El académico brasileño José de Souza Silva se cuestiona si el mundo experimenta una época de cambios o un cambio de época. Salvando las distancias, cabe preguntarse lo mismo con respecto al nuevo Gobierno de nuestro país. A estas alturas, es sabido que un cambio de Gobierno no significa necesariamente un gobierno de cambio. Un nuevo Gobierno puede promover acciones distintas a las de sus predecesores, inesperadas, producto de intuiciones o de reacciones a situaciones, pero sin alterar los pilares y reglas de la sociedad y de la economía, sin alterar el modelo. En contraste, la acción de una administración de cambio está orientada a una transformación profunda de la estructura y de las reglas sobre las que se organiza la sociedad y la economía.
Nayib Bukele llegó al poder aupado por un movimiento ciudadano conformado, en su mayoría, por una generación que no vivió directamente la guerra civil, y eso de entrada marcó una diferencia. Una vez en el Ejecutivo, ha iniciado lo que parece ser una nueva manera de gobernar. Por lo visto, atrás han quedado los tiempos en los que una acción no se realizaba si no había una notificación oficial por los canales tradicionales. Ahora, el Presidente imparte órdenes por Twitter de manera escueta, sin dar mayor explicación, y estas se obedecen. Y si el factor común en los despidos fulminantes que ha llevado a cabo se convierte en norma, de acá en adelante no podrá trabajar en el Gobierno nadie que sea familiar, por consanguinidad o afinidad, de un alto funcionario.
Por otra parte, con la nueva manera de comunicar decisiones y emprender acciones, el Presidente hace ver como inmovilistas o incapaces a las anteriores administraciones. Y alienta la idea de que las necesidades más sentidas de la población no solo podrían ser por fin satisfechas, sino también con prontitud. En la otra cara de la moneda, este nuevo estilo podría tener de fondo cierta improvisación, falta de reflexión. Por ejemplo, se ordenó el despido de un funcionario por supuestamente ser familiar de una dirigente del FMLN, pero no pasó mucho tiempo antes de que algunos usuarios de las redes sociales mostraran que se había cometido un error.
Como sea, las acciones de Bukele están siendo celebradas por la mayoría de la ciudadanía que posee cuenta en las redes sociales. La sola decisión de borrar el nombre de Domingo Monterrosa marcó un hito. Sin embargo, ya se verá si el frenesí de los últimos día se traduce en cambios profundos que hagan que El Salvador entre realmente en otra época. Según el último sondeo del Iudop, más del 80% de la población encuestada considera que deben sustituirse las políticas económica y de seguridad, pues, a su juicio, el país ya no necesita parches ni remiendos, sino un cambio de rumbo real. Un cambio hacia la seguridad, la inclusión y la reducción de la pobreza y la desigualdad. Alcanzar esa meta será lo que en definitiva permitirá saber ante qué tipo de cambio estamos.