El Frente Farabundo Martí está cumpliendo y celebrando 30 años de existencia. Para quienes seguimos con interés y compromiso la realidad nacional, es esta una buena oportunidad para hacer una muy breve evaluación de este partido político, hoy en el poder, en alianza, como suelen decir sus dirigentes, con el presidente Mauricio Funes. Aunque el espacio de un editorial es muy breve, valgan algunas reflexiones en torno a lo positivo y lo negativo del partido en el Gobierno.
En lo positivo hay que señalar que, aunque el FMLN era un movimiento guerrillero cuando se redactó la Constitución de El Salvador, tanto en la oposición como en el Gobierno no sólo ha sido respetuoso con esta ley primaria del país, sino que ha impulsado el respeto a la misma. Pese a que es evidente que la Constitución actual requiere cambios (por ejemplo, cambios que permitan despenalizar la crítica periodística), lo cierto es que el FMLN ha impulsado el respeto a la misma. Asimismo, el acceso del FMLN al Gobierno le ha dado estabilidad al país. Era absurdo, y ciertamente contraproducente ante la necesidad de mayor cohesión social, que viviéramos predicando el miedo a un Gobierno del Frente. Como si la mitad del país fuera buena y la otra mitad, mala, al menos políticamente. Lo cierto es que tanto la derecha como la izquierda tienen que mejorar en El Salvador, y la alternancia es la mejor manera de convencer a los partidos de que deben hacerlo.
No hay duda también de que el Frente ha influido positivamente a la hora de poner en la mesa de discusión la necesidad urgente de vencer la pobreza y de construir una sociedad más justa. El FMLN ha mejorado la confianza en la honestidad gubernamental y ofrece garantías de combatir con mayor rigor la corrupción en las oficinas públicas. Además, en esa alianza Frente-Gobierno, se ha trabajado en la ampliación del diálogo sobre los temas nacionales, en especial a partir del Consejo Económico y Social, que, aunque es cierto que tiene que acelerar sus propios mecanismos de diálogo y consiguientes recomendaciones, reúne en su seno a sectores que rara vez se habían sentado juntos a dialogar.
Sin embargo, quedan elementos que el Frente tiene que corregir o sobre los cuales debe reflexionar. Para empezar, tiene que definir con claridad qué significa hoy ser un partido "revolucionario", "socialista", "marxista" (y adjetivos similares con los que con frecuencia se autocalifica la militancia y en ocasiones, la dirigencia). No se debe mantener un lenguaje en el que se dice que ahora lo importante es construir la democracia y después ya veremos. Las definiciones propias deben ser claras y en el terreno de la democracia, tajantes. Una mayor coherencia a la hora de construir la democracia interna en el partido sería importante para el crecimiento y buen desenvolvimiento del propio Frente.
Aunque en este aniversario ha habido gestos de respaldo al presidente Funes, el diálogo entre partido y Presidencia de la República debe intensificarse y no ofrecer discordancias mayores. Si bien es cierto que el llamado al diálogo debe dirigirse a ambas partes, el Frente tiene una responsabilidad especial, puesto que el actual Gobierno es básicamente un producto del partido. Asimismo, el Frente debe empeñarse por fortalecer la institucionalidad del país. La transparencia y acceso a la información pública garantizada por la ley es una deuda pendiente cuyo pago debe acelerarse. La lucha contra la delincuencia debe basarse con mayor urgencia y celeridad en la investigación y el buen funcionamiento de las instituciones.
Y, finalmente, no es justo para con El Salvador y su gente utilizar un lenguaje alarmista. Hablar de golpe de Estado en El Salvador, o de detener el golpe, como se ha hablado en el aniversario, es simplemente irresponsable. Ver enemigos por todas partes no es lo más conveniente para sociedades sanas. Y no se debe hablar de rupturas de la democracia si no se tienen pruebas —que tendrían que hacerse públicas inmediatamente— de que alguien, con relativa capacidad de hacerlo, quiere dar un golpe de Estado.
El balance no es negativo, pero ciertamente muchos seguimos esperando cambios más acelerados en la mejora de las redes de protección social y en el fortalecimiento institucional del país. Dificultades es lógico que las haya, pero a los partidos en el poder les toca enfrentarlas, así como a la ciudadanía responsable apoyar todo paso que se dé en favor del bien común.