Para mejores datos

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La Dirección General de Estadística y Censos (Digestyc) es una de las fuentes más importantes para el conocimiento de la sociedad salvadoreña, sus problemas y sus necesidades. Su personal es uno de los más eficientes a la hora de levantar encuestas sobre diversos puntos de interés político y social de nuestra realidad. Recorrer los datos que nos ofrece siempre resulta interesante para quienes deseamos justicia social y desarrollo adecuado y generalizado de las capacidades de los salvadoreños. Su información es abierta y tiene un amplio despliegue en su página web. Sin embargo, algunos de los datos que nos da necesitan mayor explicación. Por eso es necesario recorrerlos y comentar algunos de ellos brevemente.

Un primer ejemplo es el del costo de la canasta básica. La canasta básica alimentaria de la ciudad para un hogar promedio es de 185 dólares. En el campo, para un hogar promedio ligeramente superior al urbano en número de miembros, es de 123 dólares. ¿Es realmente así? Los datos nos dicen que en el campo hay mayor desnutrición infantil. ¿No significa eso que la canasta básica alimentaria debería ser reforzada y que los cálculos no están bien hechos? Algo parecido ocurre con el servicio de agua. Según la Digestyc, “el acceso al agua por cañería de los hogares en el 2017 fue de 88.3% a nivel nacional, mientras que en el área urbana fue 95.5% y en el área rural de 76.5%. Por su parte, en el AMSS el 97% cuenta con acceso a servicio de agua por cañería”. Estos datos, aunque muestran deficiencias, especialmente en el campo, dan una idea relativamente positiva del acceso al agua. Sin embargo, no se aclaran algunas cuestiones. ¿El acceso al agua es permanente, las 24 horas del día, o solo temporal, unas pocas horas? ¿El agua está instalada en el interior del hogar tanto para consumo como para saneamiento? ¿El agua que llega por cañería es potable y sana para consumo? Probablemente las respuestas a estas preguntas nos darían una imagen menos positiva. Tener datos fehacientes cuando se está discutiendo la ley general del agua y cuando la tendencia a la privatización del agua ha tenido ya un impulso demasiado fuerte en el país es una necesidad ciudadana.

Otro elemento que merece mayor explicación es la pobreza. En pobreza monetaria, medida desde el ingreso económico del hogar, se nos dice que el 29% de las familias sufre este tipo de privación. En pobreza multidimensional (hay que felicitar a la Digestyc por llevar a cabo este tipo de medición), el porcentaje de hogares que la sufren es del 33%. El cruce entre las dos mediciones suele establecer siempre que algunos que están en pobreza económica no están en pobreza multidimensional y viceversa. Esto lleva a concluir que la pobreza en El Salvador es más extensa que lo que indican las dos cifras mencionadas. Si la pobreza, tanto multidimensional como monetaria, es más abundante en el campo que en la ciudad, las cifras de personas en pobreza aumentarían todavía más. Descomponer esos datos y publicarlos sería un buen servicio.

El espacio no da para más análisis, pero dos cosas son evidentes. En primer lugar, la Digestyc es una buena institución y acudir a ella es importante para quienes desean un país mejor. Pero, en segundo lugar, es importante que, teniendo como tiene muy buenos profesionales, desglose públicamente con más detalle los datos que ofrece. Tener claridad en los datos ayuda a buscar soluciones adecuadas, a criticar políticas erróneas y, sobre todo, a dialogar sobre las necesidades concretas de El Salvador. Pedirle a la Digestyc que desglose datos, que amplíe su significado, es solicitarle que siga sirviendo cada día con mayor eficacia. Pueden hacerlo y ojalá lo hagan.


* José María Tojeira, director del Idhuca.

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