En 2013, coherencia en el trato a todos los migrantes

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Editorial UCA
02/01/2013

Comenzar el año como si fuera cualquier cosa es desaprovechar una gran oportunidad para reflexionar sobre la vida, sobre lo que ha pasado y sobre lo que está por llegar; para agradecer por un nuevo ciclo y para establecer propósitos para el año que se estrena. La mayoría de personas desea una mejor situación, tanto en la vida personal como familiar y en el país. Sin embargo, una cosa son los deseos que no dependen de nuestro quehacer y otra los que sí están en nuestras manos realizar. En estos días, todo mundo desea a los demás y a uno mismo un feliz año, pero pocos luchan por obtenerlo.

Es mucho lo que deseamos en este año para nuestro país: seguridad, paz, empleo, armonía, protección del medioambiente. Buena parte de ello depende de los que nos gobiernan, aunque la suma de voluntades individuales puede ayudar a que cambien las cosas. Pero de entre los muchos propósitos que podemos tener para este nuevo año, queremos llamar la atención sobre la actitud frente a la población migrante.

Hoy es comúnmente aceptado que gracias al trabajo de los migrantes la vida de miles de familias salvadoreñas y la misma economía nacional se mantienen a flote. Los dólares que nuestros migrantes envían desde el exterior representan en suma nada menos que el 16% de nuestro producto interno bruto. Por eso, hay cada vez más conciencia del importante papel de los salvadoreños que al no tener oportunidades aquí decidieron emigrar, sobre todo a Estados Unidos, para sostener a sus familias y, consecuentemente, al país.

Recientemente se inició una campaña para luchar por la residencia definitiva para los salvadoreños que gozan del TPS en el país del norte. La reciente victoria electoral de Obama, con el decidido apoyo de los latinos, ha abierto la puerta a una reforma migratoria integral que puede beneficiar, entre los doce millones de indocumentados, a un millón de salvadoreños en Estados Unidos. Es normal que desde El Salvador aboguemos por el derecho de nuestros compatriotas al trabajo, que desde aquí defendamos sus derechos humanos. Como dijimos antes, la trayectoria de compatriotas en aquellas tierras ha fortalecido esta conciencia por sus derechos.

Sin embargo, hace falta mucho camino por recorrer para ser verdaderamente solidarios y, sobre todo, coherentes. En diciembre, los medios de comunicación nacionales informaron (¿o denunciaron?) que algunos de los obreros que trabajan en la autopista de Los Chorros son extranjeros; en concreto, nicaragüenses y hondureños. Con motivo de la Navidad, estos se tomaron un día de descanso más de lo convenido y eso fue achacado al pecado de ser extranjeros. Algún medio abrió sus redes sociales para que la gente se pronunciara al respecto. Los comentarios contra estos inmigrantes inundaron esos espacios. "Ese trabajo es para los salvadoreños, no para extranjeros" fue la idea de fondo en la mayoría de esas reacciones.

Y precisamente ese es el mismo argumento de los antiinmigrantes en Estados Unidos y en otros lugares del mundo para negar el trabajo a los salvadoreños que por la pobreza buscan la vida más allá de nuestras fronteras. Muchas veces los medios de comunicación juegan un papel que cercena los derechos humanos de los migrantes. En Estados Unidos, hay medios que dan cabida a las más lamentables manifestaciones contra los extranjeros; en Costa Rica, algunos medios llenan sus espacios de chistes contra los nicaragüenses. Y en ese mismo país, en 2005, ante la muerte de un indocumentado nicaragüense que supuestamente quería robar en un taller, la prensa enalteció la reacción del perro guardián que lo atacó. "Perro que mata a ladrón tiene una condecoración" se llegó a decir por allá.

Y en El Salvador, ante la presencia de personas de los países vecinos que vienen acá atraídos por nuestra economía dolarizada, algunos medios, aunque quizá sin pretenderlo, azuzan contra ellos desde un nacionalismo malentendido y trasnochado. No podemos pedir justicia, respeto y trabajo para nuestros compatriotas si rechazamos a inmigrantes en nuestro suelo. No podemos abogar con la conciencia limpia por el respeto de los derechos de los salvadoreños en su paso por México cuando a los suramericanos y asiáticos que son detenidos en nuestro país se les recluye en condiciones infrahumanas.

Entre los propósitos para este 2013, no nos vendría mal cambiar de actitud frente a los migrantes que llegan a nuestro suelo y ser conscientes de que sus derechos son los mismos que defendemos nosotros para los salvadoreños en el exterior. Y por supuesto, tampoco vendría mal una dosis de humanización y coherencia en los medios de comunicación.

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Anónimo
04/01/2013
14:19 pm
Totalemte de acuerdo con el editorial. Unsaludo, Cérsar Sánchez.
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Anónimo
03/01/2013
16:05 pm
en nuestro pias existe la xenofobia por una buena parte de la poblacion , recordemos cuando decian algo sobre el padre Ellacuria "y es español" lo decian de una manera xenofobica por eso estoy total de acuerdo con este editorial. eliminemos esa actitud xenoifoboca
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