Explicaciones de la violencia

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Editorial UCA
03/06/2015

El aumento de los delitos de sangre sigue estremeciendo a la conciencia nacional. Si la cultura de paz consiste, en primer lugar, en proteger y defender la vida, hay algo que no hemos asimilado de los Acuerdos de Paz ni de las personas que se arriesgaron y dieron todo por un futuro fraterno. En la búsqueda de soluciones a esta situación, que no queda más remedio que catalogar como grave, es necesario descender a las posibles causas. Entre las explicaciones más frecuentes del auge de homicidios hay varias que conviene analizar con claridad, dentro de la brevedad de un editorial. No tanto para darles absoluto crédito, sino para comenzar una reflexión y animar, en otros foros, a profundizar en el problema.

Una explicación clásica es que la desigualdad continúa creciendo en El Salvador y que los problemas económicos y sociales sin resolver son cada día más visibles. Aunque esta perspectiva del problema se haya repetido muchas veces, lo cierto es que nunca se ha asumido. Algunos rasgos graves de la desigualdad siguen presentes, incluso en las instituciones dedicadas a la protección social. Y la indiferencia social ante la cuestión es mucho más abundante que el debate. Ciertas formas de pobreza, cuando conviven con exhibiciones de riqueza y lujo, son al mismo tiempo realidades violentas e incitaciones a la violencia. Desechar esta explicación por considerarla repetitiva o por miedo a sus consecuencias podría ser un grave error.

Otra teoría afirma que la política de mano dura para enfrentar el crimen multiplica la violencia en vez de aplacarla. Que el auge de homicidios ha acompañado a las políticas de mano dura es un dato fehaciente. Y que desde el fin de la tregua se han implementado políticas más duras es evidente. Las masacres de supuestos pandilleros jóvenes en presuntos enfrentamientos con la Policía o el Ejército no han sido explicadas ante la opinión pública de un modo convincente, y han dado pie a pensar en políticas de exterminio. Y los asesinatos de policías hablan de un endurecimiento por parte de las maras. Aunque no haya evidencias claras de una política de exterminio, hay suficientes elementos para considerar la hipótesis e investigar a fondo.

No faltan también los que piensan que las disputas entre narcotraficantes por control de territorios se desplazan hacia el sur, a estas tierras, al igual que el tráfico de armas. El accionar creciente de estas mafias y la amplia impunidad, así como las alianzas con otros delincuentes para el narcomenudeo, explicarían el incremento de la violencia. Además, la corrupción en las instituciones, no debidamente investigada, obliga a que no esté ausente de la reflexión.

Y finalmente, la teoría de la conspiración: la violencia beneficia a algunos sectores. Los costos de seguridad para unos implican beneficios para otros grupos económicos. Lo mismo que la venta de armas, tanto legal como ilegal. Si es cierto que las empresas salvadoreñas gastan en conjunto más de mil millones de dólares en pagar por seguridad, no hay duda de que hay intereses importantes detrás de ese sector de servicios. La violencia, por otra parte, tiene costos políticos y puede reportar ventajas a sectores críticos del poder. Aunque las teorías conspirativas son propias de tradiciones políticas y gubernamentales poco transparentes, no conviene echar en saco roto esta idea.

Por supuesto, hay otras explicaciones, pero hemos mencionado las más frecuentes. Ninguna es única o absoluta; todas tienen que ser reflexionadas. Sin lugar a dudas, la desigualdad, el narcotráfico, el negocio de las armas, la debilidad institucional, la cultura machista y violenta, y la indiferencia de quienes ven en la inseguridad una oportunidad para lucrarse son factores de violencia. Al contrario, el camino de solución pasa por hablar las cosas con claridad, investigar a fondo delitos que puedan venir desde las instituciones, controlar y disminuir el número de armas de fuego en manos particulares, mejorar la calidad de la investigación y la persecución del delito, y reforzar el desarrollo invirtiendo en la gente y mejorando drásticamente las redes de protección social.

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Anónimo
15/02/2016
14:14 pm
tiene que ser mas aprendido y con mucho interes
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Anónimo
04/06/2015
20:54 pm
Es cierto que la desigualdad en el país persiste, pero esto también se debe a que los grandes no quieren dar a los pequeños, persiste la falta de empleos, los salarios bajos, los productos de la canasta alimentaria cada día mas cara, el acaparamiento de los productos en épocas de sequía; en fin no existe cooperación de las grades empresas con el estado para la recaudación de impuestos y que estos se traduzcan en obras sociales: aparte, las extorsiones son manejadas por élites del narco, además hay corrupción en el sistema de justicia, polarización en la CSJ, en la A .L, policías involucrados en las maras y además mucho temor en la población por falta de confianza en el sistema. Mientras continúe la división por intereses políticos y económicos y no hagamos un solo esfuerzo por erradicar este fenómeno; el país cada día se irá desbordando mas y mas. Que Dios nos ampare y nos perdone.
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Anónimo
04/06/2015
12:54 pm
Carta Pastoral sobre el análisis de la violencia en Mons. Romero sigue estando vigente. 1. Violencia Estructural 2. Violencia Resultante. 3. Violencia de respuesta. En cuanto a la violencia estructural es la misma situación de injusticia social. Donde unos pocos acaparan todo y dejan a los demás sin nada. Hay que procurar que se reparta. Violencia resultante la violencia social, de maras o pandillas, violencia social ciudadanos peleando por un parqueo, violencia intrafamiliar, Jefe de Hogar vapuleando a la esposa. Violencia de respuesta la que ejercen las organizaciones sociales en demanda de justicia. El amarillismo periodístico todo lo ve fuera de contexto, pero obedece a intereses. Tan delincuentes son las grandes empresas que no pagan impuestos como los pandilleros que cobran \"renta\". Vivimos en un mundo donde la violencia esta descontextualizada y sirve de insumo a los noticieros amarillistas de la derecha que ayudan a mitificarla mas.
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Anónimo
04/06/2015
07:04 am
Excelente artículo, estoy totalmente de acuerdo con este editorial y con lo que manifesto Monseñor Rosa Chavez el domingo, y que por cierto los principales medios del país no hicieron eco o lo hicieron cambiando el mensaje que transmitió. La violencia tiene muchas raíces, para erradicarla es necesario ir al orígen de cada una de sus causas con medidas eficaces y preventivas, con dialogo, transparencia; pero cuando se empieza un camino así, el partido de oposición, ataca esas propuestas para que no \"gane\" votos el gobierno de turno por medio del control de la violencia, entonces... que mas evidencia que estamos ante una oposición mezquina, clara defensora de los intereses para los que trabajan? y nosotros el pueblo pagamos un alto salario para que nos sigan vendiendo y traicionando, pues claro esta que si no representan los intereses de la mayorías, no trabajan para ella sino para esas fuerzas ocultas que desetabilizan el pais, o es coincidencia el auge de homicidios a un...
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Anónimo
04/06/2015
06:04 am
¿Qué hace la UCA para despejar esas preguntas?y ¿Qué hacen otras universidades? ¿Nos va a salvar Giulani?
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Anónimo
04/06/2015
06:04 am
Me parece muy triste que de una Universidad que señala causas estructurales, jamas se toque el problema de la sobrepoblacón, y es que todos tienen una perspectiva politica y en este caso para la UCA como tanto lo ha criticado de otras instancias que hacen valoraciones parciales, sin duda, tambien ellos tienen temas no \"convenientes\". debe tocar.
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