La evaluación del año

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Todos los años se evalúa al Gobierno de turno. Está bien. Y en una democracia hay que evaluar a todas las instituciones de un modo sistemático. Hacerlo una vez al año es sin duda positivo. Pero cuando al Gobierno se le atribuyen todos los males de la nación, algo puede estar fallando en el resto de las instituciones y grupos o sectores sociales. Cuando se evalúa la marcha del país —con frecuencia las encuestas formulan en esos términos la pregunta— debemos recordar que el caminar de El Salvador lo construimos todos. Y no basta con decir que “si nosotros gobernáramos, las cosas irían mejor”. El FMLN decía eso en tiempos de los Gobiernos de Arena. Pero ahora, sin necesidad de pronunciarse sobre la mejoría o el empeoramiento de la realidad, quienes están en el Gobierno saben que las cosas no son tan fáciles. Que los de Arena nos digan que con ellos las cosas irán mejor tampoco inspira confianza.

Y es que el país tiene una serie de fallos estructurales; mientras no se corrijan, difícilmente podrá caminar mejor. Aquí se puede revisar al Gobierno cada año, pero el salario mínimo se revisa cada tres. Si el Estado está, como dice la Constitución, al servicio de la persona humana, sería más importante revisar anualmente el salario mínimo que revisar al Gobierno. Y tanto más cuanto que los salarios mínimos son de vergüenza, inequitativos, diferenciadores de la dignidad de la persona y algunos de ellos brutalmente explotadores. Generalmente, en ese punto no se suele evaluar nunca al Gobierno, porque quienes más interesados están en mantener esos salarios tienen demasiado poder económico y en buena parte son los causantes de que se mantenga en la miseria a muchos trabajadores, especialmente a los del campo.

El Salvador necesita evaluación en todos los campos. Porque efectivamente va mal. Pero va mal, con altibajos, desde hace más de cincuenta años. Cuando monseñor Romero hacía evaluaciones de país, ponía como primera causa del ir mal a la idolatría de la riqueza. Usaba un término teológico y cristiano para definir la realidad nacional. Y aun así le decían comunista, matándolo por ello. Hoy no corre peligro, o al menos no tanto, el que diga que la explotación de los ricos es una de las causas de lo mal que andamos. Pero son demasiados los medios, incluidos los de quienes tienen capital y fortuna, que dicen que los ricos son lo mejor del país. Hasta ahora ha sido difícil, más bien imposible, ver un Enade autocrítico. ¿Es que son perfectos nuestros empresarios y gentes pudientes económicamente como para no tener ninguna culpa del mal caminar de El Salvador? Si la cultura de evaluación es importante, deberíamos aplicarla a todos los sectores de la sociedad, incluidos los ricos.

En ese contexto, conviene buscar baremos y métodos objetivos de evaluación. No basta con la opinión pública, aunque por supuesto esta es importante. Si miramos los índices de desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), El Salvador no se ha caracterizado por tener avances espectaculares. El primer informe de desarrollo se dio a conocer en 1990. Desde entonces nos hemos movido en torno al puesto número cien, con pequeños ascensos y caídas, más dependientes del número de países que se van añadiendo al informe que de nuestros propios méritos. Todavía hoy, en el puesto 115, estamos por delante en desarrollo humano de Honduras, Guatemala y Nicaragua. Curiosamente, nuestra empresa privada valora más el crecimiento económico sin desarrollo humano que el desarrollo humano. O en otras palabras, el beneficio privado que la distribución justa de beneficios entre los trabajadores.

El país está efectivamente mal, y lo seguirá estando mientras no se realicen reformas profundas en educación, sanidad, vivienda, medioambiente, salario. Hace falta un pacto nacional de desarrollo con objetivos claros, con una generosidad mucho más amplia que la actual, con una mejor y más equitativa redistribución de la riqueza, y con capacidad de enfrentar sacrificios ahora para recibir beneficios después. Hasta ahora, ni Arena ni el FMLN han hecho planteamientos a fondo de este estilo, contribuyendo así en buena parte al desprestigio de los partidos políticos. Pero tampoco la empresa privada o la sociedad civil ha hecho planteamientos lo suficientemente claros como para que podamos tener esperanza. Solamente algunos de los informes de desarrollo humano del PNUD dedicados a El Salvador han planteado posibilidades más realistas y de algún modo en la línea de lo que decimos. Pero en general, la tendencia ha sido a aplaudirlos y a olvidarlos después, desaprovechando oportunidades de debates mucho más ricos que los que mantienen los partidos políticos o el mundo de la empresa.

Necesitamos evaluación. Es imprescindible que la realicemos y por supuesto que evaluemos a este y a los siguientes Gobiernos. Pero también que miremos la realidad de El Salvador. Estar en el puesto 115 entre 187 países no es el ideal. Qué hay que corregir para avanzar es la pregunta insoslayable. El crecimiento económico es importante, pero el desarrollo social lo es más, incluso para garantizar un crecimiento económico más sólido y estable. Invertir ahora y más en la gente es indispensable para una mañana pacífico y estable. La evaluación de los Gobiernos hay que hacerla, pero sin olvidar la evaluación de todos los que podemos incidir en un desarrollo más justo y equitativo que el actual.

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Anónimo
08/06/2015
17:54 pm
excelente opinion
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Anónimo
06/06/2015
10:54 am
Los informes del PNUD son un buen parámetro para evaluar la gestión del gobierno, en su primer año y en todo el quinquenio. Pero cuando tenemos un bipartidismo que tiene paradigmas opuestos, se genera un caos. Si en vez de eso construyéramos un Estado con una política de desarrollo social institucionalizada seria otra cosa. Aquí los indicadores sociales se maquillan en el ministerio de economía para satisfacer los egos de los gobiernos. Y las medidas internacionales como el IDH solo dan cuenta de una parte del desarrollo. Preguntémonos quien no quiere asegurar el derecho a la alimentación y al agua? El Estado en función de las elites empresariales, es tan dañino como un estado en función de una cúpula partidaria. El pueblo debería votar por proyectos y por la ejecución de los mismos, pero aquí nos han metido el voto por rostro, que vuelve al sistema mas impredecible. Si \"los rostros\" están sometidos a la compra de voluntades quedamos igual o peor.
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Anónimo
06/06/2015
05:54 am
Muy de acuerdo con su evaluacion, como obrero que siempre fui tuve que emigrar a los Estados Unidos para tener un salario justo y digno. La empresa privada salvadorena siempre ha sido muy mesquina. Ahora ya un hombre pensionado veo la misma disparidad en el salario minimo que da pena y tristeza .
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Anónimo
05/06/2015
09:54 am
Excelente opinión, muy justa
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Anónimo
05/06/2015
08:54 am
Así es Padre, parece muy injusto dejar toda la responsabiidad al gobierno, cuando el país esta conformado por amplios sectores de poder económico históricos, que son los que, unidos a las sociedad civil, debemos convenir para buscar el bien común; en una utopia partiriamos del hecho, que los que tengan mas contribuyan mas, pero por aplicar esa formula alrevés es que estamos inmersos en la pobreza y la violencia, hay que reconocer que esa es una de las causas, la principal, ojala que el consuelo no sea que la historia dara a cada quien su lugar, sino mas bien que esos sectores se conviertan en los principales buscadores y aplicadores de ese bien comun , dejen la mezquindad de sus corazones y veamos todos por fin un pais libre de violencia en el que prevalezca la JUSTICIA SOCIAL, utopia pero la sostengo.
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