¿Por qué seguir luchando por la verdad?

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Editorial UCA
21/03/2013

El 15 de marzo se cumplieron 20 años de la publicación del informe de la Comisión de la Verdad. Un documento cuyo título, "De la locura a la esperanza", dejó claro que lo ocurrido durante los años del conflicto armado fue irracional, una locura, una guerra entre hermanos inhumana y deshumanizadora. Y señalaba que descubrir y dar a conocer la verdad de lo acontecido, para que no se repitiera jamás, podría abrir el camino a la esperanza para El Salvador, una vez firmados los Acuerdos de Paz. Sin embargo, el informe fue archivado, sus recomendaciones ignoradas, y se perdió así la histórica oportunidad de aclarar y hacer justicia en los hechos documentados.

En El Salvador, dos son los obstáculos que han impedido la búsqueda de la verdad y la justicia. El primero, la ley de amnistía, que se aplica contradiciendo la Constitución y los tratados internacionales en materia de derechos humanos. Una ley en la que se amparan jueces y fiscales para no investigar los crímenes cometidos antes y durante el conflicto armado. El segundo, la falta de voluntad para encontrar un camino que permita una verdadera reconciliación de la sociedad salvadoreña. Ni siquiera se ha querido discutir con seriedad la posibilidad de derogar la ley de amnistía o modificarla de acuerdo a la Constitución y a la jurisprudencia internacional. Tampoco se ha podido avanzar hacia una ley de dignificación y reparación de las víctimas. Así, no solo se niega a las víctimas su derecho a conocer la verdad y a que se aplique justicia, sino también se protege a los perpetradores.

Y en el fondo, hay algo todavía peor: buena parte de los que defienden la ley de amnistía lo hacen porque consideran que los victimarios actuaron con cierta razón y apego al derecho, mientras que las víctimas de algún modo habrían sido culpables de lo que les ocurrió. Para este pequeño grupo de la población, compuesto por quienes cometieron crímenes de lesa humanidad, los ordenaron, fueron cómplices, estuvieron en el poder durante la guerra y/o se aprovecharon de la circunstancia para su beneficio personal, el único camino para la paz es el perdón y el olvido. Su voz, por supuesto, carece de todo sustento y autoridad.

Para otro grupo, más numeroso y responsable, en el que están las víctimas y sus familiares, los defensores de los derechos humanos, así como hombres y mujeres que trabajan para construir un nuevo El Salvador, no hay reconciliación ni paz verdaderas sin conocimiento de la verdad y aplicación de la justicia. Y su voz es la que sí vale, la única autorizada, la que tiene verdadero poder moral y ético, pues es la palabra de las víctimas. Son ellas las que padecieron los hechos de barbarie, las que fueron torturadas, desaparecidas, violadas, asesinadas... las únicas que tienen derecho a decir cómo quieren que el daño sea reparado.

Conocer la verdad, saber qué ocurrió y por qué, quiénes fueron los ejecutores de tan horrendos crímenes, conocer si actuaron por propia iniciativa o si recibieron órdenes superiores, es un derecho inalienable de las víctimas y un deber que el Estado no debe eludir, sino defender y promover. Solamente será posible avanzar hacia una verdadera reconciliación nacional y sanar las heridas a partir del conocimiento de la verdad y de la aplicación de la justicia. Bajo ningún concepto, ni desde los principios de un Estado de derecho ni desde la ética humana, es aceptable lo que pregonan algunos políticos, analistas y funcionarios con excesiva ligereza: hurgar en el pasado abriría las heridas e impediría la paz. Las heridas nunca han sido sanadas, siguen abiertas, y solamente aquellos que fueron heridos tienen derecho a decir una palabra al respecto.

Y es en base a esto que se celebró esta semana, en el marco del Festival Verdad, el quinto Tribunal Internacional para la Aplicación de la Justicia Restaurativa, en el que un grupo de víctimas presentó sus casos y pudo acusar a sus verdugos ante el panel de juristas que emitirá una sentencia. En el Tribunal, ningún victimario se sentó en el banquillo de los acusados, pero el hecho de que las víctimas fueran escuchadas, se les reconociera su inocencia y que fueron objeto de los abusos de las fuerzas de seguridad, y se declarara públicamente que sus derechos humanos fueron violados, es un paso para su dignificación. Ojalá en el futuro los acusados de planear y perpetrar los crímenes se presenten y colaboren en el esclarecimiento de la verdad. Los victimarios deben saber que, una vez que se conozca la verdad y se haga justicia, seguramente recibirán el perdón de las víctimas y podrán descargar su conciencia de esa enorme losa que los aplasta constantemente y no les permite vivir en paz. Los victimarios, colaborando con la justicia y los grupos de víctimas, aligerarían el peso oprobioso de sus crímenes, podrían alcanzar paz y tranquilidad en su corazón.

Ciertamente, se necesita osadía para hacerlo, pero las mismas víctimas les demuestran que vale la pena y que no es venganza lo que desean, sino verdad, justicia y perdón. Si algunos tuvieran esa osadía de hablar y de colaborar con la búsqueda de la verdad, podrían experimentar en carne propia la frase evangélica "la verdad los hará libres" y prestarían un inestimable servicio al país. Así, serían merecedores del perdón.

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Anónimo
02/04/2013
19:03 pm
Dos cosas:(a) Cancillería está inmerso en un proceso de reparación con respecto a las victimas.. es decir, aunque falte mucho por hacer, hay que decir lo que se hace (b)Se podría haber hecho más (y ser hará más) también (aunque no sólo por eso) cuando la sociedad civil se cohesiones y exija... pero, para muestra un botón: el IDHUCA lleva años peleado con el resto de instituciones de derchos humanos (FESPAD, CDHES, etc...) no sé por qué pero no habla bien del asunto... mi interpretación: protagonismo. Salud
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Anónimo
23/03/2013
19:34 pm
Los grupos que sostienen que los victimarios de crimenes de lesa humanidad actuaron apegados a derecho, cabe preguntarse: en que clase de Derecho sustentaron cometer sus crimenes? se apegaron al derecho de la Oligarquia y grupos economicos poderosos a los cuales servian? Por otro lado, sostener que las victimas son culpables de lo que les ocurrio estan absurdo y demuestra poca seriedad. Por buscar o proclamar la verdad y la justicia social no puede asesinarse a las personas De esta manera y en honor a la verdad, hay que decir que la muerte de Monseñor Romero, Los Jesuitas y otras personalidades, asi como los campesinos y campesinas niños y niñas violadas y desaparecidas fueron crimenes planificados y que correspondian a una agenda de la oligarquia y elites poderosas y ejecutados por los militares y otros grupos oscuros. Porque no hay interes en derogar la ley de amnistia? solo se me viene a la mente una frase que lei en una revista ECA hace a&nti
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