Cuestión de vida

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En uno de los muchos informes que corren en torno a la crisis, y publicado en nuestros periódicos, se hablaba simple y sencillamente de "hambre": hambre en niños salvadoreños; desnutrición en altos porcentajes. El informe era del Banco Mundial. Podía haber sido de cualquier otra institución, pero la noticia no llegó a ser de primera plana. Se nos decía que casi la mitad de los niños de El Salvador entre cero y 5 años viven con menos de dos dólares diarios. Y que viviendo así es muy fácil pasar hambre.

En las noticias casi nunca hablamos de ese tema. Puede ser que nos dé vergüenza o que simplemente queramos ocultar algo que no habla bien de ninguno de los que no pasamos hambre. Hoy, con la crisis, insistimos en que no hay que dañar la economía, cuando en realidad la economía está ya dañada mientras haya niños y niñas que pasan hambre. Deberíamos hablar más bien de la necesidad de reparar este modo inhumano de entender la economía que hace pasar hambre a los que solemos llamar "el futuro de la patria". Se hizo pasar hambre en el pasado a muchas de esas personas que se fueron a Estados Unidos y que ahora nos alimentan con remesas. Pero ese ciclo será cada vez más difícil que se repita. Y aunque se repitiera, no por ello dejaría de ser injusto que los niños de El Salvador padezcan hambre.

Habíamos oído de la situación en Tacuba, donde el hambre infantil llegaba a extremos muy visibles. Pero el hambre parece estar mucho más extendida si la entendemos como desnutrición, mala nutrición o, simplemente, no comer lo que la propia naturaleza del niño en desarrollo merece.

En la comisión anticrisis los que se ocuparon de los más vulnerables pensaron en los niños. Allá quedaron plasmadas en el papel una serie de preocupaciones y recomendaciones. Preocupación porque con el encarecimiento de los alimentos el complemento alimentario de la Escuela Saludable se había reducido por falta de presupuesto; suponemos que esa situación ya se ha corregido. Preocupación porque durante los meses de vacación no había complemento alimentario. Preocupación porque de cero a 5 años lo más que se le daba a los niños de familias que viven en pobreza era un complemento vitamínico, pero no alimentario. Se hicieron números, se confeccionaron propuestas, se plasmaron en el papel. Pero tememos que, como muchas propuestas, se queden simplemente en el papel.

Hoy la literatura sobre la crisis nos recuerda el hambre de los niños, nos recuerda una prioridad humana básica, algo que no podemos dejar pasar. Los militares en tiempo de guerra juzgan duramente lo que técnicamente llaman traición a la patria. Pero dejar que los niños pasen hambre es un delito mucho más duro y atroz que pasarle información al enemigo. Un pecado de omisión en el que de alguna manera todos tenemos cierto grado de responsabilidad. Un pecado ante el que hay que gritar, exigir, insistir y repetir sistemáticamente que debe estar presente en la planificación económica y social no sólo de los Gobiernos, sino de todos los que en la sociedad civil nos consideramos simplemente llamados a buscar el bien común.

En tiempo de elecciones, discutimos qué partido es mejor para la democracia. Y una buena cantidad de hipócritas decían que si el FMLN llegaba al poder, la democracia peligraba. Pero nunca se les ocurrió pensar que el hambre es no un peligro, sino un verdadero atentado contra la democracia. Enfrentar el tema del hambre es ahora tarea para el FMLN. Ojalá cumpla mejor de lo que ha cumplido Arena, porque no queremos una democracia enferma ni niños y niñas pasando hambre.

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