Contra la violencia machista

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Editorial UCA
28/11/2018

Este año, en el marco de la celebración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, diversos medios de comunicación social salvadoreños dedicaron espacio a informar sobre la violencia que sufren las mujeres en nuestro país. Ello es importante para generar conciencia de la gravedad y la recurrencia de este fenómeno. El problema, por supuesto, no es nuevo, pero ha pasado muchos años oculto como un asunto doméstico, de exclusiva incumbencia de las parejas. Si hoy está saliendo a la luz pública es gracias a que la sociedad salvadoreña va adquiriendo mayor conciencia; especialmente las mujeres, que conscientes de sus derechos y de que merecen una vida sin violencia han tomado la decisión de visibilizar el problema y denunciarlo ante las autoridades competentes.

Aquellos que no creen que la violencia contra las mujeres sea uno de los principales males de nuestra sociedad no tienen más que estudiar y analizar la Encuesta Nacional de Violencia contra la Mujer, realizada por la Digestyc para 2017. En el estudio se comprueba la terrible amenaza que pende sobre la vida de las mujeres salvadoreñas: el 67% de ellas ha sufrido al menos un hecho de violencia a lo largo de su vida, mientras el 34% fue víctima de violencia el año pasado. Por otro lado, el elevado y creciente número de asesinatos de mujeres es motivo de preocupación y evidencia el tipo de cultura del país. En lo que va de este año, el Isdemu reporta 533 mujeres asesinadas; de estos crímenes, 202 han sido calificados de feminicidios. Además, 3,362 mujeres sufrieron abuso sexual, 1,742 de las cuales fueron violadas.

Para muchos, la violencia contra la mujer es algo normal. No pocos hombres consideran que tienen el derecho de pegarle a su compañera de vida, para “corregirla”, y que lo hacen por bien de ella. Los políticos no están exentos de estas conductas. Y para colmo de males, en algunos de los casos que han salido a la luz pública, los victimarios han continuado con su carrera política luego de revelarse los hechos. El machismo que está a la base de nuestra sociedad es el principal causante de la violencia contra la mujer y las niñas. Ese machismo que critica duramente a las organizaciones feministas y a los movimientos que trabajan por una vida libre de violencia y por defender los derechos de las mujeres. Ese machismo que lleva a que en El Salvador tres cuartas partes de la población, tanto hombres como mujeres, consideren que la violencia contra la mujer es algo legítimo.

Una vida marcada por la violencia se convierte en un infierno del que parece imposible salir. La amenaza de muerte ante cualquier intento de liberarse de los abusos es uno de los principales obstáculos para que las mujeres abandonen una relación violenta. Vivir con violencia destruye la autoestima e incluso puede llevarla a la decisión de quitarse la vida fruto de la desesperación. A pesar de todo esto, en los casi dos meses que llevamos de campaña, poca o ninguna referencia han hecho al respecto los candidatos. Ciertamente, las fórmulas de Arena y el FMLN han afirmado que las mujeres serán tenidas en cuenta y tendrán un papel relevante en su Gobierno. Pero ello no es suficiente.

La próxima administración debe tomarse en serio esta problemática y comprometerse a poner en marcha las políticas y mecanismos pertinentes para poner fin a toda forma de violencia contra mujeres y niñas, en los ámbitos público y privado, incluido cualquier tipo de explotación, tal como lo exige el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 5, que debe ser alcanzado en el año 2030 en todos los países del mundo. Ello solo se logrará si mujeres y niñas tienen posibilidad de acceder a educación, atención médica, trabajo decente… y están debidamente representadas en los procesos y espacios de decisión, tanto políticos como económicos.

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