El desarrollo de nuestra democracia está lleno de luces y sombras. Y estos últimos años han abundado todavía más en esta doble dimensión, frente a una cantidad creciente de ciudadanos que desearían más luces que sombras. El Salvador ha avanzado en legislación, pero no en cumplimiento; en pasos democráticos, pero no en coherencia con lo andado. Poner una serie de ejemplos puede ayudarnos a comprender lo que digo.
La Ley de Ética Gubernamental ha sido sustancialmente mejorada durante el actual Gobierno. Pero exceptuando la Corte Suprema de Justicia, las demás instituciones del Estado han dado muestras graves de irresponsabilidad a la hora de nombrar a los magistrados que dirigen el Tribunal de Ética Gubernamental. Al fin tenemos una Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública, pero carecemos del instituto que favorecería la aplicación de dicha ley. De nuevo, por irresponsabilidad gubernamental. Se ha superado parcialmente, gracias a la Sala de lo Constitucional, el modo turbio de componer la partida discrecional de la Presidencia de la República. Pero sigue habiendo partidas dentro de las sumas atribuidas a la Presidencia que no aparecen mencionadas en el Presupuesto, a pesar de tratarse de instituciones del Estado creadas por una ley de la República. Se viola de este modo la Constitución.
Hemos logrado tener una Sala de lo Constitucional decente, y los poderes Legislativo y Ejecutivo se dedican a atacarla a través de sus máximos representantes de un modo que podría ser presentado en el Tribunal de Ética, todavía sin quorum para poder tomar decisiones, como una grave violación de la ética. Mientras la ciudadanía quiere acuerdos y negociaciones racionales, el presidente de la actual Asamblea pierde los estribos y se dedica a acusar a la Sala de lo Constitucional de no interpretar bien la Constitución. Siendo como es un posible candidato a la Presidencia de la República por parte del FMLN, debería ser más prudente, pues la ciudadanía está cansada de los políticos de mecha corta.
Frente a otras posiciones, que le niegan todo reconocimiento al actual Gobierno, creo que se puede afirmar que ha habido una serie de avances en la dirección correcta, esto es, hacia la democracia. Pero también pienso que con demasiada frecuencia el FMLN se muestra reacio a ser coherente con los mismos desarrollos que ha generado como partido. Por primera vez en la historia salvadoreña, el Tribunal Supremo Electoral le ha dado prioridad al derecho a la verdad sobre la fácil manipulación de las leyes en el caso de la elección del alcalde de Zaragoza. Pero este logro, llevado a cabo gracias al mayor peso del FMLN en el Tribunal, ha sido mal visto y atacado por miembros del mismo partido. ¿Dualidad? Algo así refleja también el hecho de que, partidarios como son de la lucha en la calle contra la injusticia, no duden, desde las más altas esferas del partido, en animar a grupos de sindicalistas pro FMLN a que ataquen e insulten a aquellos que hacen críticas válidas al comportamiento errático de la Asamblea Legislativa.
El que esto escribe ha escuchado a miembros del FMLN criticar a un diputado de la anterior legislatura, hoy exdiputado de otro partido. Y lo que decían de él ameritaba una investigación a fondo no solo ética, sino incluso judicial. Sin embargo, ahora aceptan que tal exdiputado tenga trabajo en la Asamblea. Por otra parte, el Frente, y hay que felicitarlo, siempre ha estado y sigue estando contra la pena de muerte en El Salvador. Pero a veces tiene tanta coincidencia con GANA, partidaria de la pena de muerte, que produce asombro. Los diputados del FMLN viven con mayor modestia que sus colegas de otros partidos, e incluso se podría decir que su austeridad está por encima de la media legislativa. Pero eso, que indudablemente es un factor positivo, lo estropean fácilmente votando a favor de aumentos salariales o atacando a los periodistas que les cuestionan un refrigerio de veinte mil dólares por ser incompatible con la necesaria austeridad en el Estado. Replicarles a los periodistas diciéndoles que ellos se aprovechan también de los refrigerios, no responde a la pregunta sobre la ética y la austeridad.
Gobernar es difícil, y más en las circunstancias económicas actuales. Los pasos de Arena en sus veinte años ni fueron estructurales, ni aseguraron una economía decente para el país. La dolarización ha sido un problema grave, la privatización de las pensiones un desastre permanente, la privatización de los bancos un robo a la propiedad pública (tal como pudimos constatar cuando fueron revendidos a corporaciones transnacionales). Sin embargo, a pesar de las dificultades y de que la economía continúa estancada, el FMLN podría exponer una serie de avances tanto en la solidificación de la democracia como en la dirección que deben tomar, ampliándose, redes de protección social como el Seguro Social o el sistema de pensiones. Aun así, el modo concreto de operar del Frente, avanzando y retrocediendo simultáneamente, le está restando demasiado apoyo de una ciudadanía crítica que quiere ver en el partido de izquierda más coherencia con principios democráticos y con la propia dimensión social de sus idearios. Frenar ese continuo vaivén de buenas decisiones y malas ejecuciones no solo es imprescindible para el desarrollo de El Salvador, sino para la salud política del FMLN.