¿Feliz año nuevo?

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Editorial UCA
05/01/2024

Para que las metas y propósitos de nuevo año se cumplan no basta con buenas intenciones y deseos; es preciso planificar con realismo. Las proyecciones globales para 2024, más que pesimistas, reflejan que la sociedad mundial cosechará lo que ha sembrado. Por supuesto, esa cosecha tendrá efectos en los países de la región

Se afirma que 2024 será el año de las urnas. 76 países celebrarán elecciones; más de 4 mil millones de personas, es decir, el 51% de la humanidad, están llamada a votar este año. Diversos análisis prospectivos destacan las elecciones de la Unión Europea, India, Pakistán, Estados Unidos, Indonesia, México, Taiwán, Venezuela y Senegal, porque son países con peso demográfico e influencia geopolítica. Las elecciones en estas naciones se realizarán en un contexto de transición global del poder y de claro retroceso humanitario y de derechos fundamentales.

En la mayoría de los casos, los procesos eleccionarios que se desarrollarán a lo largo de 2024 supondrán un examen para la democracia; una buena parte de la población mundial votará en países con gobiernos autoritarios o híbridos (una mezcla de elementos autoritarios y democráticos), o que han sufrido un grave deterioro de la institucionalidad democrática. El Salvador forma parte de esta tendencia. En el ámbito internacional, las elecciones salvadoreñas no se mencionan por su importancia global, sino porque darán continuidad al autoritarismo cool de Nayib Bukele y a su política manodurista contra la delincuencia, un estilo que ha ganado adeptos entre algunos líderes políticos ultraconsevadores, populistas o de extrema derecha.

Por otra parte, 2024 también se proyecta como el año de las armas. 2023 fue uno de los años más violentos después de la Segunda Guerra Mundial. Los conflictos más conocidos son los de Ucrania, Palestina, Sudán y Yemen, pero hay decenas más en el mundo. La guerra en Gaza, con sus más de 22 mil víctimas mortales, más de dos terceras partes de ellas niños y niñas, desnudó, de nuevo, la incapacidad del Consejo de Seguridad de las Nacionales Unidas de remontar los intereses de las grandes potencias, algo que fue admitido con amargura por el secretario general.

Para Naciones Unidas, el mundo vive una nueva era de conflicto y violencia. Las estadísticas señalan que una sexta parte de la población mundial estuvo expuesta a algún conflicto en 2023, año en el que la violencia política aumentó un 27% con respecto a 2022. En el caso de El Salvador, la violencia política ha encontrado su nicho en las redes sociales, en las que los niveles de agresividad y odio han llegado a niveles inéditos en un país de por sí acostumbrado a la extrema polarización. Además, la persecución política de figuras públicas, utilizando a capricho la maquinaria del Estado, ha roto con el orden jurídico y constitucional de la posguerra.

Una tercera tendencia mundial para 2024 está relacionado con la economía. Se prevé que en 2024 las consecuencias de las crisis económicas incubadas en los tiempos recientes serán más visibles, el crecimiento será débil y la economía de las familias sufrirá nuevos golpes. La desigualdad económica podría agudizarse: los ricos incrementarían su riqueza mientras los pobres se hundirían más en la pobreza. El Salvador sabe de esto; las familias más pobres llegan a fin de mes con muchas dificultades. A lo que se suman los desalojos de comunidades pobres de la costa para beneficio de inversionistas extranjeros, el empecinamiento con un criptoactivo que casi nadie utiliza y la profundización de las apuestas neoliberales.

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