En la cadena nacional del lunes 6 de abril, el presidente de la República pidió a toda la población no dejar solo al Gobierno. Y con razón. La emergencia sanitaria por el covid-19 requiere de la colaboración consciente de todos. La mejor forma de prevenir el contagio es el distanciamiento social. Si la ciudadanía cumple lo que le corresponde, el combate a la pandemia será menos difícil. Pero también el Gobierno debe hacer su parte. En este sentido, el llamado del presidente contrasta con el hecho de que el Gobierno en general y Nayib Bukele en particular se han caracterizado por no escuchar opiniones ajenas. El convencimiento de que tienen la verdad absoluta y que los demás están equivocados es aún más dañino en el contexto actual. Semanas después de decretada la emergencia, el Gobierno no ha conformado equipos técnicos integrados por los mejores especialistas en áreas como salud, economía, jurisprudencia y desarrollo territorial; profesionales que son fundamentales para que el país salga airoso de esta crisis.
Por ejemplo, el Colegio Médico y los mejores infectólogos, epidemiólogos y virólogos deberían estar, si no al frente, al lado del ministro de Salud en esta crucial batalla. Pero los ofrecimientos de algunos especialistas han sido ignorados y es el presidente quien da directrices médicas al ministro. El Gobierno debería también apoyarse en un calificado grupo de economistas para diseñar y ejecutar una estrategia de apoyo a todos los sectores sociales, especialmente a aquellos de la economía informal que están pasando hambre, pues la emergencia sanitaria viene acompañada de una crisis económica que ya está a la vista. Si las propuestas de varios economistas hubiesen sido escuchadas, quizás la entrega de la ayuda monetaria a las familias no atentara día a día contra los principios del distanciamiento social y la cuarentena domiciliar.
Por otra parte, la ayuda de un equipo de abogados calificados contribuiría a garantizar que las medidas implementadas en el marco de la emergencia nacional no entraran en conflicto con el respeto a los derechos fundamentales y evitaría que los voceros gubernamentales hicieran malabares lingüísticos para defender lo indefendible, generando con ello confusión en una situación que requiere claridad y calma. Asimismo, el Gobierno debería estar en profunda coordinación con las alcaldías, que, más allá del color político, están en la primera línea de contacto con la población y podrían apoyar, desde los municipios, en la implementación de una estrategia nacional tanto para atender la emergencia sanitaria como para reactivar la economía.
Afrontar la pandemia del covid-19 requiere concertar, sumar esfuerzos, ceder ciertos espacios y decisiones a especialistas. Ciertamente, no se puede dejar solo al Gobierno en estas horas, pero ello solo será posible en la medida en que se deje ayudar. En plena Semana Santa, el pueblo salvadoreño, como muchos otros del mundo, vive un auténtico Viernes Santo. Y en este tiempo de tribulación, lo mejor que el Gobierno puede hacer es abrirse a todos los que quieren aportar para que el país tenga su Domingo de Resurrección lo más pronto posible.