Para 7 de cada 10 salvadoreños, el costo de la vida se incrementó en 2010, según datos de la última encuesta del IUDOP. Y esta percepción ha sido recurrente en cada una de las encuestas de evaluación anual que el IUDOP ha realizado en los años recientes.
Que el costo de la vida se incremente cada año es algo común en la economía capitalista. Aunque en algunas coyunturas los precios puedan bajar, superadas las mismas los precios se incrementan, incluso por encima de sus valores anteriores. La economía llama a este fenómeno "inflación", que, como su nombre indica, mide cuánto se han inflado los precios para el consumidor en un período determinado.
Las economías sanas suelen tener bajos índices de inflación: cuánto más bajo sea el valor del índice, más sana se considera que es dicha economía (aunque aquel siempre debe tener un valor positivo). Por tanto, no es bueno para una economía que el costo de la vida aumente demasiado. Que los salvadoreños perciban que el costo de la vida se ha incrementado mucho es una señal más de que nuestra economía no marcha bien.
Según datos oficiales del Ministerio de Economía, al mes de octubre, la tasa de inflación anual acumulada era del 2.8%, un nivel muy aceptable. Sin embargo, es probable que este índice no refleje cabalmente la realidad. El costo de la vida en El Salvador es alto, y eso se comprueba al comparar los precios de nuestro país con los internacionales.
Desde la dolarización de 2001, los precios en El Salvador se han ido asimilando a los de los países ricos, y en algunos casos se han situado por encima de ellos. No en balde para un buen porcentaje de salvadoreños y salvadoreñas la dolarización es la causa del incremento del costo de la vida. Y eso es así aunque los defensores de la dolarización lo quieran negar. Basta para mostrarlo un sencillo ejemplo.
En el momento de la dolarización, en San Salvador las pupusas costaban entre 1.50 y 2 colones, es decir, entre 20 y 25 centavos de dólar. Hoy ese alimento tan cotidiano cuesta entre 40 y 80 centavos de dólar, es decir, entre 3.5 y 7 colones. Su precio en diez años casi se ha triplicado. Antes, las pupuserías incrementaban el precio de las pupusas en 25 centavos de colón, lo que significaba un incremento de 3 centavos de dólar. Con la dolarización los precios se incrementan de 5 a 10 centavos de dólar, lo que significa un incremento del doble o el triple en términos de colones. Al utilizar una moneda más fuerte y de mayor valor en una economía pequeña como la salvadoreña, se da ese fenómeno: los incrementos de los precios son siempre mayores que cuando se utilizaba la moneda nacional (más débil y de menor valor).
Otra razón por la que la dolarización ha supuesto un costo más alto de la vida es que la mayoría de los productos que se consumen son importados y comprados en dólares. De ese modo, se traslada el precio que tienen en el mercado internacional, más el margen de la utilidad, al mercado nacional. Por ello, en El Salvador tenemos precios iguales o incluso más altos que en el mercado internacional: las empresas salvadoreñas tienden a aplicar márgenes de ganancia mayores que las empresas de otros países.
Ciertamente, la dolarización ha supuesto un fuerte encarecimiento del costo de la vida en el país, y este efecto ha golpeado muy duramente a las familias salvadoreñas. Aun con los índices de inflación oficial, de 2001 a octubre de 2010, la inflación acumulada es del 34.5%, lo que significa que el incremento de los precios en el mismo período ha sido del 75.46%. Esto no hubiera sido tan grave si los salarios se hubieran ido incrementando —comenzando con el salario mínimo— en la misma proporción que el costo de la vida, pero no ha sido así. Los salarios han crecido a ritmo de colón; mientras que los precios de los productos, a ritmo de dólar. Es necesario, pues, armonizar salarios y precios para que las familias de El Salvador no sigan perdiendo su poder adquisitivo.