La llegada del partido de izquierda al poder ejecutivo ha despertado expectativas inusitadas de parte de diversos sectores sociales. Algunos consideran que este cambio político institucional abrirá las puertas a la solución de demandas históricas y a la reivindicación de derechos; otros esperan un cambio sustancial con respecto a las gestiones presidenciales anteriores.
También hay un sector numeroso que, a fuerza de realismo, percibe límites de acción, del contexto y de voluntad del nuevo Ejecutivo para implementar cambios en la sociedad salvadoreña.
El momento se presta para que la sociedad civil, si bien incipiente aún en sus esfuerzos de incidencia, lleve sus puntos de honor a discusión con autoridades del nuevo Gobierno. Para lo cual, este debió prever los mecanismos no solo de contención a estas demandas, sino también de respuesta efectiva.
Ciertamente, en comparación con las pasadas administraciones, el nuevo Gobierno ha dado un primer paso positivo al oír a ciertos sectores y sentarse a la mesa para establecer alguna especie de agenda, pero no se ha asumido hasta el momento compromisos concretos. Junto a esta posibilidad de interlocución, la sociedad civil debe permanecer atenta a los signos y respuestas del Ejecutivo y no perder de vista su papel crítico ante el Estado.
Esta semana, el movimiento ambientalista ha dado una primera muestra de exigencia ante el Ejecutivo de cara a problemas como la construcción de represas, la minería metálica, el caso Record y la protección de zonas vulnerables.
Los problemas ambientales serán un talón de Aquiles para la nueva gestión no solo por la complejidad del tema, sino por el juego de intereses económicos de algunos proyectos de inversión y los efectos negativos que estos producirían.
En vista de esto, el Gobierno debe establecer una posición firme y clara al respecto; comunicarla, sobre todo a aquellos sectores directamente afectados; y actuar pensando en el interés colectivo sin perjudicar a sectores específicos de la población.
Es necesario recordar que durante la prolongada campaña electoral los partidos políticos y sus candidatos respectivos hablaron de promesas. Sobre todo, el FMLN hablaba de cambios, de esperanza por nacer. En la práctica, esta idea de cambio debe reflejarse no sólo en cambios de actitud, como el hecho de oír las demandas a las que gestiones anteriores se negaban a prestar atención.
Esta semana han sido los ambientalistas quienes alzaron su voz; mañana serán los jóvenes, las mujeres, los campesinos, el sector laboral o el resto de actores, quienes de seguro no sólo desean ser atendidos. Oír es sólo el primer paso, luego procede asumir compromisos y actuar.