Desafíos para una nueva política exterior

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En los últimos días se ha suscitado el debate de si el Gobierno de Mauricio Funes tiene realmente política exterior. Algunos sectores le acusan claramente de no tenerla. El tema es interesante dado lo corta y simplona que había sido anteriormente la política exterior de Arena, sistemáticamente fijada en la obediencia ciega no tanto a la política norteamericana, sino al ex presidente Bush en particular.

Por el contrario, el actual Gobierno, aunque no haya desplegado plenamente una política exterior, ha roto al menos esa especie de cerrazón internacional que caracterizaba a Gobiernos anteriores. Y lo ha hecho integrándose de un modo mucho más fuerte en América Latina, sin perder por ello la amistad y la buena relación con Estados Unidos. Ha reconocido a Cuba, que era en cierto modo una deuda con nuestro subcontinente, y, sin pelearse ni abrir problemas, ha mantenido una prudente distancia del Gobierno de Chávez, en tantos sentidos provocador y poco realista.

Por el lado europeo, ha habido siempre una buena relación con España, que ha sido tradicional sobre todo desde la parte española. Pero pensamos que al Gobierno actual le hace falta abrirse un poco más a la política europea en general. Europa, en el mundo multipolar en que vivimos, desarrolla unos esquemas de cooperación que impulsan al mismo tiempo los derechos humanos y el desarrollo social. Vincula, además, los procesos de desarrollo a la unión centroamericana. Lograr insertarse en ese dinamismo político puede resultar ventajoso en muchos aspectos para El Salvador.

El desafío de la China y la India debe pensarse con seriedad. Somos un país pequeño, pero en la medida en que desde nuestra infraestructura podamos ofrecer un centro logístico para estos grandes países emergentes tendremos amplias posibilidades de unas relaciones fructíferas con ellos. Esto requeriría pensar bien la infraestructura salvadoreña y, por supuesto, poner en funcionamiento cuanto antes el puerto de Cutuco, así como invertir adecuadamente en sus alrededores.

También está por verse la relación que el nuevo Gobierno tendrá con el sistema interamericano de protección de los derechos humanos. Los gobiernos de Arena fueron terriblemente lentos, entorpecedores y desobedientes incluso a los mandatos y recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y al Tribunal del mismo nombre. Las víctimas que fueron apoyadas por las instituciones mencionadas todavía no tienen conocimiento de la posición oficial respecto a las sentencias y recomendaciones, ni se ha abierto una relación con el actual Ministerio de Asuntos Exteriores, que está tal vez aprendiendo a manejar sus propias posibilidades y obligaciones. Pero en ese punto el actual Gobierno tiene que tomarse muy en serio las obligaciones no sólo del futuro, sino las que están pendientes, las que los Gobiernos de Arena no quisieron cumplir.

En definitiva, el inicio de las relaciones exteriores ha marcado un rumbo bastante mejor que el que mantenía Arena. Sin embargo, todavía le quedan muchos elementos pendientes como para poder decir que El Salvador tiene política exterior pensada y ejecutada desde la racionalidad y los intereses verdaderamente nacionales.

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