¿Crecerá al abstencionismo en el 2018? Pienso que las campañas negativas usadas por los partidos y la falta de confianza de la población hacia el sistema político terminarán alejando a los votantes de las urnas, por lo que es de esperar, que el porcentaje de participación electoral sea más bajo que el de 2015 que fue de 47.81%. El abstencionismo afecta a los partidos pequeños, a la legitimidad de la democracia y al partido arena, ya que es este partido el que tiene que recurrir a la campaña basada en el miedo para hacer que sus votantes terminen votando (la movilización electoral).

La campaña negativa y de miedo a la que se suman organizaciones “fantasmas” de derecha que aparecen en los periodos electorales, producen dos efectos contrarios: 1) logran movilizar a votantes de opinión y 2) alejan de las urnas a la mayoría de los votantes.

En el 2018, pienso que no habrá sorpresas y los resultados serán similares a los de la elección del 2015; es decir el FMLN y Arena terminarán concentrando el 76 % de los votos finales casi en partes iguales y con un porcentaje mayor en arena, como ha sido la historia electoral del país. Así las cosas, si bien los procesos electorales generan una incertidumbre en la población y en los partidos, la tradición electoral del país se terminará imponiendo con un alto nivel de abstencionismo y con un reparto igualitario de poder entre arena y el FMLN. Lo que podría cambiar esta situación es un cambio en las campañas electorales pero la clase política, los medios de comunicación y las organizaciones “fantasmas” no están dispuestas a cambiar.

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