Apuesta por el futuro

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Editorial UCA
23/04/2014

Cuando se habla de impuestos, nos ponemos a temblar. Unos porque no quieren renunciar a la costumbre de ganar dinero con poca inversión social; otros porque temen que la mayor parte de la carga tributaria le caiga a quienes tienen menos recursos. Sin embargo, si quiere salir adelante, El Salvador necesita una reforma fiscal que, entre otras cosas, implicaría una subida de impuestos. Lo hubiera tenido que hacer Arena de haber ganado la elección; hoy la tarea recae en el FMLN. Las cuentas del país no dan para cubrir todos sus gastos y deudas. Y, al mismo tiempo, las necesidades de educación, salud, vivienda y seguridad son impostergables. Seguir como estamos, sin solucionar los problemas existentes, significaría muy pronto entrar en un grave retroceso y deterioro de la convivencia.

Pero no basta con subir impuestos; es necesario decir para qué. Hacerlo únicamente para satisfacer las necesidades del Estado no es una razón de peso. Aumentar impuestos para subir salarios, repartir más bonos e inflar los gastos del Estado en su engranaje burocrático no haría más que agravar la situación. Los dineros que se necesitan deben dirigirse a los que sufren distintas formas de exclusión. No podemos continuar teniendo cuatrocientas mil manzanas de terreno de vocación agrícola sin producir alimentos. Como tampoco podemos tener casi a la mitad de la población en situación laboral precaria, malviviendo en el subempleo o sin un trabajo decente. Los recursos provenientes de los tributos que se invierten en producción y trabajo producen al final más riqueza para todos.

Tampoco podemos desarrollarnos si seguimos teniendo al 60% de los jóvenes con unos niveles de educación que no llegan al bachillerato. Muchos teóricos del desarrollo insisten en que hoy en día, para que un país salga del subdesarrollo, necesita tener a un 70% de su población con al menos educación de bachillerato. En El Salvador, solo el 40% tiene ese nivel. Nuevos impuestos para incluir a nuestros jóvenes en una educación adecuada son imprescindibles si queremos ser competitivos y salir de la situación en la que estamos. No basta con la computación y el inglés, que algunos abanderan con insistencia. Es necesario conocimiento, cultura general, preparación técnica, capacidad de abrirse a nuevas necesidades y al desarrollo de la creatividad.

Y quien habla de educación debe insistir en la inversión en salud. Un país donde la atención en salud es deficiente y desigual no valora justamente la vida de su gente. ¿Se puede esperar que haya desarrollo si no se cuida la vida? La respuesta no es esperanzadora. Y lo mismo podríamos decir de la vivienda. Si algo da estabilidad a una familia es la vivienda digna y propia. Familias inestables, viviendas hacinadas y riesgosas no suman al desarrollo. Como tampoco lo impulsan los niveles de violencia y criminalidad de El Salvador. Si hay que invertir más en vivienda, también hay que hacerlo, e inteligentemente, en seguridad pública. Los impuestos son necesarios. Pero lo es más un reparto de la carga tributaria según los ingresos de los ciudadanos. Y que lo recaudado se invierta en la gente y en los rubros que ayudan a que mejore su productividad, al mismo tiempo que su nivel de vida.

La subida de impuestos es necesaria y se hará. Pero tanto los políticos como la sociedad civil deben mantener un debate claro, público y racional sobre el tema. No vale mentir diciendo que hay fórmulas de desarrollo sin mayor carga tributaria. No hay países con desarrollo estable que tengan tasas de impuestos tan bajas como las salvadoreñas. No es ético dedicar más dinero a que el Estado engorde sin multiplicar realmente los servicios y mejorar los niveles de vida de la población. Es necesario invertir en la gente. El debate debe abrirse, y pronto, para que después no haya sorpresas ni madrugones. Hemos de convencernos de que debe haber más impuestos. Llegar a acuerdos de hacia dónde debe dirigirse el dinero del Estado, en función de la inclusión de los hasta ahora marginados del desarrollo económico y social, es indispensable para un futuro con esperanza para El Salvador.

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Anónimo
24/04/2014
17:20 pm
Estoy de acuerdo con el artículo; los impuestos son necesarios y deben ser escalonados con los ingresos personales. Además, deben destinarse a cubrir las necesidades básicas de la población más destituida. Las remesas son una bendición y un problema. Es capital muerto que llega consume y no produce. ¿Qué tal un impuesto voluntario sobre las remesas que enviamos? Yo, personalmente, estaría de acuerdo, si el objetivo es claro; educación, vivienda, seguridad. Tenemos que crear conciencia en el pueblo domestico y exterior de que los impuestos son necesarios. También es responsabilidad del gobierno de crear instituciones creíbles que vas a dar cuentas cabales.
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Anónimo
24/04/2014
00:20 am
En esta pag. Web pueden ver la cantidad de impuestos a nivel internacional, que Hacienda exige de sus contribuyentes, para colaborar al desarrollo social del pais. Asi pueden hacerse una idea.... http://graficos.lainformacion.com/economia-negocios-y-finanzas/politica-monetaria-y-fiscal/comparativa-de-impuestos-en-el-mundo_lfDF6gSP2sMewS0W8v6CA4/
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