El gran desafío

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Un reciente reportaje de La Prensa Gráfica mencionaba algunos de los pasos que se están dando para trasladar al Ministerio de Educación la dirección de todos los centros de atención a la infancia, pues el Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia (ISNA) dejará de ejercer esa función. Lo cierto es que a partir del primero de enero entra en vigor la Ley de Protección Integral de la Niñez y de la Adolescencia, y que por ello urge desarrollar toda la institucionalidad nueva que deberá irse imponiendo para entender que los niños no son objeto de apoyo o de beneficencia cuando están desprotegidos, sino que son siempre sujetos de derechos.

Hasta ahora, la política de la niñez ha sido totalmente insuficiente; el hecho de que casi el 20% de nuestros niños pasen hambre lo demuestra de forma clara. Realidad que se agrava en los hogares más pobres (que representan una quinta parte de la población salvadoreña), donde un 40% de los niños sufren de privación alimentaria. A esto se suma que la atención estatal es mínima para los niños menores de cinco años de edad; limitándose en algunos lugares a la simple entrega de suplementos vitamínicos.

Todos sabemos y repetimos que la falta de alimentación adecuada en los primeros años del niño o la niña puede causarles graves daños —en muchos aspectos, irreversibles— en su salud física y mental. Daños que, generalmente, reducen su capacidad intelectual y los vuelven menos eficaces para el estudio. Sabiendo que lo más valioso de El Salvador es su gente, deberíamos en la práctica ver en el hambre de los niños un acto de traición a la patria; y su solución entenderla como una responsabilidad de todos y todas, imprescindible para la cohesión social, para el sano desarrollo de la vida comunitaria y para el adecuado crecimiento de la democracia. Porque si la aceptación de que todos tenemos la misma dignidad es la base de la democracia, ésta no puede ser compatible con el hambre de los niños.

Todos sabemos que El Salvador tiene grandes desafíos. Pero centrarnos en la salud, desarrollo integral y respeto a los derechos de la niñez debe ser uno de los desafíos que nos unan a todos y todas en el país. Los niños no tienen color político ni pueden ser manipulados en una u otra dirección. Y menos aún los niños de entre cero y cinco años, tan desprotegidos y tan dependientes de los adultos. Si no somos capaces de superar unidos el problema del hambre infantil y dar cumplimiento a los derechos de los niños, difícilmente podremos ponernos de acuerdo para otras tareas. E incluso si nos pusiéramos de acuerdo para otros temas y olvidáramos a los niños, habría una especie de vulnerabilidad básica en cualquier tipo de consenso. Porque no se pueden entender como serios acuerdos que olviden los temas más fundamentales y básicos. El hambre no es una enfermedad, sino una injusticia. Y si es masiva, el hambre de los niños es una injusticia radical que deslegitima cualquier tipo de institucionalidad.

Desde esta casa de radio felicitamos a La Prensa Gráfica por preocuparse del tema de la Ley de Protección Integral de la Niñez y la Adolescencia, y animamos a todos los medios de comunicación del país a interesarse en este asunto que, con mucha más razón que otros, debería unirnos a todos. La nueva institucionalidad que nace con la Ley está diseñada para atender a lo más tierno del presente y lo más básico de nuestro futuro: los niños y niñas. Ha sido aprobada por unanimidad en la Asamblea Legislativa. Ahora se trata de que todos apoyemos su rápida implementación para poder, sin dilaciones, construir el futuro de El Salvador sobre verdaderas bases de justicia y paz.

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