¿Respetar al Fiscal?

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Editorial UCA
26/06/2015

Entre las varias funciones que el artículo 193 de la Constitución define para la Fiscalía General de la República está la de defender los intereses del Estado y de la sociedad. Su ley orgánica la faculta para dirigir la investigación de los hechos delictivos y promover y ejercer en forma exclusiva la acción penal pública. Es decir, la Fiscalía y, en ella, el Fiscal General, su director y máximo representante, son de trascendental importancia para el país, pues deben velar por el cumplimiento de la ley e investigar, perseguir y ordenar que se capture a cualquier persona que la quebrante. Esto está en la letra. Sin embargo, en la realidad, la Fiscalía no se ha caracterizado por defender los intereses del Estado y menos los de la sociedad. Más bien, el puesto de Fiscal General ha sido una fruta muy apetecida por aquellos que quebrantan las leyes y buscan cobijarse con el manto de la impunidad.

Hay sectores que han construido su poder a fuerza de torcer las leyes y que ponen fiscales precisamente para que no las hagan efectivas. Por esta perversa realidad monseñor Romero afirmó que la justicia en el país es como la culebra, que solo muerde a los descalzos. No es de extrañar, entonces, que en las turbias negociaciones de los partidos políticos para el reparto de las instituciones de control del Estado la titularidad de la Fiscalía sea una pieza fundamental. Aún quedan 6 meses para que termine el período del actual funcionario y el tema ya está en discusión. Por su parte, Luis Antonio Martínez ha manifestado públicamente su interés en la reelección y ha denunciado una campaña en su contra. Hay sectores que defienden al Fiscal y organizaciones sociales que libran una lucha para que la reelección no se lleve a cabo.

Al analizar su desempeño desde que fue nombrado, en diciembre de 2012, queda claro que Martínez ha sido protagonista de episodios que deberían hipotecar sus aspiraciones. El Fiscal General ha sido señalado desde viajar en los jets de un empresario al que debería procesar, hasta prohibirle al juez del caso de Francisco Flores que revelara información importante. Como otros cuestionados personajes de la política salvadoreña, Martínez alegó que la información de sus viajes oficiales era de carácter reservado y, por tanto, quedaron en la oscuridad los detalles de los muchos que ha realizado.

Al funcionario también se le comprobó una relación laboral y empresarial con Flores y su familia. Su negativa a incluir el lavado de dinero entre los delitos que se le imputan al exmandatario provocó que algunos sectores entendieran que más que investigar al acusado, el Fiscal tenía por cometido librarlo de la cárcel. De hecho, cuando debido a la incompetencia del primer juez que ventilaba el caso, la Corte Suprema de Justicia decidió pasarlo a otro juzgado, el Fiscal le exigió al nuevo juez que no revelara el reporte de operaciones sospechosas que Estados Unidos había expedido contra Flores. Afortunadamente, el juez no hizo caso e incluyó el lavado de dinero entre los delitos. Las intimidaciones del Fiscal quedaron en palabras.

La oposición a la reelección del Fiscal no parte solo de su modo de relacionarse con otros funcionarios, en el que prima un lenguaje incoherente con la dignidad del puesto que detenta. Tampoco de su pintoresco culto a sí mismo, que se refleja, por ejemplo, en la profusión de fotos suyas en la página web de la Fiscalía y en el más reciente informe de labores de la institución (en el cual, de hecho, casi hay más retratos del funcionario que contenido informativo). La razón de fondo para oponerse a su reelección es la índole de su compromiso con la justicia, la nación y la sociedad. Quien dirige la Fiscalía General de la República no debe tener ningún compromiso con los sectores que necesitan de la protección estatal para burlar la ley. Pero aquí parece ser una tradición que lleguen más alto los que más destacan en los vicios y corrupciones de la política. Al igual que parece ser una norma que a los cargos que son negociados por los partidos no lleguen personas honestas y capaces.

Para ser Fiscal General de la República, la Constitución exige los mismos requisitos que para los magistrados de las cámaras de segunda instancia: ser salvadoreño, laico, mayor de treinta y cinco años, abogado, de moralidad y competencia notorias, entre otros aspectos formales. Todos son requisitos que se pueden demostrar fácilmente, excepto el de la moralidad y competencia notorias, que es precisamente el más importante y al que menos atención ponen los diputados cuando eligen a los funcionarios. Hacer efectivo el cumplimiento de este requisito sería el mejor camino para la elección del próximo funcionario. Solo así se cumpliría, en el sentido que corresponde, la exigencia de respetar al Fiscal.

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Anónimo
02/07/2015
19:35 pm
De seguro ahora le tiraran la culpa del fracaso del gobierno al sr fiscal. Sigan engañados srs de izquierda. o sea que ahora hay que tener un fiscal que permita las tonterias que hacen los que no pueden gobernarnos. no señores. En el 2019 todo volvera a la normalidad y esta pesadilla se acaba.
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Anónimo
01/07/2015
15:59 pm
no permitan q ese señor fiscal Martínez siga en el poder el mas q el a llevado al pais asta donde esta esas sus captura incurrentes q hace y su prepotencia con q se dirije al pueblo es q estamos asi
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Anónimo
29/06/2015
05:38 am
De acuerdo con el comentario que precede, en el país estamos viviendo un golpe técnico al Estado, como decía un personaje reciente, nos guste o no nos guste, eso es.. un golpe técnico, a todo se le ha puesto obstáculo.. seria interesante saber si teniendo en el poder ejecutivo al principal partido de oposición las cosas serían distintas, iguales o peores,, yo creería que peores pero por que ellos no tendrían obstáculos para hacr que suelen hacer bien... corruptelas.
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Anónimo
27/06/2015
06:59 am
\"La Fiscalía no se ha caracterizado por defender los intereses del Estado y menos los de la sociedad.\" Bueno aquí en El Salvador la justicia parece que esta al revés favoreciendo los intereses de una argolla. Eso es lógico por la vinculación de Luis Martinez a Paco Flores, cuando trabajaba en casa presidencial y por el la sociedad que tiene en una empresa con la esposa del imputado. Ahora ni mas ni menos aspira a la reelección. Ha viajado al Vaticano y la Prensa Gráfica titula en el encuentro como Fiscal pide por la Paz en El Salvador. Por que tanto cinismo? En la misma linea esta la Sala de lo Constitucional. en el fondo es un golpe técnico donde un órgano de ha secuestrado la institucionalizad del Estado. Deberían de separar la persona del cargo que representan. Ellos aluden que son atacados en su persona cuando en realidad lo que se critica es el rol que están desempeñando. Mientras crece mas la conciencia del daño que estos funcionarios le están creando al país.
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Anónimo
26/06/2015
18:27 pm
Con mucho respeto pero en este país cagar partido político cada gremial cada Ong quisieran un Fiscal a su medida lo mismo la Uca sin escapar los medios de comunicación pero creo que eso nunca lo van a encontrar, lo quieren independiente y de dondeeeeee mejor pidan que les hagan uno a su medida a su gusto y a su favor pero eso solo lo hacen en Ilobasco.
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Anónimo
26/06/2015
17:12 pm
El fiscaal debio de haber sido Henry Campos pero el es de la clae de persona que no se vende ni tiene compromisos con nadie y hay varias personas a las que esa clase de gente no les gusta. Por que sera.......
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Anónimo
26/06/2015
10:31 am
Simplemente diré: El fiscal es una persona egocéntrica, que únicamente mira su beneficio. Se le paga para hacer su trabajo, para cumplir con sus funciones, pero no lo hace. Realmente es como el caballero de géminis de los caballeros del zodiaco, dos caras, un hipócrita con el pueblo y lame botas de grupos económicamente poderosos, tanto de derecha como de izquierda. Siempre he pensado que una persona antiética es similar a una prostituta que no tiene valores, lo único que le importa es el dinero. Cuando termine su mandato a ver quien le consiente el ego, o será como Funes que amasó su patrimonio a costa del pueblo. En El Salvador, a veces creo que la justicia está desnuda bailando perreo -como dice Eddie XP-. Sufre una trata y es explotada por parásitos de la patria.
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