La factura del “progreso”

5
Editorial UCA
15/10/2025

Está a la vista que los eventos meteorológicos han aumentado en los últimos años, tanto en intensidad como en frecuencia. Y los pronósticos no son nada halagüeños. Los modelos advierten que los días más calientes de hoy en día serán los más fríos dentro de algunas generaciones. La principal causa del calentamiento global son las emisiones de gases de efecto invernadero. Cada 24 horas se depositan en la atmósfera cientos de millones de toneladas de contaminantes, principalmente de la combustión de petróleo, carbón y gas natural. La industria y la quema de combustibles fósiles han alterado el ciclo natural de regulación del planeta, provocando eventos climáticos extremos.

Frente a este panorama, Naciones Unidas planteó limitar el aumento de la temperatura a entre 1.5 °C y 2.0 °C. Sin embargo, las metas no se han alcanzado; las emisiones globales siguen aumentando. Limitar el calentamiento a 1.5 °C es ya prácticamente imposible; y los 2 °C se alejan cada vez más. Dos preguntas son ineludibles para situar la magnitud del problema: ¿quiénes son los principales responsables de la emisión de gases de efecto invernadero? y ¿quiénes son y serán los más afectados por el cambio climático?

Si bien todos y todas somos responsables de esta situación, no lo somos en la misma medida. Los principales responsables del calentamiento global son los países industrializados, tanto los que acumularon su riqueza contaminando el planeta en el pasado como los que ahora se erigen como nuevas potencias. Pero ni los de antes (Estados Unidos y Reino Unido, por ejemplo) ni los de ahora (como China e India) se hacen cargo de su responsabilidad ni se emplean a fondo para detener el deterioro ambiental. De hecho, son los países ricos y sus élites económicas los que invierten en proyectos e industrias altamente contaminantes.

Por otro lado, aunque toda la población mundial experimenta los efectos del cambio climático, el grado de afectación no es el mismo ni entre países ni al interior de los mismos. La razón de ello es la desigualdad. No toda la población de un país está en riesgo de perder su casa y sus bienes materiales a causa de inundaciones o deslaves. Los más afectados son los de siempre: los pobres, los excluidos, los marginados. En el caso de El Salvador, la gente se pregunta: ¿por qué esta calle o esta zona antes no se inundaba y ahora sí? La respuesta se encuentra en la suma del calentamiento global y los eventos climáticos extremos que causa, y un modelo de desarrollo que urbaniza a mansalva, sin respetar las cuencas hidrográficas, las zonas de recarga hídrica y las áreas protegidas.

Diversos estudios señalan que el principal problema en América Latina es el cambio de uso de suelos y la deforestación. En nuestro país, suelos de vocación agrícola o forestal se han convertido en zonas urbanizables; actualmente se construye en lugares que hace unos años era impensable. A raíz de ello, El Salvador ya es el segundo país más desforestado y más deteriorado ambientalmente de América Latina, solo después de Haití. El país no tendrá futuro si continúa  actuando bajo un modelo que entiende los bienes de la naturaleza como objeto de lucro, mercancía sujeta a las leyes del mercado. Sí, cada vez llueve más intensamente y de improviso, y ello sucede en diversas regiones del globo, no solo acá. Sin embargo, no hay que perder de vista la responsabilidad humana; la responsabilidad tanto de quienes modificaron el marco legal para implementar un desarrollo de concreto y deforestación, como de aquellos que lo aprovechan para lucrarse, en lugar de apostar por un desarrollo sostenible que garantice el bienestar común.

Lo más visitado
0