El día de la mujer

1

Acabamos de celebrar el Día Internacional de la Mujer. Y la fecha pasó casi con el mismo silencio que el Día Mundial de la Justicia Social. Y eso a pesar de que el día dedicado a la mujer lleva muchos más años celebrándose, gracias, por cierto, a la iniciativa de una dirigente comunista alemana, Clara Zetkin, que lo propuso en 1910. Aunque hoy este día internacional está reconocido por la ONU y dedicado oficialmente a promover en el mundo los derechos de la mujer, en países donde el machismo sigue teniendo fuerza la celebración se queda en meros saludos de los políticos y en poco más.

Analizar con seriedad los derechos de la mujer da miedo. Porque su realidad, aunque haya mejorado de la guerra a esta parte, sigue siendo triste. Todos recordamos a Dagoberto Marroquín, diputado del PCN, diciendo que la mujer no servía para la política y pidiendo que permaneciera en casa en los oficios del hogar. Personajes como ese, aunque no se atrevan a repetir la estupidez del todavía diputado dicha ante la prensa, siguen pululando en la vida pública salvadoreña. Y por supuesto, ese modo de pensar permanece en la mentalidad de muchos hombres. No faltan las mujeres, y con razón, que cuando es un hombre el que habla bien de ellas, simplemente desconfían. Y es que a pesar de los problemas y del desenmascaramiento de los mismos, son pocos los hombres que se arriesgan a quedar mal con sus colegas diciéndoles que en la medida en que exhiben su machismo, en la misma medida muestran su profunda carencia de humanidad.

Para compensar a los que ven la vida en blanco y negro, y no les haya gustado la cita de Clara Zetkin, traigamos a cuenta al doctor Gregorio Marañón. Endocrinólogo, humanista y crítico del comunismo, Marañón escribió hace ya muchos años sobre el tema de don Juan y el donjuanismo: el tipo de machismo que lleva a considerar a la mujer como un objeto de placer El doctor español establecía con la claridad de un científico cercano al Nobel que ese tipo de machismo no era más que una forma de impotencia; convertía al hombre en un impotente para amar. En otras palabras, un impotente para ser plenamente persona.

Este análisis del donjuanismo tiene profundas coincidencias con el análisis que algunos antropólogos hacen respecto al origen del machismo latinoamericano, y en particular del nuestro. Incapaz de afirmarse ante la familia a partir del trabajo, debido a las condiciones de explotación y maltrato secular, desde la colonia, al hombre latinoamericano sólo le quedó, para afirmarse en su identidad, el abuso de la fuerza física y el utilizar la misma para imponerse como dominador sexual. Evidentemente, no todos los varones han sido así en América Latina, pero la tendencia machista tiene ese origen, según diversos antropólogos.

Pero este modo de pensar interesa poco en estos días. En este tiempo de elecciones lo que interesa es el voto, y con frecuencia el interés por humanizar la sociedad salvadoreña desaparece. Se envían saludos protocolarios a las mujeres, pero no se desarrolla una posición coherente frente a ellas. Desde hace años, esta casa de radio viene insistiendo en que debería haber en la Asamblea Legislativa una cuota de género que estableciera que al menos un 30% de los diputados fuera de un género, bien femenino, bien masculino. Pero ni el FMLN ni Arena han sido capaces de comprometerse con una idea que no sólo es racional, sino que ayudaría enormemente a superar los prejuicios masculinos, profundamente enraizados.

Cuando uno ve las pasiones que Arena y el FMLN encienden en estos días, no puede menos que quedarse perplejo. Dos partidos que son incapaces de respetar a la mujer en su capacidad y dignidad son presentados como los salvadores de El Salvador. Mal estamos si le damos tanta confianza a estos partidos que respecto a la mitad de la población salvadoreña no se merecen sino un suspenso. Avanzar con coherencia y rapidez en el respeto y los derechos de la mujer es algo más que presumir porque algo hacemos y algo hemos avanzado. Ojalá el nuevo gobierno pueda prescindir de los prejuicios de tantos miembros de sus propios partidos y empezar a trabajar en serio la construcción de una vida pública que tenga en cuenta plenamente los iguales derechos y dignidad de la mujer. No solo en general, sino de cara a su participación política.

Lo más visitado
0