Víctimas de accidentes de tránsito

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El 18 de noviembre se conmemoró el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de los Accidentes de Tránsito. La celebración data de 2005, cuando la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas emitió una resolución para instaurar esa fecha con el objetivo de visibilizar a las víctimas y la difícil situación de los familiares que se enfrentan a las consecuencias emocionales y prácticas de estos trágicos sucesos. Se pretende también que los Gobiernos y las ONG de todo el mundo llamen la atención pública hacia los accidentes de tráfico, sus consecuencias y costos, y las medidas que pueden adoptarse para prevenirlos.

A escala mundial, los accidentes en carretera provocan la muerte de cerca de 1.3 millones de personas y daños o alguna incapacidad en otros 50 millones. Además, constituyen la principal causa de mortalidad entre los jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y los 29 años. Cerca de la mitad de las personas que fallecen cada año por accidentes de tránsito en el mundo son peatones, motoristas, ciclistas y pasajeros del transporte colectivo, y esta cifra es aún mayor en los países y comunidades más pobres del mundo. Con justificada razón, hablando de este inseguro mundo, Eduardo Galeano dice que "es peligroso cruzar la calle, porque cada veinticinco segundos muere un peatón, asesinado por eso que llaman accidente de tránsito".

En El Salvador, según datos del Ministerio de Salud y de la Subdirección de Tránsito Terrestre de la Policía Nacional Civil, en los primeros 10 meses del año, 1,123 personas murieron en accidentes de tránsito. Asimismo, el Ministerio gastó cerca de 5 millones de dólares en atenciones médicas entre el 1 de enero y el 30 de septiembre de 2012. Según datos de la Organización Panamericana de la Salud, las muertes por accidentes de tránsito en El Salvador rondan las 12.6 por cada 100 mil habitantes, por lo que está al borde de ser considerado como una nueva epidemia. Además, la entidad revela que el país está a un paso de desbancar a la primera nación en la triste lista del mayor número de muertes por esa causa, Ecuador.

En cifras globales, se estima que, a menos que se tomen medidas inmediatas, las víctimas mortales en las vías de circulación se incrementarán hasta convertirse en la quinta causa principal mundial de mortalidad para 2030, lo que tendría como resultado un estimado de 2.4 millones de víctimas mortales por año. En consecuencia, es urgente un mayor trabajo para hacer más seguras las vías de tránsito. Y esa seguridad tiene que estar en los vehículos, en las carreteras, en los límites de velocidad. Sin olvidar, claro está, la tolerancia humana a la fuerza física, la educación e información vial, y el cumplimiento de las normas de tránsito.

El Informe sobre la situación mundial de la seguridad vial, realizado por la Organización Mundial de la Salud, sugiere que dentro de cada país debe existir una colaboración entre los actores y organismos cuyas políticas repercuten en la seguridad de los usuarios de las vías de tránsito. En este sentido, recomienda que al adoptar decisiones políticas con repercusiones en la seguridad vial han de considerarse las necesidades de todos los usuarios de la vía pública, especialmente las de los más vulnerables.

Las recomendaciones también incluyen aplicar medidas concretas para prevenir los choques en la vía pública, reducir al mínimo los traumatismos y sus consecuencias, y evaluar las repercusiones de estas medidas, entre las que figuran reducir la velocidad excesiva e inapropiada; reducir el consumo de alcohol cuando se conduce; incrementar el uso de los cascos para motociclistas, los cinturones de seguridad y los sistemas de retención para los niños. Estas medidas suponen la aplicación de una legislación amplia y clara, con sanciones apropiadas y acompañadas de campañas de sensibilización pública. Implica, además, la vigilancia del cumplimiento de todas las leyes sobre seguridad vial. El mensaje del texto es preciso: ningún país puede cruzarse de brazos en la búsqueda de seguridad vial ante tan dramáticas cifras de víctimas. Es imperativa la creación de soluciones operativas y eficaces; pero sobre todo, humanas.

Eduardo Galeano habla en su más reciente libro, Los hijos de los días, de un día sin autos. Lo describe así: "Los ecologistas y otros irresponsables proponen que por un día, los automóviles desaparezcan del mundo. ¿Un día sin autos? ¿Y si el ejemplo se contagia y ese día pasa a ser todos los días? Dios no lo quiera, y el Diablo tampoco. Los hospitales y los cementerios perderían su más numerosa clientela. Las calles se llenarían de ridículos ciclistas y patéticos peatones. Los pulmones ya no podrían respirar el más sabroso de los venenos. Las piernas, que se han olvidado de caminar, tropezarían con cualquier piedrita. El silencio aturdiría los oídos. Las autopistas serían deprimentes desiertos. Las radios, las televisiones, las revistas y los periódicos perderían a sus más generosos anunciantes. Los países petroleros quedarían condenados a la miseria. El maíz y la caña de azúcar, ahora convertidos en comida de autos, regresarían al humilde plato humano".

Hay aquí intuiciones críticas, provocativas, creativas, utópicas, humanas, y desde las víctimas. La pregunta es si estas tienen alguna posibilidad real de llevarse a la práctica, al menos en algunas acciones simbólicas o en el espíritu de la misma, en el llamado mundo de la civilización moderna, tan ajeno en muchos aspectos a darle centralidad a la persona humana.

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Anónimo
21/11/2012
09:59 am
Estimado Carlos Ayala: Respecto a su editorial "Víctimas de accidentes de tránsito", ustedes exponen que la tasa de muertos por cada 100,000 habitantes es o fue en su momento de 12.6. Si tomamos que la población de El Salvador es de unos 6.5 millones y los fallecidos desde enero a octubre suman 1,123 compatriotas, la tasa actual de fallecidos por cada 100,000 supera ya los 17 por cada 100,000. (1,123/6,500,000x100,000)o 1,123/65 (000,000)= 17.27. Si extrapolamos los fallecidos para los meses de noviembre y diciembre, tendremos unos 1,347 fallecidos al final del año 2012, lo que nos daría una tasa de 1,347/65 = 20.7 fallecidos por cada 100,000. Ecuador tiene una tasa de 33. Todavía estamos lejos de Ecuador, pero estamos pasando de 12.6 a 20.7, lo que es un incremento de más del 60%, lo cual es más que alarmante.
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