¿Propósitos? Mejor pocos, pero serios

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Editorial UCA
07/01/2015

Se acostumbra comenzar cada año con nuevos propósitos. Y estando como estamos, en tiempo de elecciones, en nuestro caso todo se convierte en denuncia del contrario al tiempo que se promete cambio, mejora y felicidad para el votante si este se inclina por el candidato que, más que reflexionar sobre el futuro, promete —sin preocuparse de si lo puede cumplir— lo que el atribulado ciudadano quiere escuchar. Todo se reduce a propósitos, promesas, maravillas que se desprenderán del voto otorgado. En este contexto de discurso mentiroso, grandilocuente, apasionado, agresivo y con frecuencia irracional, la ciudadanía debe mantener despierta la razón. Los políticos son especialistas en tocar los sentimientos de la gente y separarlos, lo más posible, de la racionalidad. Por eso es necesario enumerar una vez más algunas acciones imprescindibles para que 2015 no constituya otro fracaso en nuestra malograda historia de desarrollo.

Si hubiese que elegir las plagas de nuestra sociedad, la violencia, la desigualdad, la debilidad institucional, la corrupción y la impunidad coparían sin duda los primeros lugares de la lista. Y por ello los propósitos deben ir vinculados con esos males, pero sabiendo que solucionarlos no es tarea de un año, pues son demasiado graves, y que hay que discutirlos con seriedad, entrando a las causas y proponiendo pasos graduales y eficaces. En este sentido, es necesario partir del hecho que la desigualdad y la violencia van de la mano. Una mayor inversión en educación es necesaria para vencer los factores que consagran y agrandan la desigualdad. Si la desigualdad está consagrada en diversas estructuras y normas socioeconómicas, como el sistema de salud o la ley del salario mínimo, es indispensable comenzar el debate sobre cómo superarlas. Invertir en nuestros jóvenes es la mejor manera de vencer en el largo plazo la violencia. No podemos aspirar a eliminarla si estructuralmente maltratamos a la mayoría de nuestra juventud negándoles posibilidades educativas, salarios dignos, salud igualitaria.

La debilidad institucional, la corrupción y la impunidad están también profundamente entrelazadas. El acceso a la información pública debe ampliarse al máximo como freno de la corrupción. También las posibilidades de dimisión y cese en sus cargos de los políticos. Hasta ahora, solamente los delitos graves pueden ser causa de remoción; el favoritismo, el nepotismo y el enriquecimiento familiar se mantienen en una especie de limbo oscuro. Las formas de administrar dineros públicos con turbiedad que iniciaron los Gobiernos de Arena se mantienen en la actualidad. Se debe destapar la olla y purificar el mundo de lo político, en tantos aspectos putrefacto.

Si no tenemos la capacidad de hacer propósitos y propuestas de fondo frente a nuestra realidad social, si no somos capaces de reconocer errores, este año pasará con la misma insustancialidad que 2014. Pleitos, escándalos, pequeños avances, violencia diaria reflejada sangrientamente en las páginas de los diarios y en discursos vacíos se sucederán unos a otros. Y todo para seguir siendo uno de los países más violentos del mundo, con un liderazgo económico y empresarial tan voraz como irresponsable, con un liderazgo político en connivencia con la desigualdad social, económica y de servicios estatales, con la corrupción y la debilidad de las instituciones como medio para sacar provecho en favor de unos cuantos privilegiados, mientras las mayorías sufren las plagas de un Estado lleno de fracasos. Cambiar esta situación es labor de todos. Y es el mejor propósito para 2015. Las soluciones no son teóricamente difíciles, pero requieren planteamientos claros y voluntad política. Pensar, hablar, exponer, insistir en el desarrollo social y económico al servicio de todos es una tarea indispensable de toda persona de buena voluntad.

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Anónimo
08/01/2015
09:46 am
Una propuesta concreta es NO votar por los diputados que se han negado a aprobar la ley de aguas. Casualmente pude ver por TV una plenaria y fue verdaderamente indignante observar cómo los diputados eludieron incluir el tema de aprobación de dicha ley en al menos 2 ocasiones, cuando otros lo propusieron. Habría que ver si éstos últimos lo hicieron hipócritamente o no, sabiendo que podrían estar siendo observados por potenciales votantes. En fin, creo que la campaña es nuevamente una repetición incesante de promesas y utopías; repetición que quiere impactar el subconsciente de los votantes para generar votos inconscientes y favorables el día de las elecciones. Esta campaña es un insulto a los electores, porque nos considera seres incapaces de pensar, recordar o analizar. Es tiempo de castigar con nuestro voto a dinosaurios egoístas y corruptos de siempre! Salvadoreños(as): Indaguemos, investiguemos, ahondemos... antes de dar nuestro voto a políticos oportunistas,...
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