De nuevo la institucionalidad

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Editorial UCA
10/08/2020

La inconstitucionalidad del último decreto gubernamental (32) sobre el proceso de retorno a la vida productiva señala de nuevo la necesidad de acudir a la vía de la institucionalidad como único procedimiento válido para restringir derechos. El tema es muy claro y la ciudadanía crítica lo entiende perfectamente. La Sala de lo Constitucional ha aceptado, dada la gravedad de la situación, que el decreto inconstitucional continúe vigente hasta el 23 de agosto. Y da de plazo hasta esa fecha para que el Ejecutivo y la Asamblea Legislativa se pongan de acuerdo en una ley que marque las etapas y condiciones del retorno a la vida social y productiva, así como las restricciones a derechos a lo largo de este período de emergencia sanitaria.

El problema es lograr dicho acuerdo dada la cercanía de las elecciones legislativas y municipales. Poco ayuda también la agresividad de las declaraciones de la mayoría de funcionarios del Gobierno, empezando por las del presidente. Los partidos políticos, aunque menos agresivos que el Ejecutivo, tampoco han estado abiertos del todo al diálogo y a la búsqueda de soluciones. En general, las partes en conflicto no han hecho propuestas de consenso ni, mucho menos, han llamado a mediadores y expertos que den lineamientos sobre el proceso de reincorporación a la vida social y productiva. Acudir a la Sala de lo Constitucional ha quedado como el único mecanismo para resolver la falta de acuerdos, especialmente cuando el Ejecutivo ha tomado decisiones más allá de una necesaria ley de la República a la hora de restringir derechos.

El Gobierno tiene que reflexionar y aceptar la necesidad de una ley, aprobada por la Asamblea Legislativa, que dé fundamento a su actividad a la hora de restringir derechos. Y la Asamblea debe tener conciencia de la necesidad de diálogo con el Ejecutivo, al que no puede amarrar con normas que le dificulten dar pasos en la lucha contra la pandemia. Ambas partes tienen que caer en la cuenta de que una ley funcional, aunque no sea perfecta, es más importante que la inexistencia de la misma. Cerrarse en la propia decisión e impedir la legislación adecuada deja en vulnerabilidad a la ciudadanía y puede propiciar un caos sanitario y social.

El Salvador urge diálogo, cooperación y solidaridad. Las necesidades son muchas. Y si se tiene en cuenta el crecimiento de la pobreza y la debilitación de la economía, es evidente que surgirán pronto otras crisis de igual gravedad que la actual. Superar las divisiones y lograr consensos poniendo en el centro a los más vulnerables y empobrecidos es la única manera de abonar al bien común. Nuestro pueblo desea cada vez con más fuerza igualdad sociocultural básica y mayor participación en la vida ciudadana y en la orientación del desarrollo. A los políticos les corresponde dar respuesta a esos deseos desde una mayor inversión en desarrollo humano y social, y desde la elaboración de una legislación que frene la desigualdad.

En el país, la función pública ha sido entendida como un modo de acceder a una vida de privilegios y mejorar el estatus económico personal. La pandemia, con todas sus repercusiones económicas y sociales, desnuda los fallos de los políticos y su irresponsabilidad social, así como su corrupción y ausencia de moral, que en buena parte son causa de la pobreza de tantos compatriotas. Dialogar a fondo sobre las necesidades de las grandes mayorías, sobre los proyectos de inversión en desarrollo, sobre quiénes pueden y deben aportar más vía impuestos es tarea urgente. Negarse al diálogo o a la acción solo conseguirá profundizar la crisis y aumentar la desconfianza ciudadana en la política. Solo la búsqueda de acuerdos y el buen funcionamiento de las instituciones, como lo han repetido las voces más sensatas y con mayor peso moral, abrirán las puertas a un futuro decente capaz de superar la crisis generada por esta pandemia y por la inadecuada gestión de la misma.

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Joser
15/08/2020
05:55 am
En este artículo se refieren a "nuestro pueblo". Bukele y su gobierno tambien lo utilizan y se parapetan en él con el unico objetivo de debilitar concientemente las instituciones politico-democraticas de la republica. "Quién es el pueblo", entonces? No hay que seguirles el juego machacando con comparaciones del pasado de partidos políticos que si bien son relevantes, solo les consolidan la impunidad y el autoritarismo. El pasado hay que traerlo a discusion para la critica y autocritica reforzantes y como fuente de experiencia para eleccion de formas adecuadas de lucha. Estar bien claro que, hubo un tiempo antes de la pandemia y ante nosotros un tiempo despues, y que es éste en el contexto politico que nos atañe, el que es fundamental. En este sentido, desde yá hay que prepararse para luchar y resistir los embates del poder absoluto que probablemente imperará despues de las elecciones del proximo año.
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Joser
15/08/2020
05:49 am
Nunca se cita ni se cuestiona la irresponsibilidad social ni la ausencia de moral de las familias millonarias y/o sectores economico-corporativos ni tampoco su poder factico-político condicionante/determinante. Es un hecho que el empobrecimiento de las mayorias está en relacion directa con el enriquecimento de esta minoría. Historicamente, el poder politico de turno séa de centro derecha séa de centro izquierda ha estado objetivamente subordinado al poder de estos sectores y al poder de los militares "No hay que pedirle peras al olmo". En su "guerra" politica, el nó dialogo es parte de la estrategia de N Bukele y jamaz va a ser un acto voluntario, nó, habrá que obligarlo a sentarse. Como? Con la razon, el derecho y la ley en la mano. En este sentido, será el resultado de una lucha continua y no de una consecion sensata de su parte.
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Guillermo
12/08/2020
17:37 pm
Yo creo que la Asamblea, menos que el gobierno, se ha opuesto por momentos al diálogo que tanto necesitamos, para demostrarle a Bukele que su poder tiene límites y que se dé cuenta que debe respetar la división de poderes. En general, atribuiría el fracaso en las conversaciones precisamente porque Bukele se niega a dialogar. Él mismo ha dicho que no va a encontrarse con tales y cuales diputados, dando nombres de los que más le rechazan sus ínfulas de poder ilimitado. Además, un círculo que lo rodea es también beligerante, que en redes sociales manifiestan a sus seguidores un rechazo enfermizo a este Órgano del Estado, logrando que una gran cantidad de seguidores también se expresen de manera insultante contra los diputados. Todo esto enfría los deseos de diálogo que podrían tener diputados y ministros del gobierno.
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