Embeleso coyuntural

Si algo caracteriza a la realidad salvadoreña es el gran dinamismo de la coyuntura. No hemos terminado de asimilar una cosa cuando otra salta a la palestra y se convierte en nuevo centro de atención pública. El conflicto entre dos de las salas del máximo tribunal de justicia, hace unos días tema ineludible de la agenda noticiosa diaria, prácticamente ha quedado relegado. Los amaños en el futbol, que provocaron ríos de información y opiniones, están esperando la decisión de la Federación Salvadoreña de Futbol para volver a ser noticia. Todavía la población de las zonas costeras afectadas por la enfermedad renal crónica estaba celebrando la prohibición de un grupo de agroquímicos tóxicos cuando las páginas se las toman poderosos grupos que presionan para la emisión de un veto presidencial. El supuesto peligro que pendía sobre la aprobación de un segundo Fomilenio fue interrumpido por las órdenes de captura contra funcionarios de Gobiernos anteriores, acusados de ser partícipes de actos de corrupción. En fin, en El Salvador nadie se aburre, porque cuando pensamos que no va a pasar nada más llamativo, viene algo más escandaloso.

Y en este tiempo de flagrante y descarada campaña política, que solo pasa desapercibida para el Tribunal Supremo Electoral, todo hay que verlo como parte de, o en relación a, la carrera hacia la elección presidencial. Casi cada situación que se vive, cada suceso de la agenda pública, cada noticia que sale a la luz hay que examinarla con cuidado, porque los políticos electoreros están prestos a sacar raja hasta de lo más insignificante, sea en beneficio propio o en perjuicio del contrincante. De esta manera, temas que pueden ser importantes para la vida nacional son desvirtuados por la manipulación política que se hace de ellos. Lo que podía ser un avance en la lucha contra la corrupción, por ejemplo, se convierte en una oportunidad perdida, porque ha sido trastocada por los políticos que arruinan todo lo que pasa por sus manos.

Sin embargo, mientras nos dejamos llevar por la fluctuante agenda mediática, mientras acapara nuestra atención la noticia del momento, los temas de fondo, los problemas estructurales de El Salvador, siguen sin tocarse con radicalidad y decidida voluntad política. Y lo que es peor: nuestra dependencia y el modelo económico impuesto desde fuera con la complicidad de las élites de dentro siguen avanzando silenciosamente. Mientras se espera la decisión sobre los amaños o si el destape de la corrupción salpicará a algún candidato presidencial, se está labrando la modificación de la Ley de Asocios Público-Privados para agregar el agua en la lista de materias susceptibles de asocio, pese a que ha sido declarada como derecho humano por la ONU y es reconocida como base para el respeto de otros derechos.

Y ese es también un punto fundamental en la discusión de la Ley General del Agua en la Asamblea Legislativa. O se reconoce al líquido como un derecho humano porque en definitiva implica el derecho a la vida, o el agua pasará a ser una mercancía, objeto de lucro de empresarios nacionales e internacionales. La escasez de agua que padece el país es un problema de fondo que no hay que perder de vista, al menos para evitar lamentarnos después de que solo la tienen los que la pueden pagar, como sucede ya con la medicina y la educación de calidad. Hay que estar atentos al río revuelto de la coyuntura salvadoreña, pero sin quitar los ojos de los problemas de fondo; esos que nos hacen depender casi totalmente de las donaciones y préstamos externos para invertir en el país, esos que tienen postrada a la educación de la gente pobre, que hacen que más de la mitad de la población esté desempleada o subempleada. No debemos permitir que realidades tan vitales como el agua sean trastocadas aprovechando el embelesamiento en las noticias sensacionalistas.